La construcción sociocultural de la división del trabajo domestico merma en la cantidad de horas que las mujeres dedican en la recolecta y acarreo de agua. Si bien, no existe una medición precisa sobre el dato las expertas señalan que esto tiene peso sobre su tiempo de ocio, así como, sobre la sobrecarga en sus actividades de trabajo remunerado y no remunerado.
A pesar de las mujeres se han ubicado como las principales cuidadores y abastecedoras del agua han sido excluidas de los modelos de gestión, incluso de aquellos que tiene una escala comunitaria. Los factores son múltiples, quizá, el más relevante sea la falta de papeles que comprueben la propiedad sus tierras, por ende son excluidas de los consejos de toma de decisiones.
Ciudad de México, 13 de octubre (SinEmbargo).– Juana Mota habita en la colonia Ermita, en Iztapalapa. Dice que es “más afortunada” que otras mujeres que tiene que acarrear agua con regularidad. Juana cuenta con dos tinacos. A pesar de los problemas de escasez que se vive en esta zona de la capital mexicana, tiene cierto suministro contaste. Pero esto no significa que no sea propensa a otra clase de riesgos.
Como muchas otras mujeres, Juana ha tenido que acarrear agua en múltiples ocasiones invirtiendo alrededor de 7 horas en cada vuelta. Cuando tiene que hacer uso de las pipas se encuentra con sus vecinas, algunas ya acostumbradas a ocupar puestos de vigilancia nocturna en espera de los enormes contenedores de agua. Han sabido organizarse, por lo que ahora algunas se encargan de las largas filas para requerir las pipas; otras de las esperas en la madrugada y algunas más del acarreo. Todas “dispuestas a hacer lo que sea para tener agua”.
La problemática de la gestión del agua enfrenta diferentes niveles de desigualdad en la distribución y accesos. Y es peor entre los sectores económicos bajos, y entre mujeres y hombres. Pero son las mujeres pobres de la zona rural las que sufren la falta de infraestructura y el desabasto.
Curioso para un país en donde la mujer, desde las historias más antiguas, tienen la relación más estrecha con el agua. Cuentan algunas leyendas que el territorio cercano al Río Grande o Chignahuapan, hoy Lerma, habitado por matlazincas y otomiés, era regido por una extraña mujer con cola de serpiente acuática. Se decía que detrás de los tules y hierbas de las 9 lagunas que rodeaban al cerro de Xicantécatl –hoy Nevado de Toluca- podía verse a la mujer desnuda, acompañada de acociles y ajolotes. La Tlanchana, espíritu mágico y madre del agua, era la cuidadora del recurso, proveedora del mismo y de los alimentos que ahí se cultivaban.
La historia de la Tlanchana ha logrado superar el mito. Hoy, las mujeres se han convertido en las cuidadoras y principales proveedoras del agua. Pero las políticas de gestión las han mantenido al margen de las decisiones de infraestructura, orden y resolución del conflicto. A pesar de ello, las mujeres insisten e invierten una buena cantidad de horas que mitigan en su salud y en el uso libre de su tiempo.
LA DESIGUALDAD COMIENZA CON LOS USOS
Los hombres y las mujeres tiene una relación distinta con el agua. Comenzó con los mitos que relacionaban lo femenino con la fertilidad y la docilidad del elemento y continuó hasta nuestros días a través de relaciones sociales que las han convertido en sus defensoras y en sus principales proveedoras. De la mayoría de las mujeres continúa dependiendo la disponibilidad del líquido en el ámbito doméstico, ya sea para desarrollar actividades de limpieza, elaboración de los alimentos y cuidado ante los problemas de infección o deshidratación; ámbitos en los que se expresan las diferencias de poder entre hombres y mujeres.
De acuerdo con la Encuesta Nacional de uso del Tiempo del 2014, las mujeres dedican en promedio 29.8 horas a la semana en trabajo doméstico no remunerado, mientras que los hombres solo invierten 9.7 horas. En labores de limpieza, incluyendo el cuidado de ropa y calzado, las mujeres invierten 14.6 horas a la semana, mientras que los hombres invierten a penas 5.8.
