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Alejandro Páez Varela

16/04/2018 - 12:07 am

Aureliar

Fanfarronear, le llaman. La RAE lo define como “Hablar con arrogancia echando fanfarronadas”. La arrogancia es la cualidad del arrogante. Y el arrogante, dice la RAE, es: “1. adj. Altanero, soberbio”.

La estrategia ganadora de Nuño. Foto: Cuartoscuro

La campaña presidencial de José Antonio Meade ha dado un nuevo twist, otro giro. Dirigida por Aurelio Nuño y sostenida desde Presidencia de la República (con apoyo desde la PGR, Notimex, el SAT, etc.), ahora se concentra en Andrés Manuel López Obrador. En un primer tramo, hasta el arranque formal de las campañas, se dedicó a Ricardo Anaya. Ahora va por el puntero de las encuestas.

El problema es que nunca se cumplió el primer objetivo: bajar al panista. A pesar de que recurrieron a todo el poder de las instituciones del Estado mexicano. No pudo con él, y ahora lo ignora. No le habla. No lo ve. Como el adolescente que va por la segunda más guapa del salón, y como no logra su objetivo, le da la espalda... para concentrarse en la realmente guapa.

Ustedes adivinen el resultado de la estrategia.

–¿Cuándo crees tú que [José Antonio Meade] esté claramente compitiendo por el primer y único lugar que tiene esta competencia? –le preguntó la semana pasada el periodista René Delgado, del periódico Reforma, al coordinador de la campaña del candidato del PRI.

–Desde ahorita –dijo Nuño, seguro.

–Ahorita no –repeló Delgado, quien lleva, posiblemente, más años como periodista político que los que tiene Nuño. (Bueno, no tantos. Casi).

–Por supuesto que sí –dijo Nuño–. Tú porque hablas de las encuestas del Reforma, me imagino, pero no son las únicas.

–No, hay más –agregó el periodista.

–Claro. Y depende qué encuestas veas.

–Ninguna, la que tú me digas, lo coloca en primer lugar.

–No, efectivamente –tuvo que concederle Nuño.

Luego se siguió con rollo y cayó en su nuevo tema favorito: el menosprecio a Ricardo Anaya. O, más bien, aparentar que la lucha por la Presidencia “es de dos”: Meade y AMLO. Y que Anaya no existe.

Justo allí retomó Delgado.

–Y al hablar de dos proyectos [el de AMLO y el de Meade], tú ya das por descontado que no concursa Ricardo Anaya.

–Sí, claro, y déjame decirte por qué.

–Sí, claro –agregó Delgado.

–No está fuera de la competencia: no es proyecto de Nación, Ricardo Anaya. Te voy a decir por qué: porque son incapaces, siquiera, de plantar una propuesta coherente.

Más rollo.

René batalló mientras Nuño se repetía. Pero le hizo la pregunta:

–¿No es un error estratégico minusvalorar a Anaya?

–No, porque solitos…

–…están fuera… –completó el periodista.

Había ironía en los ojos de René Delgado cuando pronunció esa frase.

–Sí, claro –dijo el entrevistado, el adolescente que no pudo con la segunda y ha decido irse por la indiscutiblemente más guapa.

***

No conozco las encuestas que dicen que José Antonio Meade está en segundo lugar; mucho menos las que dice Nuño que tiene, que lo pone en primero. Bueno, sí, vi una hace tres semanas; fue circulada por el PRI y publicada en uno de esos medios favoritos de Presidencia que, por cierto, nadie lee. Aparecía Meade el segundo.

Pero la última encuesta que medianamente podría respetarse es la de Parametría, dada a conocer el viernes pasado, donde Meade aparece en un agujero. (Y digo “medianamente” porque, nos recuerda la Unidad de Datos de SinEmbargo, “su peor cifra la dio en mayo de 2012. Dio ventaja a Enrique Peña Nieto, candidato del PRI, de 23 puntos porcentuales, sobre el segundo lugar, Josefina Vázquez Mota, del Partido Acción Nacional. Falló por 16.38 puntos”).

Bueno, aún Parametría, que en el pasado se ha equivocado a favor del PRI, da 16 por ciento a Meade. A Ricardo Anaya, 20 por ciento. Y 38 por ciento de Andrés Manuel López Obrador.

Qué mejor ejemplo que la encuesta inmediata anterior, la de El Universal, de Buendía. Meade en 21 por ciento. Anaya, en 31.10 por ciento y AMLO en 42 por ciento.

Parametría y El Universal ponen a Meade en el suelo. “Tú porque hablas de las encuestas del Reforma, me imagino, pero no son las únicas”. No, no son las únicas.

Claramente, sin tener que cerrar y abrir los ojos, no hay dos proyectos. Hay tres. Pero la gente tiene cierta esperanza en dos, con una muy clara inclinación por uno: el de López Obrador.

Y entre esos dos proyectos realmente en disputa, no veo el del candidato oficial.

La soberbia de Nuño es muy conocida. Es referencia dentro de la campaña del mismo PRI. No entiendo de dónde tanta: el currículum de Nuño: Asesor de Luis Videgaray y de Enrique Peña Nieto, y luego titular de una dependencia federal a la que llegó por ser asesor de Videgaray y de Peña Nieto. Le agregaría dos líneas: “Lloró cuando casualmente se encontró, en un evento organizado por él mismo, a su maestra Chela”. Otra: “Siendo Secretario de Educación, fue corregido por una niña porque no supo pronunciar una de las palabras pilares del castellano: ‘Leer’. Dijo ‘ler’”.

