Los síntomas se han manifestado en más de una década. Los mandatarios mexicanos se han pasado la batuta de un modesto crecimiento económico, en medio de un alza en el desempleo y el número de pobres. Año con año, los presidentes han tratado de contrarrestar los efectos de una mala conducción política económica y la realidad ha sobrepasado, por mucho, todas las expectativas.
Desde la crisis de 1994, cuando la economía mexicana se paralizó y millones de familias cruzaron el umbral hacia la pobreza, pasando por una falsa promesa de ser “el Presidente del empleo” –que dejó 8.6 millones de personas desocupadas– y los constantes fantasmas de la inflación, la devaluación y la falta de apoyo en los sectores productivos, así como un dolor crónico por la desigualdad social, México enfrenta una de las situaciones más “débiles” en su desarrollo.
Si fuera un cuerpo humano, la economía del país estaría francamente enferma. Tendría malestares en sus piernas, manos, corazón, estómago y cabeza, si éstos fueran representados por el trabajo, la educación, la calidad de vida y la política económica que no han dado resultados positivos. Pero también estaría lleno de células cancerígenas por la corrupción, un mal que ha dañado al país casi al punto del desahucio.
Por Daniela Barragán y Xanath Lastiri
Ciudad de México, 14 de septiembre (SinEmbargo).– El pasado 2 de septiembre, frente a la clase política, el Presidente Enrique Peña Nieto habló de cómo la economía mexicana avanza, de las reformas transformadoras, los grandes proyectos de infraestructura y las políticas públicas a favor de la productividad e inversiones generadoras de empleo.
Enumeró una a una cifras positivas que destacan la “aceleración de nuestra economía”: un mayor dinamismo del mercado interno y de estabilidad de precios, crecimiento del empleo formal, “un millón 424 mil puestos de trabajo formales”, precisó. Dijo que la inflación anual fue de 2.74 por ciento, “la más baja para un mes de julio desde hace 45 años”. Además, afirmó que otros indicadores de la actividad económica, como la construcción y el comercio, van a la alza y que la Inversión Fija Bruta creció 4.7 por ciento.
El panorama descrito contrasta con la opinión de los mexicanos. La encuesta “El futuro de México, ¿qué nos depara?” de la Alianza Nacional de Pequeños Comerciantes (Anpec) asegura que el poder adquisitivo del 80 por ciento de los mexicanos ha disminuido y el 90 por ciento vislumbra que el país “va de mal en peor”.
La realidad es que los factores que hacen bombear al corazón de México están dañados. El crecimiento anual del Producto Interno Bruto (PIB) se estancó en 2.4 por ciento en promedio. El empleo avanza a pasos lentos con una tasa de desocupación de 4.3 por ciento hasta el mes de agosto, pero con más gente trabajando en la informalidad, de acuerdo con cifras del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), además que la producción en algunos sectores se frenó.
A México le duelen las piernas y le cuesta trabajo caminar, dice la doctora María Fonseca Paredes, directora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey. “Puede ser porque está agotado o porque el camino es escabroso”, plantea.
“Le duele el estómago porque el 41 por ciento de las personas no tienen los ingresos suficientes para alimentarse”, considera por su parte Viridiana Ríos, directora de México ¿Cómo Vamos? De acuerdo con el Consejo de Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) hay 55.3 millones de personas en situación de pobreza, aunque si se mide por los mexicanos que no cuentan con los ingresos necesarios para satisfacer sus necesidades, la cifra se incrementa a más de 60 por ciento de la población.
En opinión de los analistas, si el crecimiento económico no se reactiva, la desigualdad económica se incrementará y será cada vez más difícil reducirla; la principal afectación será para los sectores más pobres en su bienestar y calidad de vida. Otro aspecto es que con un estancamiento económico, el país se vuelve menos rentable para la inversión; no hay incentivos para invertir en las empresas nacionales.
“Es una dinámica económica muy pobre. Los ingresos del sector público van a ser limitados, porque dependen en parte importante de la recaudación tributaria y eso está asociado a la actividad económica, entonces también los ingresos en el sector público, eventualmente se resienten y por lo tanto las ambiciones de mejorar la infraestructura, de invertir más en capital humano, educación o salud, se verán resentidas”, comentó Marcelo Delajara, director de Crecimiento Económico y Mercado Laboral del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY).
Por su parte, Luis de la Calle, economista y director de la consultoría de la Calle, Madrazo, Mancera (CMM), explicó que lo ingresos que genera la producción industrial son muy importantes para el crecimiento del país y que ante la crisis que hoy enfrenta Petróleos Mexicanos (Pemex) es necesario dejar la dependencia que tiene el PIB de lo que genera la empresa ya que “lo que ha frenado la producción es Pemex. Se ha convertido en un lastre para la economía de México porque no es intensivo en mano de obra sino en capital”.
Detalló que parte del desarrollo se debe también al empleo y “cuando se cae la tasa laboral se le quitan recursos a la economía”.
Pero México también sufre de malestar en su corazón por que está lastimado de injusticia, impunidad y corrupción reflejados en la desigualdad y el rezago en el que viven millones de personas.
“Lo que hace mover a los países es la cohesión social, la sensación de pertenencia, de justicia, de que uno está en un sistema donde las retribuciones al esfuerzo son más o menos justas. Eso, en México, está muy en entredicho”, piensa Marcelo Delajara.
Fonseca Paredes dice que la errada política económica de México se ha visto afectada por el factor de la desconfianza de la ciudadanía con el Gobierno actual, que por otro lado, no ha sabido dar explicaciones a los “ciudadanos de a pie” sobre las consecuencias económicas que se harán visibles en los próximos cuatro o cinco años.
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La actual situación no ha sido de recientes años, el país lleva avanzando a marchas forzadas por lo menos desde el llamado “Efecto Tequila”. Las promesas de los presidentes de erradicar la pobreza, alcanzar un ritmo de crecimiento de 6 por ciento y crear empleos se convirtieron en sueños imposibles.
A la crisis cambiaria de 1994, cuando el peso se devaluó en un noche 15 por ciento, le siguió una crisis financiera: hubo grandes salidas de capital y el PIB cayó más de 6 por ciento, aunque después la actividad económica se recuperó y a los dos años logró un 5 por ciento, pero durante los años siguientes sólo se llegó a un promedio anual de 3.4 por ciento del PIB entre 1996 y 2007.
De acuerdo con un estudio de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), “el débil crecimiento de la economía mexicana puede atribuirse, en un primer enfoque, a la falta de dinamismo de la inversión en un contexto caracterizado por la desinflación y la tendencia del peso a apreciarse en términos reales”.
Para 2012, el Gobierno federal ya había planeado una estrategia que haría impulsar la economía del país a través de las reformas estructurales, sin embargo con leyes a modo y planeación política económica poco favorable éstas aún no se han materializado y por el contrario, algunas han generado golpes a los mexicanos.
“El Gobierno federal hizo malabares para tapar todos los agujeros, creo que se logró con cierta gracia. Pero tenemos que entender que hay que cambiar profundamente nuestro sistema fiscal”, afirma Héctor Villarreal, director del Centro de Investigación y Económica y Presupuestaria (CIEP).
La Reforma Fiscal, pese a no incentivar la producción y el empleo, se convirtió en parte fundamental para el desarrollo económico del país y sustituyó las pérdidas por ingresos petroleros que pasaron de un tercio del total de ingresos en 2004 a sólo 20.6 por ciento en 2015, menos de una quinta parte, mientras que los ingresos tributarios aumentaron de 8.9 a 10.5 por ciento del PIB entre 2004 y 2014.
La situación se complica más por el contexto global: La incertidumbre en los mercados financieros globales, la normalización de la política monetaria en Estados Unidos, la caída en los precios del petróleo y los recientes eventos de incertidumbre asociados a las expectativas de crecimiento chino se han traducido en un incremento en la volatilidad.
