El anonimato de los participantes, la espontaneidad, un sector social desfavorecido y el carácter altamente violento y pasional que genera en los participantes un sentimiento compartido “del deber cumplido”, son algunos de los ingredientes de los linchamientos en México.
Ciudad de México, 15 de noviembre (SinEmbargo).– Los linchamientos en México han tomado cada vez más fuerza. Tan sólo este 2015 se han registrado 63 casos, que son los que se tienen documentados. La inseguridad, el deterioro social y un vacío de Estado de Derecho son algunas de las hipótesis que han señalado los sociólogos para explicar el fenómeno.
El anonimato de los participantes, la espontaneidad, un sector social desfavorecido y el carácter altamente violento y pasional que genera en los participantes un sentimiento compartido “del deber cumplido” al hacerse justicia por propia mano, son algunas de las características de los linchamientos.
“El linchamiento es un fenómeno que tiene características altamente violentas. Se dan con mucha celeridad; es decir, son muy rápidos. Se realizan de manera espontánea y por autores anónimos”, explicó a SinEmbargo el profesor Raúl Rodríguez Guillén del Departamento de Sociología de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Azcapotzalco.
A nivel mundial, este fenómeno ha sido estudiado por sociólogos e historiadores. Un análisis realizado por el Consejo Nacional de Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet) de Argentina en abril de 2014, señala que en el caso particular mexicano, lo que analíticamente se construye como linchamiento ha traspasado los límites de las investigaciones académicas para convertirse también en un problema de agenda político-mediática.
En este sentido, destaca el reciente fenómeno de los grupos de autodefensas, que a decir del estudio, “reafirma nuevamente la problemática de este país en torno al fenómeno de las violencias punitivas y el castigo”.
Existen preguntas abiertas sobre el tema de los linchamientos, que en México suman al menos 429 casos, de acuerdo con el estudio actualizado de los “Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014)” de la UAM.
¿Qué lleva a las personas a cometer los linchamientos?, ¿qué factores políticos, económicos, sociales y culturales existen en el país para que esta práctica persista con el paso del tiempo?, son algunas de las interrogantes para entender este fenómeno.
“Los linchamientos han existido en distintos momentos. Se practicó mucho en la época de la Revolución Mexicana pero tenía un origen diferente; en ese tiempo se linchaba al del bando contrario y los que se dan en la época contemporánea tienen que ver con el fenómeno de la inseguridad y de la imagen negativa que se tiene de las autoridades desde la sociedad”, refirió el doctor en Ciencia Política, Raúl Rodríguez.
El concepto de linchamiento presente en el Diccionario de la Real Academia de la Lengua, en su edición de 1984, fijaba el significado del verbo linchar como “castigar, usualmente con la muerte, sin proceso y tumultuariamente, a un sospechoso o a un reo”. Ya en su edición de 2001, esa obra de referencia define esa acción como “ejecutar, es decir, ajusticiar, dar muerte sin proceso y tumultuariamente a un sospechoso o a un reo”.
LOS DETONANTES
Académicos y organizaciones coinciden que los linchamientos en México se registran porque existe impunidad y una crisis de la autoridad que se expresa en el hartazgo de la gente hacia un Estado incapaz de resolver la seguridad de los ciudadanos.
Cuando hay un linchamiento es porque ya hubo una impunidad, los ciudadanos que toman la justicia por su propia mano desconfían de la justicia por parte del gobierno”, expresó Francisco Rivas Rodríguez, director general del Observatorio Nacional Ciudadano (ONC) en entrevista para SinEmbargo.
En lo que va del año suman 63 casos en diferentes estados de la República. Puebla, Estado de México y el Distrito Federal van a la cabeza de las entidades donde se registra el mayor número de linchamientos, de acuerdo con el registro de la UAM.
El último ocurrió el pasado 26 de octubre en el municipio de Amecameca en el Estado de México, donde los habitantes intentaron linchar a dos hombres quienes presuntamente mataron a puñaladas a un comerciante luego de asaltarlo.
“La inseguridad es un factor aparente para cometer los linchamientos, pero no es la causa de fondo, ésta tiene que ver con el no castigo a las personas que cometen un delito. Por ejemplo el robo, de acuerdo con cifras de la Procuraduría General de la República (PGR), se castiga en un 5 por ciento, estamos hablando de que hay un 95 por ciento de impunidad, la cual está asociada a diferentes factores como el no castigo, el castigo insuficiente o la corrupción”, detalló el profesor Raúl Rodríguez.
Añadió que donde no se castiga o se deja impune un delito crece la indignación de la gente y en un momento determinado se puede expresar en un linchamiento.
Por ello, distintos análisis de este fenómeno llevan a la conclusión de que las personas que participan en un linchamiento lo hacen con la firme convicción de que están haciendo lo correcto y no visualizan que también ellos están cometiendo un delito.
“Las personas que cometen un linchamiento no alcanzan a ver que también están cometiendo un delito, piensan que es algo justo”, expresó el investigador de la UAM.
