Un murciélago vampiro brasileño prefiere, igual que Drácula, la sangre humana

15/01/2017 - 4:55 pm

La ración habitual de sangre de los murciélagos vampiro equivale a una cucharada, que obtienen en vuelo nocturnos y ataques a grandes aves.

Murciélagos de la especie Diphylla ecaudata. Foto: EFE.
Murciélagos de la especie Diphylla ecaudata. Foto: EFE.

Río de Janeiro, 15 de enero (EFE).- Separados por más de 10 mil kilómetros, Brasil y Rumania no tienen a priori muchas cosas en común, aunque un descubrimiento de científicos brasileños puede poner en serios apuros el honor rumano de tener el único vampiro del mundo que se alimenta de sangre humana, el famoso conde Drácula.

Al personaje más famoso de la región rumana de Transilvania le ha salido competencia en el noreste de Brasil: el murciélago de la especie Diphylla ecaudata, también conocido como murciélago vampiro de las patas peludas o de doble escudo.

Se trata de una de las tres especies de murciélago-vampiro que hay en el mundo, todas ellas en América (entre México y el sur de Chile y Argentina) y de las que hasta ahora, sólo se tenía constancia de que una de ellas se alimentaba de sangre humana.

Investigadores brasileños descubrieron que el pequeño mamífero ha pasado a alimentarse de sangre humana debido a la "degradación" en el ecosistema local causada por el hombre.

Según explica a EFE el líder del equipo, el biólogo y Mestre en Ecología Enrico Bernard, del Departamento de Zoología de la Universidad Federal de Pernambuco (UFPE), el murciélago vampiro vive en una cueva en el Parque Nacional de Catimbau (estado de Pernambuco, noreste de Brasil) y a unos 300 kilómetros de Recife, la capital regional.

El parque, en el que se calcula que hay unas 2 mil cuevas, tiene una de las últimas áreas de caatinga de Brasil, un bioma exclusivo del país, con un clima muy seco y un chaparral semiárido que se caracteriza por una flora desértica y xerófila, y un bosque espinoso.

Bernard y su equipo llevaban "tres años controlando" una de las cuevas de la zona, en la que había "una colonia del murciélago en la entrada".

Tras analizar unas 70 heces de la colonia de Diphylla ecaudata, de las que lograron muestras de ADN en 15, su sorpresa fue mayúscula cuando descubrieron que, además de restos de gallina, en tres de las muestras había ADN humano.

Para el biólogo brasileño, la explicación es clara: "El ambiente de fuera fue degradado, los animales de los que se alimentaba el murciélago-vampiro fueron muertos" y con un panorama de "comida escasa", los mamíferos pasaron a alimentarse de sangre humana.

Según Bernard "en el Parque Nacional de Catimbau no hubo un proceso de expropiación" de las personas que vivían en él cuando fue declarado Parque Nacional, en agosto de 2002, por lo que hay presencia humana, generalmente en viviendas "precarias y de poca protección".

Ello habría facilitado que, ante la falta de grandes aves, su alimento habitual, los murciélagos vampiro aprovechasen la presencia humana para buscar una nueva fuente de alimentación.

La ración habitual de sangre de los murciélagos vampiro equivale a una cucharada, que obtienen en vuelo nocturnos y ataques a grandes aves.

De la sangre de sus presas los Diphylla ecaudata procesan su principal ingrediente, la grasa. En los mamíferos como el hombre, en cambio, la sangre es más espesa y suele tener un alto contenido de proteína.

Ante la nueva situación, Bernard asegura a EFE que "no debe cundir el pánico", si bien admite que puede tener consecuencias para la salud pública por las posibles enfermedades que transmita el murciélago, principalmente, la más grave de ellas, la rabia.

"Los murciélagos transmiten una serie de enfermedades. Si esta especie se está alimentando de sangre humana, nos enfrentamos a un problema de salud pública potencial", resalta Bernard.

En Brasil, precisamente, se registró en 2005 el mayor brote de rabia humana transmitida por murciélagos de la historia del país, en el estado de Maranhao (noreste), que acabó con 20 muertos por la enfermedad.

El descubrimiento de los investigadores brasileños fue publicado en diciembre en la revista científica Acta Chiropterologica, la más importante del mundo sobre murciélagos.

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