Esta semana, un colectivo de 20 organizaciones y siete empresas que producen semillas transgénicas podrían empezar un juicio que puede durar años y sentar precedente en la lucha a favor y en contra de estos organismos.
Después de 10 años de vigencia de la Ley de Bioseguridad, se abre un proceso en el que la decisión final será si en México se pueden o no sembrar transgénicos. El problema es complejo y va más allá de la siembra: implica también la comercialización de más de 100 productos transgénicos en el país.
Por ejemplo, el 30 por ciento del maíz que se consume en el país pertenece a esta especie. México es el quinto productor de maíz y el segundo importador más grande del mundo. En el país se consumen entre 30 y 35 millones de toneladas del grano en 8 millones de hectáreas y al año se importan entre 10 y 12 millones de toneladas, lo que cuesta unos 40 mil millones de pesos.
Después de 21 meses, el caso se va a dirimir en un solo tribunal, después de haber pasado por otros 17. Las dos partes admiten que no hay diálogo y que sus posturas no van a variar.
Por Juliana Fregoso y Sergio Rincón
Ciudad de México, 15 de abril (SinEmbargo).– Esta semana es determinante en la batalla legal que desde hace 21 meses libran la Colectividad en Defensa del Maíz y empresas entre las que se encuentran Monsanto, Dupont Pioneer, Syngenta y Dow Agrosciences, entre otras, para que sea una autoridad judicial la que decida si en México se puede o no sembrar maíz transgénico.
El Poder Judicial Federal aceptó iniciar el juicio y podría ser esta misma semana cuando las partes sean notificadas.
Hace 19 meses que un juez determinó la suspensión de su siembra y ambas partes se mantienen desde su trinchera en la misma postura: las empresas a favor y los activistas en contra.
Los tribunales federales estudiarán si la siembra de maíz genéticamente modificado dañará el derecho de los mexicanos la diversidad biológica, es decir, si la contaminación de maíz con transgenes vulnera el derecho de utilizar las razas nativas, así como el derecho para aspirar a obtener más variedades, a partir de los nativos o de su par silvestre.
“Para explicarlo de forma sencilla: hasta apenas, después de 21 meses, nos aceptaron nuestro primer documento. Parece menor, pero quiero detallar dos cosas: la literatura de acciones colectivas –que no es mexicana– dice que la etapa más difícil es la primera, es decir, que realmente se llegue a un juicio; en este tipo de juicios, que te acepten tu primer escrito es realmente importante; y segundo es que se juzgue en un solo tribunal todos los transgénicos, eso no había sucedido. Esas dos cosas significa que nos hayan aceptado nuestro primer papelito”, dijo el abogado encargado del juicio colectivo, René Sánchez Galindo, también integrante de Colectivas, AC.
En la demanda, los activistas argumentan que el derecho a la utilización de las razas nativas incluye los derechos derivados a la salud, de los pueblos originarios y a la
alimentación, lo que comprende el derecho a la comida mexicana como patrimonio inmaterial de la humanidad.
Sobre los riesgos que traería la siembra o liberación de maíz transgénico, el debate judicial que se inicia confrontará las evidencias de las partes. El tema central será el derecho humano de generaciones presentes y futuras a la diversidad biológica de los maíces nativos o criollos, considerando todo el complejo de agroecosistemas. Sin embargo, otros temas, como la salud o la producción de alimentos, también entran a debate judicial.
Ambas partes se mantienen en su postura y advierten que el proceso judicial será largo y puede durar años.
Los activistas aseguran que las evidencias de daño a la salud se acumulan y por ello el rechazo de la mayor parte de los países del mundo (Europa se ha cerrado casi en su totalidad a la siembra de transgénicos, también China y Rusia han rechazado la importación) debe ser una alerta para que México rechace la siembra de transgénicos y empiece a solucionar la importación masiva de grano transgénico.
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MONSANTO DICE…
“Tarde o temprano va a llegar”, sentencia en entrevista con SinEmbargo Manuel Bravo Pereyra, director general de Latinoamérica Norte de Monsanto, la empresa más señalada por quienes se oponen al uso de transgénicos, término que el mismo representante de la corporación se resistía a usar en un principio.
Y asegura que en Europa, ningún país ha dado reversa a los transgénicos, pues aunque algunas naciones hayan impedido la siembra, se comercializan prácticamente en todo el continente.
Bravo Pereyra afirma que Europa es una “contradicción”, al igual que México, en donde a pesar de que existe una medida cautelar que suspendió la siembra de maíz transgénicos, cada año, gracias a la autorización de la Comisión Federal para la Protección Contra Riesgos Sanitarios (Cofepris) entran aproximadamente 117 productos transgénicos, entre ellos 10 toneladas de maíz, principalmente de Estados Unidos.
Por lo que en cuanto termine el proceso, si la autoridad falla a favor de las empresas, el grano transgénico tendrá vía libre para comercializarse en territorio nacional sin que existan ningún tipo de trámite de por medio.
“Exactamente, lo que en México consumimos es 30 por ciento del maíz transgénico y no dejamos que se siembre. Le damos el beneficio al productor extranjero y dejamos que el productor nacional lo siembre.
–¿Entonces somos una contradicción en México?
–Totalmente, es una contradicción porque si nos vamos a un extremo y decimos: no sirven, y si no estamos seguros, entonces cerremos la frontera, por qué lo vamos a aceptar –el maíz de importación-. Pero es tan claro e estudio que la Cofepris ha hecho, visto y analizado que desde hace 15 años se permite la importación de grano de maíz transgénico, que desde entonces se han importado 150 millones de toneladas de maíz.