“Estamos viendo una especie de juicio hacia los presuntos culpables, no se les entrega a las autoridades porque saben que no van a hacer nada”, opinó el Doctor Rogelio Luna Zamora, investigador del Departamento de Sociología de la Universidad de Guadalajara en entrevista con este medio digital.
Para los especialistas en Sociología, las guardias comunitarias, el vigilantismo y los linchamientos son fenómenos que nos hablan de una crisis de autoridad y que, en el contexto nacional, forman parte de una crisis del Estado.
Para realizar el estudio “Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014)” los investigadores Raúl Rodríguez Guillén y Norma Ilse Veloz Ávila llevaron a cabo el seguimiento en diarios, radio y televisión de las noticias que informaban de presuntos linchamientos.
A partir de esa base de datos, hicieron una clasificación de los casos reales de linchamiento y de otros fenómenos parecidos como el vigilantismo.
“El vigilantismo se da a partir de la formación de grupos de vigilantes en colonias, barrios y pueblos, pueden ser guardias comunitarios que dan seguridad a la comunidad y que se organizan haciendo rondines nocturnos y a veces diurnos, pero éstos están organizados y cuentan muchas veces con armas. Se caracteriza porque detienen a los delincuentes, los golpean hasta causarles lesiones graves, incluso les quitan la vida”, enfatizó Raúl Rodríguez.
Enfatizó que en los lugares donde ocurre esta práctica, los pobladores cuelgan mantas y advertencias, como: “No vengas aquí porque si te agarramos te vamos a linchar”.
LA EVIDENCIA EN FOTO Y VIDEO
Uno de los aspectos preocupantes que han estudiando los sociólogos es la introducción del video como percepción pública del linchamiento.
El 31 de agosto de 1996 en la comunidad de Tatahuicapan en el municipio de Playa Vicente, Veracruz, Rodolfo Soler Hernández, fue linchado por los pobladores, quienes lo acusaron de violación y asesinato de la señora Ana Borromeo.
El hecho fue filmado y difundido días después en los medios de comunicación nacional. Las imágenes mostraban a una multitud (hombres, mujeres y niños) realizando un juicio popular en contra del acusado, a quien se decide inmolarlo.
El único detenido fue una persona identificada como Sergio Madrigal, único del pueblo que posee cámara y filma todo el suceso.
“Respetamos lo que el pueblo decidiera. Nosotros, como familia, no somos tampoco jueces. Si el pueblo decide que se linche, que se linche. Si el pueblo decide que se mande a presidio, que se mande. Por eso estamos recabando todas las firmas. Nos dijeron que quieren un acta, que se elabore un acta donde vayan plasmadas las firmas del pueblo”, dijo el esposo de la señora Borromeo en un extracto recogido por Carlos Monsiváis en el texto “Justicia por propia mano” publicado en un fascículo de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos (CNDH) en 2002.
Hasta el momento, el único linchamiento transmitido en vivo en televisión nacional fue el ocurrido el 23 de noviembre de 2004 en la comunidad de San Juan Ixtayopan en la delegación Tláhuac del Distrito Federal.
“El único linchamiento transmitido en vivo fue el de Tláhuac, en esa ocasión uno podía ver a los camarógrafos filmando el hecho, sin ningún código de ética para divulgar estas imágenes”, comentó el investigador Raúl Rodríguez .
Los habitantes lincharon a dos agentes de la Policía Federal Preventiva, Víctor Mireles Barrera, Cristóbal Bonilla y Édgar Moreno Nolasco, cuando arribaron a la comunidad a realizar labores de investigación en contra de narcomenudeo.
Los pobladores aseguraron haber sorprendido a los agentes tomando fotografías a menores de edad por lo que fueron acusados de ser secuestradores. Al menos 300 personas participaron en el linchamiento golpeando a los uniformados y atándolos a los postes de luz para quemarlos vivos.
En esa ocasión, la Comisión de Derechos Humanos se pronunció al respecto y declaró que lo sucedido mostraba “las repercusiones que puede tener la impunidad por parte de las autoridades que no han procurado justicia”.
Por estos hechos, el entonces Presidente de México Vicente Fox Quesada, removió de su cargo a Marcelo Ebrard Casaubón, quien era Secretario de Seguridad Pública del Distrito Federal.
En México existen pocos casos donde se lleva a la justicia a los participantes en un linchamiento, pese a estar prohibidos en la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos en su artículo 17: “Ninguna persona podrá hacerse justicia por sí misma, ni ejercer violencia para reclamar su derecho”.
En el año 2002, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) expuso que los autores (quienes participan en un linchamiento) no son delincuentes habituales que actúan de forma individual o en bandas criminales, sino en su mayoría son ciudadanos comunes que ingresan a la categoría de delincuentes por participar en este hecho criminal.
“A pesar de la naturaleza efímera, el acto violento cometido de forma extralegal confiere a los participantes –ya sea instigadores, autores materiales o encubridores– existe una complicidad reforzada con el anonimato y que al mismo tiempo propicia la impunidad: cuando son todos, ninguno es el culpable”, describe el estudio Linchamientos en México: recuento de un periodo largo (1988-2014).