Ah, y una tercera: “Es coordinador de cierta campaña que huele a desastre”. Esta última línea habrá que actualizarse en julio de 2018.

Grande, Agustín de Hipona: “La soberbia no es grandeza sino hinchazón. Y lo que está hinchado parece grande, pero no está sano”.

***

Fanfarronear, le llaman. La RAE lo define como “Hablar con arrogancia echando fanfarronadas”. La arrogancia es la cualidad del arrogante. Y el arrogante, dice la RAE, es: “1. adj. Altanero, soberbio”.

El sujeto Aurelio convertido en verbo: “aureliar”. Es proverbial que la RAE se actualiza sin prisas, pero sería: “Aureliar. 1. f. Cualidad de arrogante”.

***

Mi amigo, con quien desayuné la semana pasada, me recordó un capítulo. Empezó hace casi hace casi seis años, el 11 de mayo de 2012. El candidato Enrique Peña Nieto fue a presentar su plataforma política ante los estudiantes, en la Ibero. Tuvo que esconderse en un baño después de que el abucheo se convirtió en acoso.

A la mañana siguiente, los periódicos de la Organización Editorial Mexicana (OEM) titularon el evento: “Éxito de Peña en la Ibero, pese a intento orquestado de boicot”. La Prensa, también de la OEM, resumió la vergüenza en dos palabras: “¡Supera boicot!”. (No conozco a nadie que lea El Sol de México, el periódico nacional de la OEM. Pero el año pasado la organización recibió del Gobierno de Peña Nieto 802 millones 351 mil pesos, de acuerdo con Fundar. Se calcula que, durante todo el sexenio, habrá cobrado cerca de 5 mil 500 millones de pesos, sólo en publicidad oficial, y sólo por el negocio de los periódicos).

Mi amigo me contó que poco después de este evento que dio origen a #YoSoy132, se reunió con uno de los hombres de la campaña de Peña. Uno que sería Secretario de Estado. Notó su gran arrogancia. Le dijo que esa cosa, el movimiento #YoSoy132, no sería nada y no saldría de “un puñado que usa las redes sociales”.

No soy biógrafo de #YoSoy132, pero me parece que fue mucho más que eso.

Era muy fácil cubrir la campaña presidencial de 2012 para casi la mayoría de los medios. Los independientes –sobre todo los digitales, como SinEmbargo– no pesaban. Las encuestadoras inflaron a Peña a niveles asombrosos, y no se cuidaban las formas: de ocho columnas a diario. Le perdonaban que no quisiera debatir, por ejemplo; o que no tuviera idea de qué es un libro y ya había escrito uno, que fue a presentar a la FIL en ese tristísimo (y futurista) capítulo de Peña. Los medios sabían el tipo de Presidente que sería Peña, su generosidad con el billete, porque así había sido como Gobernador del Edomex. Dos colegas, directivos, me contaron episodios de las maletas con efectivo (he hablado de eso con anterioridad) con las que se pagaba “publicidad” desde el estado vecino. Compraban las páginas de revistas y diarios a lo que venía en el tarifario, pero el copete de lana era muchísimo mayor. En efectivo. Se rumoraba que venía de Armando Hinojosa, el de Higa.

Eran otros tiempos. Ahora mi amigo calcula que el PRI se va a un pozo sin fondo. Su frase me mueve: “Antes, cuando el electorado lo castigaba, el PRI viraba un poco hacia la izquierda. Ahora la izquierda está ocupada, abrumadoramente. La derecha no es del PRI, es del PAN. ¿A dónde se hará ahora que pierda?”. Su cálculo es que somos testigos, probablemente, de la última presidencia del PRI en muchos años.

***

El consolidado de encuestas de Bloomberg dice que Meade está a 23.40 puntos de alcanzar al puntero. “Alcanzar” es un verbo complicado:

18 de marzo: Meade 24.70

21 de marzo: Meade 22.80

28 de marzo: Meade 20.00

29 de marzo: Meade 21.20

30 de marzo: Meade 19.50

5 de abril: Meade 20.30

Su máximo histórico, según Bloomberg, es 29.30 por ciento. Fue hace mucho: el 5 de enero. En ese momento, AMLO estaba en 32.90 por ciento; ahora está en 43.70. En ese momento, Anaya estaba en 25.10 por ciento; ahora, en 30.70. En ese momento las instituciones del Estado estaban obsesionadas con bajar al panista a como diera lugar, incluso violando la Ley (como decidió la semana pasada el Tribunal). Y fallaron.

“Alcanzar” es un verbo atrevido, pero no para el adolescente que, ofendido (y neceando, porque no pudo con Anaya), ha decidido que si la segunda más bonita en la clase no cedió, cederá la primera.

Aureliando. Es el gerundio de Aureliar.

Alejandro Páez Varela
Periodista, escritor. Es autor de las novelas Corazón de Kaláshnikov (Alfaguara 2014, Planeta 2008), Música para Perros (Alfaguara 2013), El Reino de las Moscas (Alfaguara 2012) y Oriundo Laredo (Alfaguara 2017). También de los libros de relatos No Incluye Baterías (Cal y Arena 2009) y Paracaídas que no abre (2007). Escribió Presidente en Espera (Planeta 2011) y es coautor de otros libros de periodismo como La Guerra por Juárez (Planeta, 2008), Los Suspirantes 2006 (Planeta 2005) Los Suspirantes 2012 (Planeta 2011), Los Amos de México (2007), Los Intocables (2008) y Los Suspirantes 2018 (Planeta 2017). Fue subdirector editorial de El Universal, subdirector de la revista Día Siete y editor en Reforma y El Economista. Actualmente es director general de SinEmbargo.mx

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