Gustavo Huchin Cauich, apicultor maya. Foto: Robin Canul

No tengan miedo, “¡unánse!”, pide a comunidades apicultor maya que ganó batalla a Monsanto

15/11/2015 - 8:57 pm

Don Gustavo Huchin Cauich, apicultor maya, está convencido de que las comunidades, si se unen, pueden contra cualquier empresa y contra cualquier Gobierno, porque su lucha no es para obtener algo, sino para defender sus derechos y su tierra.

Don Gus, ahora en reuniones con otras comunidades indígenas para fortalecer lazos de resistencia. Foto: Robin Canul
Don Gus, ahora en reuniones con otras comunidades indígenas para fortalecer lazos de resistencia. Foto: Robin Canul

Ciudad de México, 15 de noviembre (SinEmbargo).– “La resistencia de nuestra raíces y territorio son nuestros sueños”. Este es el lema de un frente conformado por mayas, yaquis, otomíes y chontales, para contrarrestar la llegada de megaproyectos a sus comunidades y como ejemplos, algunos integrantes mencionan los planes mineros, el fracking, la deforestación… y a Monsanto.

La comunidad maya, hace un par de semanas, obtuvo un fallo a favor de su territorio: la Suprema Corte de Justicia de la Nación (SCJN) ordenó a la empresa Monsanto detener la siembra de soya transgénica en la Península de Yucatán.

Sin embargo, el fallo se dio seis años después de que Monsanto comenzara con la siembra, y en ese periodo de tiempo se vio afectada la actividad económica y cultural más importante y de la que dependen 50 mil familias, y la deforestación de 253 mil hectáreas. La lucha, además de ser contra la empresa más grande del mundo de semillas transgénicas, fue también contra el Gobierno federal, que en todo este tiempo litigó de lado de contrario a las comunidades.

Fue lucha de los mayas contra su gobierno y una empresa trasnacional, en la que obtuvieron su primer victoria.

Gustavo Huchin Cauich, apicultor maya de la localidad de Hopelchén, cuenta en entrevista que tras el fallo, más que fiesta, los pobladores están dedicados a pensar en cómo reconstruir lo que las semillas de Monsanto destruyeron, junto con las ganas de dinero de los propietarios de la tierra y de las autoridades, que en lugar de dar esas tierras a los mayas, las vendieron para la siembra de soya transgénica.

Amparos, impugnaciones, viajes, entrevistas, firmas, manifestaciones, cansancio… Don Gus ahora sabe que los pequeños sí pueden contra los grandes y en su discurso repite la palabra colectividad, como la única vía para que las comunidades hagan respetar sus derechos.

“En realidad nosotros como indígenas, como mayas, lo intentamos y lo logramos, y así pueden otras comunidades, siempre y cuando tengan una visión firme de lo que se está haciendo y con una intención muy fuerte y con una voluntad muy grande, se pueden hacer las cosas, porque no estamos faltándole el respeto a nadie, no estamos pidiendo un imposible. Simple y sencillamente exigimos nuestros derechos, nuestra identidad y un derecho a tener una buena salud y vivir en un ambiente sano. Claro que las comunidades pueden contra las grandes empresas, ¡claro que sí!”, enfatiza el apicultor maya.

Apicultores a la espera del fallo de la SCJN. Foto: Robin Canul
Apicultores mayas a la espera del fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. Foto: Robin Canul

–¿Cuál fue el primer sentimiento que tuvo al conocer el fallo de la SCJN?

–A mí me dio mucho gusto la resolución de los ministros de la SCJN. Tras el fallo, me sentí tranquilo y muy contento, porque después de tantos años en los que se violaron nuestros derechos y de que las autoridades se hacían sordas con nuestras peticiones… Esta vez sí nos hicieron caso y respetaron nuestros derechos en cierta forma, aunque sea parcial, porque en realidad a nosotros no se nos pidió ninguna opinión respecto del derecho de la siembra o no de la soya transgénica en nuestro territorio.

–¿Y cuál fue la reacción de la comunidad?

­–­¡Se lo platicamos de viva voz! Aunque muchos de nuestros hijos ya son profesionistas o tienen su Facebook y todas las redes sociales, cuando se dio el fallo, algunos ya lo sabían, pero no toda la comunidad, sobre todo los mayores, que no sabemos manejar eso. Así que cuando regresamos, anunciamos el fallo. Todos están muy contentos y cuando escucharon la noticia se llenaron de muchísima alegría, se saludaron y se abrazaron los unos a los otros, porque por fin habíamos ganado una lucha, aunque no en su totalidad, pero ya eran los primeros pasos para que se pudiera conservar la calidad de nuestra miel. Pero ahora queremos ver si los ministros definitivamente prohíben la siembra de soya para que no se corra el riesgo de que nos saquen del mercado europeo.

