–A los muertos de la guerra idiota, que cumple 10 años
Durante años me he preguntado qué tanto de la guerra que se lanzó hace diez años fue una decisión en la que participó Margarita Zavala. Porque es sabido que ella estuvo en decisiones importantes de su esposo. En el PAN, por ejemplo, operaba para acomodarle las fichas a Felipe Calderón, quien por cierto no ganó una sola elección durante los seis años que dirigió, con mano dura, las riendas de su partido.
Sé que ella lo acompañó en eventos públicos relacionados con la guerra. Margarita visitó ciudades (aunque jamás fue a la Guardería ABC) y tomó parte de eventos en los que el tema era la guerra. Eso lo sé y lo sabe México. Allí están las bitácoras. Cuento un evento público con ganas de que sea suficiente ejemplo: la señora de Calderón estuvo el jueves 11 de febrero de 2010 en Ciudad Juárez cuando Luz María Dávila García, la madre que perdió dos hijos de 17 y 19 años, le reclamó al entonces Presidente que los hubiera criminalizado. Calderón lo hizo un día sí y otro también durante todo su mandato. Dijo, por ejemplo, que el 90 por ciento de los muertos de su guerra “estaban asociados a bandas criminales” sin tener en sus manos siquiera las averiguaciones previas.
“Discúlpeme, señor Presidente –le dijo aquella mujer–; yo no le puedo decir ‘bienvenido’ porque para mí no lo es. Nadie de ustedes lo es, ¿sí? Nadie lo es. Porque aquí van más de dos años que se están cometiendo asesinatos, se están cometiendo muchas cosas y nadie hace nada. Yo quiero que se haga justicia, no nada más para mis dos niños, sino para todos los demás niños. Yo no puedo darle la mano y decirle ‘bienvenido’ porque para mí no es bienvenido”.
Luz María, con lágrimas en los ojos, con el corazón desgarrado, tuvo que enfrentarse a los elementos de seguridad para poder hablar frente a Calderón, quien se había referido a los jóvenes como “pandilleros”. A su lado estaba Margarita Zavala. Y estaba Genaro García Luna.
¿Qué podría hacernos pensar que la señora Zavala de Calderón no estaba en el mismo cuarto donde se decidió lanzar la guerra? ¿Por qué no estaría ella allí, cuando estuvo en todos los demás actos importantes de su marido? Sin embargo, no puedo asegurarlo porque muchas de las actividades de la señora en su paso por Los Pinos no están documentadas (como reveló recientemente la periodista Linaloe R. Flores) o están escondidas bajo la figura que se conoce como “reserva”.
Yo creo que no es un tema menor. Creo que, por sus aspiraciones presidenciales, la señora Zavala de Calderón debe decirle a los mexicanos qué tanto fue decisión suya que su marido lanzara una guerra que, de acuerdo con datos del INEGI, ha costado la vida de 186 mil 297 mexicanos entre diciembre del 2006 y diciembre del 2015.
Creo que nos merecemos que la señora diga si participó o no en la decisión que derivó, sólo durante el gobierno de su marido, en el asesinato de 122 mil 462 mexicanos y en la desaparición de decenas de miles más.
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El sábado, la señora dijo que quiere que los militares regresen a los cuarteles. Eso es lo que piden, por cierto, los militares: que los saquen de las calles, donde pelean una guerra que no es de ellos; una guerra a la que los llevaron (los llevó Calderón) sin estar preparados; una guerra que, en la percepción pública y frente a los hechos, han perdido.
Cito a Stratfor, una firma de inteligencia con sede en Estados Unidos: “Es muy probable que la guerra contra las drogas en México continúe durante décadas. Impulsada por la geografía y por la economía del narcotráfico, el comercio de drogas y la violencia seguirán siendo una herida en el lado mexicano y una mancha en las relaciones entre Estados Unidos y México. Aunque el crimen no se manifieste tan dramáticamente como lo hizo en el país en los últimos 10 años, los cárteles mexicanos son centrales en el mercado global de las drogas y por ahora han dejado claro que llegaron para quedarse”.
La señora Zavala de Calderón dijo:
“Yo quiero que los delincuentes estén en la cárcel, que los ciudadanos caminen libres en las calles, que policías, fiscales y jueces protejan a los ciudadanos. Y entonces sí, esto permitirá que suceda lo que por supuesto también quiero. Quiero que nuestros soldados y nuestros marinos regresen victoriosos a los cuarteles, porque yo sí los he visto jugarse la vida por la seguridad”.
Si ella tomó parte de la decisión de sacar a los militares en la calle, es un insulto que hable ahora de llevarlos “victoriosos a los cuarteles” cuando, debería saber, perdieron en la calle… por culpa de la estrategia de su marido.
Pero, además, huelo en esa declaración más guerra. Sí, más guerra. La guerra de su esposo, redoblada. Porque la estrategia de la señora habla de primero llevar delincuentes a prisión; darle las calles a los ciudadanos; que los policías, fiscales y jueces nos protejan “y entonces sí, esto permitirá que suceda lo que por supuesto también quiero. Quiero que nuestros soldados y nuestros marinos regresen victoriosos a los cuarteles”.
Luego dijo esto: “Yo sí los he visto jugarse la vida por la seguridad”. ¿Los vio como Primera Dama? ¿Los vio como la principal asesora del Presidente en turno? ¿Cómo los vio?
Aunque he visto por todos lados los espectaculares donde se promueve su autobiografía, la señora Zavala tiene, en resumen, un currículum ridículo para aspirar a ser Presidenta: Diputada local, luego Diputada federal sin votos, es decir, plurinominal. Y ya.
Ahora, que si tomó decisiones junto con su esposo durante aquella Presidencia, su currículum se abulta. Y así como se abulta, así se mancha: ella, entonces, es parte de las decisiones que llevaron a esos casi 200 mil mexicanos a morir en una guerra inspirada en razones políticas; una guerra mal planeada, estúpida, perdida.
Creo que la señora Zavala nos debe explicaciones. Muchas. Debe dejar de hacerle al ensarapado con su 3 de 3, para empezar, porque no la ha presentado (como también la periodista Flores expuso hace algunas semanas). Y luego debe decirle a la gente qué papel jugó en el gobierno de su marido.
Y entonces, que la gente decida: si la quiere a ella como Presidenta, pues adelante. Si quiere darle a Calderón otros seis años, adelante.
Pero que la gente tome decisiones con datos en la mano, no creyendo en Santa Margarita mujer, madre, esposa, sin mancha, inocente, bien intencionada y casi virginal. Porque así se vende. Porque eso es lo que quiere que le compremos. Y yo tengo sospechas de que no es así. Que no es ni inocente ni bien intencionada. En lo absoluto.