La investigación inicial encontró que la muerte del niño ocurrió como consecuencia del abuso sufrido a manos de su madre y el novio, y que los funcionarios del Departamento de Servicios de Niños y Familias (DCFS) tendrían que haber actuado con más diligencia para evitar la tragedia.
Por Francisco Castro
Los Ángeles/Ciudad de México, 14 de diciembre (La Opinión/SinEmbargo).- Pena de muerte. Ese fue el castigo que un jurado recomendó este miércoles en el caso de Isauro Aguirre, encontrado culpable por la muerte del niño Gabriel Fernández en mayo de 2013.
Las siete mujeres y cinco hombres que conformaban el jurado deliberaron por siete horas durante tres días en la fase de sentencia de Aguirre, un ex guardia de seguridad de 37 años, antes de emitir su veredicto.
La madre del chico, Pearl Sinthia Fernández, de 34 años, tendrá un juicio por separado.
“La pena de muerte está justificada por lo que (…) hizo a Gabriel Fernández”, aseguró durante la fase de sentencia el fiscal Jonathan Hatami al presentar sus argumentos de cierre ante el jurado.
“No hay nada peor en nuestra sociedad que un hombre -ya crecido- torturando y asesinando a un pequeño niño”, enfatizó.
Por su parte, la defensa pidió a los jurados que otorgaran al convicto una cadena perpetua sin posibilidad de libertad condicional.
“Él no es un peligro para nadie. ¿Debe Isauro recibir la muerte? La respuesta es no”, argumentó John Alan, abogado defensor de Aguirre, quien presentó a su defendido como “amable”, “compasivo” y “paciente”, según testimonio de personas que trabajaron con él en un centro de cuidado de personas mayores.
El latino fue hallado culpable el 15 de noviembre de la muerte del menor por el mismo jurado que decidió su sentencia.
EL CASO
Gabriel Fernández residía en Palmdale,con su madre y Aguirre. Murió el 24 de mayo de 2013 luego de ser trasladado a un hospital local.
La investigación inicial encontró que la muerte del niño ocurrió como consecuencia del abuso sufrido a manos de su madre y el novio, y que los funcionarios del Departamento de Servicios de Niños y Familias (DCFS) tendrían que haber actuado con más diligencia para evitar la tragedia.
Durante el juicio, los fiscales mostraron fotografías del cadáver del pequeño en las que se podían ver los rastros de las torturas, demostrando que Gabriel fue golpeado, pateado, quemado, cortado y humillado hasta la muerte.
El hermano mayor de Gabriel reveló en su testimonio que el pequeño fue obligado a vestirse como una mujer y a menudo era maquillado.
También fue obligado a dormir en un espacio de pequeñas dimensiones, atado de pies y manos y con una media taponándole la boca. Incluso lo hacían comer heces de gato y arena.
La fiscalía aseguró que Aguirre, de 6’2″ pies de estatura (1.88 metros) y 270 libras (122 kilos), golpeó y pateó al niño tan fuerte como para hundir las paredes del departamento donde vivían, todo al parecer porque creía que el menor era gay.
Después, presuntamente escondió y limpió las evidencias antes de llamar al servicio de emergencias.
Un gran jurado que deliberó previamente sobre el caso encontró que Gabriel había sufrido abuso físico durante al menos ocho meses.