“Cuando comenzó la administración de Enrique Peña Nieto, el dólar tenía una cotización de 12.93 pesos, pero este año rebasó primero los 16 y luego los 17 pesos por unidad hasta venderse en un precio de ventanilla de 17.50 pesos por billete verde, lo que hasta el momento ha tenido repercusiones en el poder adquisitivo de los mexicanos, sobre todo para los que viven en las entidades que colindan con Estados Unidos”, comentó Alejandro Díaz Bautista, profesor investigador del Departamento de Estudios Económicos del Colegio de la Frontera Norte.
Para el próximo año, el Gobierno Federal debe enfrentar retos importantes si es que quiere darle otro rumbo a la economía. Y en medio de eso, desafiar la corrupción que ha afectado de manera considerable todos los sectores de crecimiento.
El Banco de México señaló que para 2015, la corrupción le costó al país el equivalente al 9 por ciento del PIB, es decir, 1 billón 602 mil 986 millones 130 mil pesos. El Banco Mundial coincidió con la cifra y agregó que la cantidad podía compararse con el 80 por ciento de la recaudación de impuestos nacional.
“La corrupción tiene costo y es el uso ineficiente de los recursos en una economía en la que las empresas interiorizan los costos de operar bajo reglas corruptas que les ayudan a superar ciertas regulaciones o inversiones. Los costos son aquellos que refieren a la inversión extranjera perdida. Todo eso erosiona la competitividad del país, en el que estas prácticas están muy extendidas. Hay un uso ineficiente de los recursos públicos, tanto a nivel federal como estatal, que deberían ser utilizados para el bienestar de la sociedad”, dijo el investigador asociado de México Evalúa, Marcos Fernández.
En esta materia, comenta Liliana Ruiz Ortega de Fundar, a México le duele el corazón y el alma.
DEUDA
Actualmente, la deuda neta del sector público federal es de 7.1 billones de pesos corrientes, lo que significa el 18.4 por ciento más de lo registrado el año pasado; es decir, la deuda incrementó 1.1 billones de pesos en tan sólo un año. De acuerdo con la Secretaria de Hacienda y Crédito Público (SHCP), en 2012 la deuda representaba el 33 por ciento del PIB y en 2014 ya era del 39 por ciento.
Al respecto, Héctor Villareal Páez, director general del Centro de Investigación Económica y Presupuestaria (CIEP), comentó a SinEmbargo que “tenemos una tendencia de deuda muy preocupante que debe atenerse inmediatamente”.
El especialista explicó que –de acuerdo con la SHCP– se estima que la deuda para finales de este año sea de 48.5 por ciento, lo que significa que estaría 10 puntos porcentuales más que hace dos años.
Asimismo el 60 por ciento de la deuda interna del país se concentra en Certificados de la Tesorería (Cetes), por lo que si se incrementa la tasa de interés de la Reserva Federal habría una fuga de capital importante.
Datos del Banco Mundial detallan que México con precios actuales una deuda externa acumulada de un mil 283 billones de dólares.
PRODUCCIÓN
El sector industrial (el segundo que aporta más al PIB) creció de manera marginal en 0.7 por ciento en su variación anual hasta el mes de julio de este año, según datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (inegi).
Viridiana Ríos, directora de México ¿Cómo Vamos?, dijo que “en México hay zonas que no desarrollan otras industrias productivas que las propias de los estados y eso frena su crecimiento además de que hace falta una conexión con los mercados internacionales sobre todo en los estados que no conectan con fronteras”.
Durante el segundo trimestre de este año, las actividades económicas del sector servicios ( que aporta gran parte del PIB), se incrementaron 3.1 por ciento respecto al primer trimestre anterior. Sin embargo Héctor Villarreal comentó que “el problema es que los empleos de bienes y servicios son precarios, entonces poca gente se emplea en este sector y la producción baja al igual que el consumo”.
La actividad agropecuaria retrocedió de abril a junio de 2015 1.6 por ciento respecto al trimestre anterior.