La gente aún tiene esa inquietud, de qué va a pasar después, porque esto no es definitivo y lo sabemos, pero es un paso que ya se dio y vamos a seguir luchando. Ellos dijeron que estaban contentos, pero no podemos bajar la guardia porque aún no se ha prohibido en su totalidad. También quiero decir que qué bueno que no nos la hicieron más cansada, porque la primera semana que fuimos, no resolvieron y la pospusieron. Cuando regresamos todos nos decían ‘¿pues cómo?’. Todos estábamos desilusionados porque no se dictaminó ni a contra ni a favor, y nuestros hermanos sólo pensaban en cómo le íbamos a hacer. Qué bueno que se dictaminó, porque lo iban posponiendo. A lo mejor íbamos a poder ir uno o dos más, por el pasaje, imagine el sacrificio económico; nosotros somos campesinos con escasos recursos, no somos empresarios ni personas que tienen tanto dinero.

–¿Cuáles son los planes que se tienen en corto plazo, tanto en la comunidad como en el proceso contra Monsanto?

–Estamos platicando con los licenciados, pensando que si no se puede componer todo lo que ya se echó a perder, porque la verdad es que ya se desmontó muchísima hectárea de selva y bosque, por lo menos queremos ver qué hacer con esa situación para volver a reforestar, pero lo vemos un poco difícil, porque son más de 50 mil hectáreas que ya están deforestadas en nuestro municipio y eso nos preocupa mucho.

–¿Cuál ha sido la posición de las autoridades en ese sentido?

–Pues nosotros les hemos dicho que si no pueden volver a reforestar esos bosques y selvas, que por lo menos ya dejen de desmontar para que nosotros los apicultores podamos aprovechar la floración por medio de nuestras abejitas que están pecoreando. No se habló de reparación del daño por parte de la empresa, porque son muchos empresarios y terratenientes los que sembraron, no es una sola persona. Son muchos empresarios y personas que tienen tierras ahí y que decidieron cultivar la soya. No sé lo que vayan a decir, pero eso está en territorio maya. El problema es que ya nos contaminaron nuestros ejidos y ya no hay posibilidad de crear unos nuevos o hacer ampliaciones para que se nos den más hectáreas. Porque si nos daban más hectáreas, nosotros nunca las íbamos a desmontar desde luego, las íbamos a seguir conservando, pero como se permitió la venta de esos terrenos, pues muchísima gente de dinero los compró y están divididos en 300, 500, dos mil hectáreas, ¡qué se puede hacer Los licenciados están diciendo que si no se puede parar ese daño, por lo menos que ya dejen de desmontar, sean de quien sean las tierras, ¡pero que ya sea una ley en el Estado que no habrá más deforestación porque van a acabar con la selva!

­­–Con la experiencia que le dejó este largo tiempo, ¿cuál es el mensaje que Don Gus le da a las comunidades que están llevando un proceso similar?

–Les puedo decir que por favor unan fuerzas, unan voluntades, unan todo el afán de vivir en un ambiente sano y para que se puedan pronunciar en contra, para que tomen acciones organizadas, que no se haga de una forma aislada, sino juntos, juntos todos los de las comunidades, como nosotros los mayas lo hicimos, a pesar de nuestras dificultades económicas, a pesar de todo. Pero que se unan  y levanten la voz. Que no tengan miedo, porque ese nos puede vencer. Debemos saber que no estamos atentando contra nadie, al contrario. Estamos cuidando el medio ambiente; estamos pidiendo que no se siga deforestando y eso en realidad es a favor de todos los mexicanos y de toda la humanidad, para que tengan un ambiente sano, para que no haya más deforestación ni más contaminación. Les digo a las comunidades: únanse.

–¿Y a las que aún no se deciden?

–Que si tienen miedo o no saben cómo empezar, piensen y vean todo el problema que trae esto. Si no tienen información por medio de escrito, en Internet están todos los formatos y ahí pueden revisar, pero el reto es tomar conciencia, donde se siembra transgénicos hay mucho desmonte; donde se siembran transgénicos hay contaminación del medio ambiente, del agua; matan abejitas, animales y hasta nosotros corremos ese riesgo. Por favor váyanse enterando de lo que sucede, porque si en sus comunidades no hay transgénicos, digan: ¡mejor que ni lleguen!

Daniela Barragán
Es periodista por la UNAM, con especialidad en política por la Carlos Septién. Los últimos años los ha dedicado al periodismo de datos, con énfasis en temas de pobreza, desigualdad, transparencia y género.
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