Dolia Estévez
16/02/2018 - 12:05 am
AMLO, sueños de inmortalidad
Washington, D.C.—Andrés Manuel López Obrador es un hombre con enorme sentido de la historia; se remonta a la tesis con la que obtuvo su licenciatura en Ciencias Políticas de la UNAM en 1987, "Proceso de Formación del Estado Nacional en México, 1824-1867". En ella, el candidato presidencial analiza uno de los periodos más trascendentales en […]
Washington, D.C.—Andrés Manuel López Obrador es un hombre con enorme sentido de la historia; se remonta a la tesis con la que obtuvo su licenciatura en Ciencias Políticas de la UNAM en 1987, "Proceso de Formación del Estado Nacional en México, 1824-1867". En ella, el candidato presidencial analiza uno de los periodos más trascendentales en la historia de México, caracterizado por la permanente inestabilidad política, derivada de las luchas entre liberales y conservadores, y disputas entre potencias que buscaban llenar el vacio que dejó España.
Cuando AMLO finalmente se recibe, once años después de haber concluido sus estudios universitarios, la hegemonía del PRI, partido al que pertenecía, empezaba a resquebrajarse. En 1988, tras titularse, rompe con el tricolor para unirse a la disidente Corriente Democrática que lideraba Cuauhtémoc Cárdenas. Inicia así una larga cruzada cuya fase actual es su tercer intento, que puede ser el bueno, de llegar a la presidencia.
AMLO seguido usa la historia como referente. En campaña dice que su lucha tiene como antecedente a las tres grandes transformaciones que ha registrado la historia de México: la Independencia, Reforma (tema de su tesis) y la Revolución de 1910. En reciente discurso, declaró: "Ahora de manera pacífica buscamos, entre todos y desde abajo, llevar a cabo la cuarta transformación de la vida pública de México". Coincide con los que dicen que desconocer la historia de tu país, es renunciar a conocer lo que puede pasar en el futuro.
AMLO vive y revive la historia. Su punto de referencia, centro gravitacional, parece ser su tesis. Su lucha no es una guerra ideológica convencional de izquierda contra derecha, de progresistas contra retrogradas, sino de "conservadores contra liberales" que, como en el periodo que estudió, hoy también "luchan entre sí por la implantación de proyectos nacionales distintos y contrapuestos". En las divisiones internas y el acoso externo que acogen a México, ve el potencial para la refundación del Estado Nacional bajo "Juntos Haremos Historia", el sintomático membrete de la coalición que impulsa su candidatura.
Cuando afirma que "aspira a ser como Benito Juárez", protagonista de su tesis, no es sólo retórica. Andrés Manuel ambiciona marcar un parteaguas en la historia nacional como Juárez. Sueña con alcanzar el pedestal del prócer, reencarnar al indio zapoteca que triunfó gracias a la perseverancia, terquedad y firmeza para defender causas justas. Se considera heredero del juarismo y símbolo de la defensa de la integridad nacional y, como Juárez, no deja de creer en la victoria final.
Las huellas del Benemérito de las Américas están presentes en su trayectoria política. Nombra a su gabinete antes de su elección, lucha contra el poder central y evade la negociación como vía para solucionar controversias. Pero a diferencia de Juárez—quien rechazó los intentos de conciliación de Maximiliano pese a que el archiduque mantuvo la misma estrategia de los liberales con respecto a los bienes del clero—AMLO acepta apoyos tóxicos que lo comprometen.
En su tesis de 180 páginas asesorada por Paulina Fernández Christlieb, sin dedicatoria y con exigua bibliografía, López Obrador examina el periodo que inicia con la primera República Federal (1824-1838), pasa por el centralismo y la dictadura militar (1835-1855), y concluye con el movimiento de Reforma y el triunfo de la República sobre el Imperio (1856-1867). A lo largo del texto, Andrés Manuel echa mano recurrentemente de las teorías de Jesús Reyes Heroles, visionario que vivió delante de su época, según los priistas. Como dice Reyes Heroles, "La Constitución resulta entonces, en el fondo, documento de transacción.." (página 132); Reyes Heroles dice que la línea política moderada de Comonfort, "lo condujo hasta abjurar de la legalidad…"(pág. 141); Reyes Heroles dice que la guerra de Tres Años, "…obra como precipitador de la secularización y con ello del liberalismo…" (pág. 143); como afirma Reyes Heroles, "Nacionalidad y liberalismo fueron una misma cosa y supervivencia nacional y progreso se hermanaron" (pág. 172).
La tesis de AMLO-que no está accesible en el Internet, pero sí físicamente en la Facultad de Ciencias Políticas y Sociales—consiste en demostrar el modo en que se definen y entrelazan los tres elementos básicos que dieron origen a la formación del Estado Nacional: el proyecto ideológico, la consolidación de los intereses económicos de los propietarios laicos y el programa de transformaciones políticas (pág. 13).
Argumenta que la Guerra de Reforma consiguió la destrucción del poder del clero y el sometimiento del poder militar a la autoridad civil, pero solamente porque existía ya un Estado, que tras el fusilamiento de Maximiliano se fortalece y adquiere en definitiva el carácter nacional (pág. 172). Y concluye que pese a que la doctrina del liberalismo permeó en todo el país en cuanto a su expresión política y económica, no se expresó de la misma manera en el orden social. Por lo tanto, remata, el liberalismo social surgiría a partir del movimiento revolucionario de 1910 (pág. 180).
José Meade obtiene su titulo de doctor por la Universidad de Yale con un insensible tema ajeno a México ("Meade, doctor en opacidad", 5 de enero), y Ricardo Anaya hace lo propio por la UNAM con un asunto del interés exclusivo de las bases del PAN ("Anaya, doctor en oportunismo", 12 de enero). Andrés Manuel, a diferencia, escribe su tesis para titularse de licenciado sobre un tema que deja ver su compromiso con México.
Dicen que la historia se repite, pero Galeano se preguntaba si sólo se repite a quienes son incapaces de escucharla. AMLO la escucha. Pretende hacerla, no padecerla. ¿Reencarnación de Juárez? ¿Cuarta República? ¿Sueños de inmortalidad? ¿Delirios de grandeza? ¿Construcción de quimeras? El electorado tiene la última palabra.
Twitter: @DoliaEstevez
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