“Tenemos un mercado interno relativamente débil, nuestra economía depende mucho de los choques del exterior […]Hay problemas en la oferta y demanda, en el marco judicial, los costos de producción son caros, además de que el mercado laboral también es débil”, aseguró el director general del CIEP.
La producción petrolera registró una caída del 5 por al cierre de julio pasado con respecto al mismo mes del año anterior con una producción de 2 millones 274 mil barriles diarios, asimismo durante este año el precio por barril alcanzó su mínimo histórico al cotizarse en 33.71 dólares.
“Tuvimos una bonanza petrolera cerca de 12 años; es una lástima, pero una gran parte de estos ingresos se lapidaron porque las grandes carretillas de dinero que llegaron a los estados se fueron directo a nómina”, comentó Héctor Villarreal.
EDUCACIÓN
Cifras de la OCDE del año pasado demuestran que México tiene un rezago educativo de un promedio de 8.6 años, mientras que el Coneval dio a conocer que 22.4 millones de personas no tienen acceso a la educación.
La Secretaría de Hacienda propuso para el próximo una disminución del presupuesto del 1.3 por ciento en lo ramos de educación, ciencia y tecnología así como salud.
“La inversión en infraestructura educativa es necesaria, la estrategia de la emisión de bonos para la educación en la Bolsa Mexicana de Valores (BMV) está bien, ya que sueldos y salarios se hubieran comido esos recursos que corresponden a ese sector tan demandante”, comentó Héctor Villarreal.
A principios de agosto de este año la Secretaría de Educación Pública (SEP) dio a conocer que más del 51 por ciento de los estudiantes mexicanos en el último año de educación media superior apenas dominan la suma y la resta, mientras que el 65 por ciento de los estudiantes de primer ingreso a la educación superior carecen de conocimientos en lingüística del español reveló por su parte la Asociación Nacional de Universidades e Instituciones de Educación Superior (Anuies) en marzo pasado.
La prueba PISA también demostró que más del 50 por ciento de los estudiantes mexicanos no cuenta con las competencias básicas que les permitan una inserción laboral exitosa en el sector formal y con las condiciones óptimas.
Para las universidades públicas, federales, estatales, tecnológicas, politécnicas e institutos tecnológicos el monto presupuestario que prevé la SHCP para el próximo año es de 115.5 mil millones de pesos, en tanto que para el Consejo Nacional de Ciencia y Tecnología el monto podría ser 9.1 mil millones de pesos.
Para Viridiana Ríos, de la Organización México ¿Cómo Vamos?, la educación es un factor importante para el crecimiento del país y opinó que “parte de la razón porque el Bajío está creciendo a tasas tan altas es porque ha generado una masa de estudiantes bien capacitados que pueden responder a las demandas de industria automotriz y aeroespacial”.
INFRAESTRUCTURA
En el discurso, la Secretaría de Comunicaciones y Transportes (SCT), presidida por Gerardo Ruiz Esparza, ha enfatizado en la importancia de fomentar la construcción de nueva infraestructura de transporte, sobre todo, al ferroviario; durante la actual administración, a esta entidad se le ha otorgado un presupuesto de 331 mil 222 millones 514 mil 894 pesos.
Sin embargo, este sector precisamente es el que más ha salido afectado por presuntos actos de corrupción con dos grandes constructoras: Grupo Higa y OHL, que han sido beneficiadas por el Gobierno federal y algunos estatales.
Estos casos no sólo han provocado consecuencias a nivel político, sino que también, y sobre todo, en la economía nacional. Por ejemplo, en enero pasado, la SHCP anunció un ajuste en este rubro por 11 mil 700 millones de pesos, y decidió cancelar la construcción del Tren de Alta Velocidad México-Querétaro para el que se tenía un gasto previsto de 40 mil millones 767 mil 54 pesos y generaría 20 mil empleos directos y 41 mil indirectos.
En este sentido, para el doctor Marcelo Delajara, director de Crecimiento Económico y Mercado Laboral del Centro de Estudios Espinosa Yglesias (CEEY), este actuar del gobierno ha demostrado poca congruencia con lo que anunció, “con mucha fanfarria”, a principios de 2014.