–En el caso de México, ¿es importante el papel de la Cofepris?
–Claro, si no no se podría importar grano: ha dado la certificación, ha hecho la revisión de los estudios a nivel y propios para aprobar, creo, 117 eventos de biotecnología no sólo en maíz, algodón y soya sino en jitomate, papaya…
A Bravo Pereyra se le cuestionó el hecho de que siempre las empresas que se dedican a la biotecnología dicen que hay cientos y cientos de estudios en torno a que sus productos no provocan daños a la salud, al ambiente, a las personas, a los animales y a las especies nativas, pero nunca los han mostrado, por lo que se comprometió a compartir con este medio digital algunos de los realizados por la compañía.
El 14 de abril, representantes de Monsanto enviaron siete documentos que hacen referencia a los cultivos transgénicos y su impacto, así como el del Glifosato –sustancia señalada por organizaciones internacionales como cancerígena, no obstante sólo uno, que hace referencia a esta sustancia, tenía el logotipo de la compañía.
Entre los documentos se incluye un listado de 610 publicaciones científicas que “evalúan la inocuidad de los alimentos derivados de los cultivos transgénicos”, sin embargo, no envío ningún documento propio sobre el tema.
“ [Los estudios] Están todos y son públicos, tenemos estudios propios y de terceros y cuando dices ¿qué tantos estudios? no se cuentan en decenas, se cuentan en miles de estudios. Uno de los últimos, que es muy relevante es uno de la Universidad de Milán o de Turín, que tomo cerca de mil 800 estudios de alrededor del mundo de diferentes universidades y autoridades regulatorias, hizo un meta análisis y llegó a la conclusión de que los productos transgénicos son tan seguros como su contraparte convencional y yo creo que el más fuerte argumento es que llevamos 15 años consumiéndolos”, aseguró Bravo.
Cuestionado sobre las acusaciones en el sentido de que existan reportes de que los transgénicos han contaminado especies nativas, afirmó que “en Oaxaca no es porque el polen vuele es porque algún migrante vio de alguna manera espectacular el maíz [transgénico] en Ohio y se lo llevó”.
–Entonces ¿hay contrabando de maíz transgénico en México?
–No sabría decirte, pero, probablemente es tal el impacto, la limpieza del híbrido que la gente quiere probarlo. Le da más beneficios mas rendimientos, más costos. Menos aplicaciones y más tranquilidad porque su maíz desde protegido desde el día 1 que lo sembró hasta que lo cosechó.
LOS ACTIVISTAS DICEN…
Mientras de parte de Monsanto se asegura que “vamos a enfrentar los obstáculos que tengamos que enfrentar y si hay dos tres veces en contra nos sentamos y dirimiriremos las diferencias, en otras no llegaremos porque estaremos en una posición encontrada porque nosotros estamos convencidos”.
Los activistas se comprometen a que en México no habrá maíz transgénico.
“La sentencia final deberá establecer que la siembra comercial, o a gran escala, de maíz transgénico, dañará el derecho humano a la diversidad biológica. También deberá impedir que se siembre en nuestro país”, expuso Adelita San Vicente de Semillas de Vida y Representante de la Colectividad demandante, integrada por 20 organizaciones y 53 personas.
Afirman que tan sólo Monsanto cuenta con un equipo de 12 abogados, mientras que las seis empresas restantes tienen entre seis y siete representantes legales.
Emiliano Juárez, del Grupo Vicente Guerrero, de Tlaxcala, aseguró que los campesinos serían afectados al ser contaminados sus cultivos con transgenes y al no tener la posibilidad de sembrar el maíz “que nosotros mismos le brindaron al mundo, también los grandes productores que verían cerrados los mercados interesados en maíz libre de transgénicos, demanda que cada día crece en el mercado mundial”.
Rene Sanchez Galindo, representante legal de la Colectividad, narró que para llegar a este punto, ganaron 11 juicios de amparo (9 que presentaron las corporaciones y 2 del
gobierno federal a través de las secretarías de Agricultura y del Medio Ambiente). “Para afirmar que ganamos un juicio de amparo, antes deben resolverse todas las impugnaciones que se hayan intentado en el juicio colectivo o dentro de los juicios de amparo. A estos 11 juicios de amparo que ganamos para que se admitiera nuestra demanda colectiva, se suman otros 11 juicios de amparo (9 que presentaron las corporaciones y 2 del gobierno federal), que combaten la medida precautoria. Juntos, los 22 juicios comprenden y representan las 91 impugnaciones intentadas por la agroindustria y las dependencias gubernamentales, así como las 26 impugnaciones que como colectividad promovente presentamos”.
–¿Qué sucedería si se perdiera el juicio?
–Si eso sucediera, en el caso del maíz, hay otros abogados de los colectivos firmantes que ya están listos para meter un amparo. Todos son muy buenos y con mucha experiencia. Algunos de ellos defendieron y ganaron el caso de la soya el en Campeche y Yucatán. No sabemos si el maíz nativo va a ganar [contra el transgénico] con nosotros, pero estamos preparados con más abogados, y estamos seguros que va a ganar va a ganar.
A la fecha, en el juicio han intervenido 17 tribunales, un juzgado federal, un tribunal de apelación, tres tribunales de amparo, una comisión administrativa, 10 tribunales colegiados y la Primera Sala de la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN).