Ciudad de México, 13 de julio (SinEmbargo).– “Aquí no lo esperamos. No va a venir. Pero mire, cuando vuelva, habrá fiesta como la otra vez. Esa sí fue una fiesta. De meses. Era un desfile. Y sí, él va a llegar, él va a volver. Ahorita no; pero después”, exclama Dulce Ernestina Inzunza, de 53 años de edad, quien nació, creció y ahora habita Badiraguato. Se le pide el relato de lo que ahora está ocurriendo en ese municipio sinaloense, donde también vio la primera luz Joaquín Guzmán Loera “El Chapo” Guzmán, horas después de su segunda fuga de un penal de máxima seguridad.
Durante los 13 años que duró la primera escapatoria de Guzmán Loera, los pobladores de Badiraguato atestiguaron sus llegadas intermitentes. Según varios testimonios obtenidos por este medio digital, el hombre “más buscado” del planeta, tanto para el Buró Federal de Investigación (FBI, por sus siglas en Inglés), la Interpol, como para el Gobierno mexicano, jamás se alejó de su terruño. Visitaba a su madre, Consuelo Loera, en la comunidad de La Tuna, y se le llegó a ver caminando en el centro de la cabecera municipal.
Una vez que fue reaprehendido, muchos temieron que la violencia se crispara, por una u otra razón. Marta Sánchez, encargada de la caseta telefónica de Badiraguato, respondió aquel día de la captura, en febrero de 2014, que para ellos, los de Badiraguato, “El Chapo” Guzmán representó una protección certera una vez que los cárteles formados en Michoacán y Tamaulipas –como Los Zetas o el Cártel del Golfo- se habían expandido y llegado a Sinaloa. Dijo también: “El Gobierno olvidó a Badiraguato y a todos los de aquí. ‘El Chapo’ no olvidó a nadie, a nadie”.
Cuando se conoció que “El Chapo” se había fugado, en Badiraguato –cuentan los pobladores- los teléfonos repicaron en plena madrugada. Palabras más, palabras menos, unos a otros se dijeron: “El Señor se salió”.
El investigador de la Universidad Autónoma de Sinaloa (UAS), Arturo Lizárraga, piensa que Badiraguato integra una crónica que ocurre en paralelo a la figura delincuencial de “El Chapo” dada la miseria de las once comunidades rurales que lo integran. Las palabras de otro habitante avalaron la visión del académico: “Aquí es pura necesidad. Que digan por qué freagaos no va a ser bienvenido ‘El Chapo’ si aquí nació, si esta es su tierra; la tierra que él protege y defiende”. Además, una mujer dijo: “Cuando él estaba por aquí, siempre estuvimos con un poco más de seguridad. Él era enemigo de los asaltos. Hay mucho, mucho, que contar de todo lo que impidió él aquí” .
En las horas siguientes a la fuga de “El Chapo”, el Ayuntamiento de Badiraguato permaneció cerrado. Elementos del Ejército mantuvieron rodeada a la zona mientras el consejo de seguridad del Gobierno del Estado de Sinaloa se reunió durante unas cuatro horas en Culiacán, la capital.
La escena para los badiraguatenses no resultó extraña dado que las fuerzas militares han estado presentes ahí desde 1970. Ese año, en esa región de la Sierra Madre Occidental, se recuerda como “el maldito” porque el Gobierno de Luis Echeverría Álvarez (1970 -1976) envió las primeras tropas con el argumento de que el cultivo de la mariguana había crecido en forma desmedida. Muchos campesinos fueron perseguidos y desplazados por ese motivo.
Siete años después, arrancó la llamada Operación Cóndor que significó la distribución de otros 10 mil soldados. En los gobiernos subsecuentes, la presencia militar no cesó; pero tuvo un incremento notable durante el sexenio de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012), con otros 10 mil elementos.
Según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval), Badiraguato integra el grupo de 200 municipios con la miseria más alta en México. La tercera parte de sus 35 mil habitantes padecen en este momento crisis alimentaria. Los cultivos de frijol blanco, maíz, cacahuate y manzana que tienen gran dependencia del temporal se han extinguido en forma sistemática. Y aunque el municipio integra el corredor agrícola de Sinaloa –uno de los puntos más productivos de la República mexicana- carece de tecnología para trabajar la tierra.
En Surutato, el último bastión en la Sierra de Badiraguato, a donde se llega a caballo, un grupo de profesores rurales edificó el Centro de Estudios Justo Sierra (Cejus), institución que incluso, ofrece estudios de postgrado. Uno de esos profesores acepta hablar bajo anonimato: “Nadie está orgulloso ni del pasado ni del presente de este lugar; pero si bien Badiraguato ha significado un punto para realizar operaciones militares para buscar a narcos que nunca encuentran; jamás ha sido atendido por los programas sociales emergentes. Eso va a explicar en el futuro el personaje que es ‘El Chapo’ Guzmán. ¿Qué les cuesta voltear a ver la pobreza donde nace uno?”.