“El Gobierno federal sacó su Plan Nacional de Infraestructura 2014-2018, que preveía inversiones multimillonarias durante ese periodo de tiempo. Incluso estaban las obras detalladas una por una, pero lo que se ha observado con la cancelación del Tren a Querétaro es que ese Plan venía, de origen, con fundamentos débiles”.
En cuanto a la labor de los estados, éstos han aportado al poco avance de la infraestructura, que está íntimamente relacionado con el crecimiento. De acuerdo con Villarreal Páez, director general del CIEP, la infraestructura aún es ineficiente en algunas regiones del país y comentó que en la mayoría de las veces las administraciones estatales invierten poco de lo que reciben en este rubro.
EMPLEO
Los niveles de empleo en México, de acuerdo con la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), están aún en niveles inferiores en comparación con los meses previos a la crisis de 2008; de 2013 a 2014 se duplicó el trabajo eventual; y de enero a septiembre de 2014, de los 655 mil empleos que se crearon, 30 por ciento pertenecía a ese tipo de empleo, la cifra en comparación con el mismo periodo de 2013 se había duplicado, dice un estudio elaborado por el Centro de Investigación en Economía y Negocios (CIEN).
Para la doctora María Fonseca Paredes, directora de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, dadas las condiciones actuales de la economía nacional, la clase empresarial juega un papel importante en la generación de empleos bien remunerados, bajo la premisa de que una política de crecimiento económico, es una política de empleo.
“Los empresarios deben entender que no todo lo tiene que hacer el gobierno y es momento de tomar decisiones para saber si se procura el beneficio de muchos y no de unos pocos. La economía se puede activar pagando mejor, pero esto es apelar a la conciencia de los empresarios, que son los que verdaderamente pueden crear empleo dadas las condiciones actuales del sector público”, comentó Fonseca Paredes en entrevista con SinEmbargo.
De acuerdo con las cifras de la académica, la tasa de desocupación viene a la baja, pero considera desafortunadas las formas en que se está empleando a la gente, ya que suelen ser plazas que contratan gente sin experiencia y sin estudios avanzados, lo que da pie a empleos que no son de calidad, en términos del valor que se agrega a la actividad productiva ni a nivel salarial. “Esa no es una realidad deseable en la generación de empleos”, agregó.
SALARIOS
El salario mínimo para México es de 70.10 pesos para la zona A y de 68.28 pesos para la zona B. En comparación con el resto de los países que integran la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE), el de México es de los más bajos: los trabajadores ganan en promedio 0.6 dólares por hora de trabajo, con lo que resulta numéricamente imposible adquirir la canasta básica, que tiene un costo de mil 743 pesos.
Aunado a esto, las cargas fiscales, es decir, los impuestos que se cargan al salario de los mexicanos, también son de las más altas entre los países que integran a la OCDE.
Como lo indica Marcelo Delajara, los resultados de la Encuesta Nacional de Ingreso y Gastos de los Hogares de 2006 a 2014 hacen evidente una caída en esos ingresos equivalente al 15 por ciento en términos reales; es decir, que el poder de compra de los ingresos de las familias están 15 por ciento por debajo de lo que estaban en 2006.
“Si el débil crecimiento de México continúa, los ingresos que se perdieron, específicamente después de la crisis de 2008, serán muy difícil de recuperar, y ahí nos preocupan quienes han perdido más ingreso salarial real porque las diferencias en los ingresos de los hogares son notables: los más ricos han logrado mantener su ingreso, mientras que los pobres han resentido la pérdida real de su dinero”, explicó.
“Si no se reactiva el crecimiento económico por encima de los niveles actuales, la brecha que se generó de 2008 a la fecha, entre los ingresos de los más ricos y los de los más pobres, será muy difícil de cerrar. Esto indica que habrá más desigualdad y precariedad en los sectores más pobres, y se verán afectados el bienestar y los niveles de vida.
“Al final de cuentas esa es la preocupación que se deposita en el crecimiento: mejorar las condiciones de vida de la población”, concluyó.