Para la investigadora Brenda Rodríguez, experta en género y agua, la desigualdad comienza
desde los usos. Los roles asignados entre hombre y mujer han provocado que estas tengan una relación más estrecha con el líquido de tal manera que conocen diversas formas de usarla y reutilizarla.
“Si le preguntas a hombres y mujeres, ¿Para qué utilizas el agua? podrá decirte dos o quizá tres usos: aseo personal, limpieza de mascotas y automóvil. Al preguntarle a las mujeres te describirán más de 20 actividades. Son los mandatos culturales las que nos convierten en encargadas del trabajo domestico”, destaco la investigadora.
La construcción sociocultural de la división del trabajo domestico merma en la cantidad de horas que las mujeres dedican en la recolecta y acarreo de agua. Si bien, no existe una medición precisa sobre el dato las expertas señalan que esto tiene peso sobre su tiempo de ocio, así como, sobre la sobrecarga en sus actividades de trabajo remunerado y no remunerado.
En el 2012, el Instituto de las Mujeres de la Ciudad de México junto a otras organizaciones, llevo a cabo un estudio en la delegación Iztapalapa que develó que el 41 por ciento de las mujeres que acarrean agua en la demarcación invierten alrededor de cuatro horas en la labor, mientras que solo un 25 por ciento de los hombres lo hace.
En algunas zonas de Iztapalapa las mujeres invierten hasta 30 horas de trabajo, que deberán sumarse a actividades de trabajo doméstico y cuidado; casi 60 horas a la semana son invertidas por las mujeres para el cuidado de niñas, niñas y ancianos, cifra considerablemente alta frente a las 22 horas semanales con la que colaboran los hombres.
El estudio denominado Agenda de Género y Agua en Iztapalapa: Acciones para el disfrute del derecho humanos al agua reconoce que “tanto para las mujeres que trabajan de tiempo completo en el hogar como para las que tienen un trabajo remunerado, la solución de los problemas del agua implica una sobrecarga de trabajo. La poca disponibilidad de tiempo para el descanso, el desarrollo de actividades políticas o de formación profesional, limita las posibilidades de desarrollo de las mujeres”.
La situación suele ser peor en las áreas rurales. Rodríguez destaca que en algunas comunidades de las zonas altas de Chiapas los terrenos sin infraestructura agregan obstáculos que tienen un impacto en el tiempo, el desgaste físico y el desarrollo. Mujeres, niñas y niños tienen que reajustar sus agendas para poder transportar el agua, por lo que muchos infantes suelen dejar de asistir a la escuela. Lo mismo ocurre en la Ciudad de México en temporada de crisis, en donde los niños dejan de ir a la escuela por falta de instalaciones sanitarias en condiciones de higiene.
“México tiene 206 mil 155 escuelas públicas, de las cuales 42 mil 617 obtienen agua de un pozo o de un camión cisterna, mientras que 6 mil 489 no tienen acceso al agua. En la Ciudad de México más de 120 escuelas públicas de nivel prescolar, primario y secundario tiene que obtener agua de fuentes distintas a las de la red pública de distribución” Informe de la visita a México del Relator Especial sobre el derecho humano al agua potable y el saneamiento”
SALUD DE LAS MUJERES EN RIESGO
En el 2017 el Relator Especial sobre el derecho humano al agua potable y el saneamiento, Léo Heller, realizó una misión a México que tuvo como resultado un informe en el que destacó : “las limitaciones de acceso y disponibilidad de agua y saneamiento en México tiene un impacto desproporcionalmente negativo para mujeres y niñas”. Al relator le llamaba la atención la cantidad de horas y kilómetros recorridos por ellas para poder tener que beber. Asimismo, alertaba que la falta del recurso pone en riesgo la salud de las mujeres, ya que se pueden generar infecciones en la vejiga, riñones y vagina.
