Por Pablo Sanguinetti
Ciudad de México, 12 oct (dpa).- Falta de papel, amenazas y un público con preocupaciones más urgentes que la de comprar literatura. ¿Se puede seguir publicando en plena guerra? Editores de Irak, Afganistán o Siria demuestran que sí en la Feria del Libro de Fráncfort y cuentan a qué se enfrentan cada día.
“La situación está empeorando de un momento a otro. Todos los días muere alguien”, contó a la agencia dpa Marwan Adwan, manager de la editorial siria Mamdouh Adwan, en su primera visita a la feria del libro más grande del mundo.
El joven de 29 años asumió en 2006 la editorial familiar y el año pasado emigró a Dubai. “Para buscar nuevos mercados y por la violencia y la situación política”, explicó sobre Siria, envuelta en los últimos años en un conflicto civil sin final a la vista.
Adwan mantiene aún su imprenta en Damasco, en donde afronta sobre todo dos tipos de problemas.
“Por un lado, de logística: falla la electricidad, el transporte es difícil, no se encuentra papel, los precios cambian cada día y muchas imprentas fueron destruidas. Por otro lado, de mercado: la situación financiera es muy difícil. Nadie compra libros”.
El editor rescató sólo un punto positivo de la crisis. “Cuando hay guerra, el Ministerio de Información tiene poco tiempo para ocuparse de los libros. Hay menos control y es más fácil publicar con libertad”.
LA SITUACIÓN EN AFGANISTÁN
La situación es igual de compleja, pero por motivos diferentes, para el afgano Ajmal Aazem, director y fundador hace casi 20 años de la editorial Aazem de Kabul.
“Con el régimen talibán no había editoriales. Nadie compraba libros. Y hace 20 años ni siquiera había imprentas o computadoras”, recordó. “Hoy hay un crecimiento muy rápido. Salen 500 nuevos títulos por año y hay unas 25 editoriales”.
¿Qué se lee en Kabul? “Lo que más vendemos son libros de educación o de idiomas. La gente quiere formarse, estudiar, aprender. También vendemos libros políticos y literatura para niños”, contó mostrando una edición de El Principito, traducida por su editorial al pashtún.
Aazem aseguró haber recibido amenazas de radicales que no entendían su actividad como editor. “La guerra siguió hasta ahora, pero aceptamos el riesgo. No tenemos otro modo de vivir”, dice.
LA SITUACIÓN EN IRAK
En Erbil, capital de la autonomía kurda en el norte de Irak y centro de atención de los ojos del mundo por el avance de la milicia Estado Islámico (EI), funciona desde hace una década la editorial de Hoshyar M. Rashid, Tenus.
“No tenemos miedo”, dijo el editor a dpa en un pequeño puesto adornado con banderas y algunas artesanías kurdas. “La situación cambia de un momento a otro, pero ahora está estable. El EI aún está lejos de nosotros”.
Rashid explicó que mucha gente se unió a las fuerzas que combaten contra el EI y se mostró “confiado” en los “peshmerga”, pero admitió que le preocupa la situación en Kobane, la ciudad kurdo-siria que está virtualmente tomada por los islamistas.
Los “problemas económicos” son lo que quita el sueño al editor, único en Fráncfort proveniente de Irak. Al hablar de su negocio, indicó que vende sobre todo libros educativos y para niños, aunque su editorial se especializa también en mapas.
“Vendemos muchos atlas históricos. Para la gente es un modo sencillo de conocer de dónde venimos”, dijo mostrando un libro con el título Atlas del movimiento de liberación del Kurdistán .
LA SITUACIÓN EN UCRANIA
Ucrania está lejos de una guerra como la iraquí, pero la tensión con Rusia en el este del país también golpea a los editores, según Volodymyr Samoylenko, del sello Nika-Centre, porque la cifra de libros editados cayó y el comercio con Rusia quedó interrumpido.
“Pero seguimos viviendo, trabajando, avanzando. La gente necesita libros”, explicó en una charla sobre edición en regiones en conflicto. “Creo que hacemos algo muy importante, porque generamos un producto cultural que será el que finalmente unifique a los pueblos de Ucrania y Rusia”.
También así lo ve el sirio Adwan. “No tengo beneficios, pero he decidido seguir y buscar otros mercados para seguir apoyando la industria del libro”, dijo a dpa. “El libro es un modo de dar esperanza, de mostrarles a los niños que hay otra realidad posible. El libro es una forma de combatir la guerra”.