Los ciclistas salieron a las calles tras el sismo del 19 de septiembre en la Ciudad de México, ofrecieron su esfuerzo y su bicicleta para trasladarse a las zonas de desastre y apoyar en todo: movilizar víveres, palas, picos, cascos... y más tarde para verificar información sobre posibles derrumbes y necesidades en los distintos centros de acopio.
Quienes cotidianamente pedalean en la capital del país para trasladarse a sus centros de trabajo o a la escuela también se convirtieron de un momento a otro en héroes: con su equipo de seguridad –como el casco y los guantes– viajaron kilómetros sobre ruedas para apoyar a los ciudadanos en desgracia y a quienes trabajaron horas y horas en las labores de rescate.
Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).– Pedalear para ayudar. El día en que la tierra se sacudió y colapsó las vías de acceso, paralizó transporte público y automóviles en la capital del país, esa tarde en la que la gente se vio obligada a caminar largas distancias para llegar a casa y abrazar a sus seres queridos en un acto de celebrar la vida, los ciclistas también fueron héroes y transportaron todo lo urgente.
De manera espontánea salieron a las calles tras el sismo del 19 de septiembre en la Ciudad de México y ofrecieron su cuerpo y su bicicleta, primero para trasladarse a las zonas de desastre para apoyar; después para movilizar víveres, palas, picos, cascos, y más tarde para verificar información sobre posibles derrumbes y necesidades en los distintos centros de acopio.
Quienes cotidianamente pedalean para trasladarse a sus centros de trabajo o a la escuela se convirtieron de un momento a otro en héroes: su equipo de seguridad -como casco y guantes- los hizo candidatos exprés para apoyar inmediatamente en las labores de rescate.
Los ciudadanos sobre dos ruedas demostraron que la bicicleta es un medio viable que merece un espacio seguro y viable en esta urbe. Así lo dejó en claro Areli Carreón, miembro fundador de la organización civil Bicitekas.
"Este ejercicio ciudadano durante el sismo y todo el proceso de rescate y solidaridad que se desató en la ciudad vino a demostrar con toda claridad que efectivamente la bici es una opción de movilidad y que amerita tener un espacio seguro que lo haga accesible para todo el mundo, todos los días, en toda la ciudad", destaca la activista.
José Luis Mata López, ciclista urbano desde hace más de una década, recuerda que el 19 de septiembre acudió a una junta de trabajo en Avenida Insurgentes y como es común, se movilizó en bicicleta.
Vio, rememora, cómo la ciudad se colapsó por un momento, cómo las opciones de movilidad se cerraron. De pronto había muchas personas con pala y pico dispuestas a ayudar en las zonas de derrumbe, pero era complicado movilizar víveres y equipo de trabajo en auto o camioneta.
El arquitecto de profesión, dice, apoyó inmediatamente después del terremoto y lo hizo con el recurso que tenía a la mano: su bici. Comenzó a trasladar todo lo necesario, pedaleó –como miles de capitalinos– kilómetros y kilómetros para hacer llegar lo indispensable a los sitios precisos.
"Muy claramente demostramos que es un modo de movilidad resilente, está a prueba de fallos: no importa si no hay electricidad, si no hay combustible, si las calles no están listas para permitir el paso de vehículos grandes, etcétera. La bicicleta lo logra sin importar cuál es la dimensión de la catástrofe, sigue siendo un modo de movilidad que permite la carga de materiales y el transporte de personas", explica Carreón.
Y como las cadenas que se replicaron por varios puntos de la capital, donde de mano en mano la gente se pasaba botes llenos de escombros, los talleres de reparación de bicicletas ofrecieron servicio gratis a los ciclistas solidarios. Así se sumaban los eslabones, impulsados por ver a los demás en acción, luchando por sacar a flote al país.
Beatriz García Astorga, dueña de Astorga Bike, un local en donde se reparan y venden bicicletas, se inspiró principalmente en los millenials que vio por decenas pedaleando sin cesar, y decidió abrir las puertas de su taller para hacer reparaciones sin costo para que la solidaridad en ruedas no cesara.
"Estos que nosotros decimos que son los millenials: egoístas que se la pasan en las redes sociales, que no hacen nada [...], cuando los vi dije 'estamos salvados, estamos librados porque cuando pasó esto ellos estuvieron'", dice conmovida.
"La sociedad generó vínculos afectivos ante la situación adversa. La voluntad de apoyo, la capacidad de tender la mano sin conocer al prójimo eso habla de una raíz humana en la sociedad", considera José Luis.
La fundadora de la organización de ciclismo urbano en la capital del país critica la desigualdad que reina en la sociedad y afirma que aún antes del terremoto ya se vivía en medio de la tragedia.
"Hay una gran cantidad de personas que ya estaban damnificadas antes del sismo, o sea, que ya vivían en condiciones muy precarias y lo que hizo el temblor fue venir a develar a una clase social que generalmente no sale de la burbuja de bienestar instalada en las delegaciones centrales de la ciudad y [con el temblor] voltearon a ver", afirma García Astorga.
La activista llama a no esperar un temblor y cuestionar la desigualdad, la corrupción y exigir un cambio, "para construir una ciudad y un país más equitativo, más justo y amable para todos".