En el 2016 la ONU Mujeres estimaba que en el mundo entero 335 millones de niñas habían ido a escuelas primarias y secundarias donde no han podido lavarse las manos después de cambiar su compresa sanitaria.
En su informe general sobre la equidad de género, Heller, hace especial énfasis en la necesidad de contar con agua durante el periodo de menstruación, ya que lo métodos sanitarios antihigiénicos y el uso de agua contaminada para la higiene menstrual pueden generar enfermedades y a su vez impedir la asistencia a la escuela y el trabajo.
Durante el acarreo existen otros riesgos, entre ellos, las agresiones sexuales sufridas en la noche en los lugares donde se obtiene el agua o bien, por parte de quienes la distribuyen.
Entre las vecinas de Iztapalapa se reconoce a “los piperos” como agresores, por lo que son las mayores las que procuran atenderlos debido a que las niñas y jóvenes suelen ser víctimas de los comentarios o miradas lascivas por parte de los hombres.
ASUNTO DE JUSTICIA SOCIAL
Micaela Bocanegra, académica experta en agua, afirma que el problema del agua debe alcanzar una perspectiva distinta ya que hasta el momento se ha tratado desde una mirada “técnica y masculina”. Para ella, incluir a las mujeres – que han acumulado años de experiencia en el conflicto- podría contribuir en el planteamiento de soluciones reales.
Es por ello que promueve acciones de participación política con el que las mujeres puedan reconocer su derecho al agua y su participación en la gestión como una garantía fundamental reconocida por diferentes instancias nacionales e internacionales; como lo es la Ley de Aguas Nacionales por la que diferentes grupos de la sociedad civil trabajan para que se incluya la perspectiva de género.
“Incorporar la perspectiva de género es un asunto de justicia social”. Brenda Rodríguez
A pesar de las mujeres se han ubicado como las principales cuidadores y abastecedoras del agua han sido excluidas de los modelos de gestión, incluso de aquellos que tiene una escala comunitaria. Los factores son múltiples, quizá, el más relevante sea la falta de papeles que comprueben la propiedad sus tierras, por ende son exluidas de los consejos de toma de decisiones.
A esto se suma la falta de voluntad política por parte de las instituciones. Hasta ahora ninguna mujer ha presidido el organismo máximo de gestión de agua, hace a penas tres meses se anunció la entrada de Blanca Giménez Cisneros como nueva directora general de La Comisión Nacional del Agua (CONAGUA), por lo que las expertas y defensoras tienen grandes expectativas sobre su llegada.
En una entrevista para el periódico El País, el brasileño Léo Heller, afirmó que de poco sirven los cambios en infraestructura si no se tiene en cuenta a las mujeres y las niñas, insistiendo en que son ellas las principales víctimas de los problemas de higiene y violencia sexual.
“Las mujeres no estamos invisibilizadas en los problemas del agua, estamos subrepresentadas y cuando estamos no todas tienen formación de género”. Brenda Rodríguez.
DEFENSORAS DEL AGUA Y EL TERRITORIO
Una actividad que no es poco común, pero si poco reconocida, es el de las mujeres defensoras del agua por lo general ligadas a las luchas por la defensa del territorio. A pesar de la represión muchas de ellas salen dispuestas a entregar la vida por el sitio en el que viven y del que protegen su naturaleza.
En julio del 2018, Dominga González Martínez fue sentenciada a 50 años de prisión acusada de homicidio y privación de la libertad, delitos que el Centro de Derechos Humanos Zeferino Ladrillero ha sostenido no puede ser sustentando. Su verdadero delito fue defender el agua y el territorio de San Pedro Tlanixco localizado en las cordilleras del nevado de Toluca y de donde ella es originaria.
La indígena nahua lleva más de 11 años recluida en el penal de Santiaguito, en el Estado de México. La sentencia fue recibida 10 años después de permanecer en prisión como sospechosa por la muerte del empresario Isaak Basso, ocurrida el 1 de abril del 2003.