El chico sin rostro ni ojos, cuyos despojos fueron encontrados a pocas horas de la desaparición de los 43 estudiantes de Ayotzinapa, es recordado en una antología de textos llevada a cabo por Jorge Belarmino Fernández
Ciudad de México, 14 de octubre (SinEmbargo).- Antes que nada, si usted quiere leer este libro hecho con mucha prisa pero mucha emoción en cinco semanas, puede hacerlo en forma gratuita entrando a la página de la Brigada para Leer en Libertad.
Se trata de un resumen de textos en homenaje a Julio César Mondragón Fontes, quien en el amanecer del infierno que fueron las calles de Iguala, Guerrero, durante las sombras entre el 26 y 27 de septiembre de 2014, fue encontrado sin rostro y sin ojos en alguna esquina que todavía no se ha determinado.
“Algunos frecuentes señalan cierta esquina sobre el Periférico, una anónima cruz indicará luego que estaba en un terregal a dos cuadras y tal vez nadie constató en verdad el hecho”, dice el escritor y periodista Jorge Belarmino Fernández, responsable del libro que se presenta por estos días en la Feria Internacional del Libro del Zócalo.
Con textos de Marcela Turati, Blanche Petrich, Luis Hernández Navarro, familia Mondragón Fontes, Sayuri Herrera, Dr. Ricardo Loewe, Cesar Navarro, Tatiana Coll, Nadia Godoy, Tryno Maldonado y Diana del Ángel, el libro Julio César Mondragón intenta reconstruir los rasgos de un niño martirizado, cuyo sufrimiento no debe quedar en el olvido.
“Al Chilango, como sus condiscípulos llamaban a Julio, la cruel tortura en vida, que muy probablemente fue el motivo del fallecimiento, y la fotografía de su rostro sin piel ni ojos circulando por el mundo entero, lo salvan del completo silencio”, dice el autor.
¿Qué clase de policía, qué clase de persona puede hacer algo así?, se pregunta un dirigente de la Normal de Ayotzinapa.
EL PRESUNTO TORTURADOR
Lo último que se sabe de Julio César Mondragón es que al intentar huir de los ataques la fatídica noche del 26 de septiembre de 2014, cayó herido y fue levantado por una patrulla.
Según la Procuraduría General de la República (PGR), al mando del vehículo va el policía segundo Luis Francisco Martínez Díaz, un agente de 40 años a quien luego se acusará de torturar hasta la muerte al estudiante y de ser el tercero en la cadena que dirige Guerreros Unidos, el grupo mafioso responsable –siempre conforme a la versión oficial- de las desapariciones.
LOS GUERREROS UNIDOS
Los Guerreros Unidos fueron los culpables en la desaparición de los normalistas, que pasaron a sus manos por obra de las policías municipales de Iguala y Coyuca, es la afirmación oficial tras los hechos de septiembre de 2014. “La diáspora criminal precipitó que las regiones indígenas del estado se convirtieran en zona de refugio natural del crimen organizado. De esta manera, además de padecer la violencia contrainsurgente, la de la delincuencia tradicional y la de la pobreza, los indígenas guerrerenses comenzaron a sufrir la del crimen organizado”, dice Luis Hernández en su libro Hermanos en armas.
JULIO CÉSAR MONDRAGÓN, UN CASO APARTE
El 7 de noviembre de 2014 Jesús Murillo Karam confirmó totalmente la hipotésis oficial, sin nombrar a Julio César Mondragón. ¿Por qué no vincular su caso a los demás si el supuesto asesino pertenece presuntamente también al liderazgo de Guerreros Unidos?, se pregunta Jorge Berlarmino Fernández.
UN CASO CLAVE
Para el director del Centro de Derechos Humanos Miguel Agustín Pro, como para muchos otros, el caso de Julio César es clave para el esclarecimiento y todo el expediente porque podría ayudar a explicar los móviles de los hechos.
LA NEGACIÓN DE LA BARBARIE
El rostro no tiene piel ni ojos porque se los retiró la fauna del lugar donde encontraron los restos. Esa es la conclusión a que llegó el Estado. Cuando antes de sepultar los restos del muchacho su familia decide la dolorosa toma de fotografías, no sabe que hay otras en uno de los expedientes y al tenerlas en las manos ocho meses más tarde, una de ellas se parece mucho a la difundida tras los hechos. Si es la misma, ¿quién la distribuyó a la prensa? Y ¿lo hizo sin contravenir las leyes?
SIN DERECHOS Y CON BOSTEZOS
“Sin hacerle conocer los derechos que tiene a Marissa (esposa de Julio César Mondragón), continuaron insistiendo con sus preguntas sobre los 43 desaparecidos. Sin responderles, finalmente les dimos las nuestras: -Díganos ¿quiénes desollaron y ejecutaron a Julio?, ¿Por qué lo asesinaron de tal modo, muestre el expediente, ¿qué datos tiene?, ¿cuál es la línea de investigación que sigue con respecto a lo que ocurrió con Julio? El fiscal entre bostezos anotaba las preguntas mientras miraba la hora en su reloj”, declaran a la prensa Marissa y Sayuri Herrera Román, la defensora de derechos humanos que sigue el caso de Julio César Mondragón.
UNA TORTURA PARA QUE SE SEPA
“Julio César Mondragón Fontes, estudiante de la Normal Rural de Ayotzinapa, perdió la vida en la masacre de Iguala. Nunca fue entregado a grupo delictivo alguno, como supuestamente ocurrió con sus 43 compañeros desaparecidos hasta hoy. El cuerpo no fue ocultado, sino expuesto, abandonado en una calle de Iguala. Arrancado el rostro, extraídos los ojos. Pronto esta imagen comenzó a circular en las redes sociales, alguien, no sabemos quién, le tomó una fotografía que pronto se hizo pública. El mensaje fue enviado. Es importante recuperar las significaciones inscritas en el cuerpo de Julio César, un mensaje que se ocuparon de allegarnos desde que le arrancaron la vida. Esa forma de matar, la técnica ocupada, no se practicó y planificó para no ser vista. Es la razón por la que abandonaron el cuerpo y no lo ocultaron, así fue desde que se tomó la foto y se reprodujo” (Sayuri Herrera)