Hubo un tiempo, en México, en que esta prestación decembrina se utilizaba para las celebraciones. O el ahorro. Ahora es para los acreedores. Este fin de año, casi la mitad de este pago tendrá tal destino
Verónica González espera su aguinaldo sin emoción. Al escuchar la palabra incluso hace un gesto de fastidio. Es comprensible. Con eso no le comprará juguetes a su hija, ni ropa a su esposo, mucho menos se irá de vacaciones y ni siquiera pagará los gastos de la cena de navidad o de año nuevo. “Yo no lo disfruto. No me doy con eso ni un gustito personal. Lo guardo íntegro para pagar en enero, una parte del predial y del agua”, me dice detrás del mostrador de la panadería donde trabaja.
Son las 3:30 de la tarde de un martes de noviembre y no hay ningún cliente en esta sucursal de una cadena de panaderías; así que Verónica se da un tiempo para contarme en qué planea utilizar su pago extra de fin de año. A ella le dan mil 800 de aguinaldo; es decir, lo de una quincena. Lo mínimo marcado por la Ley Federal del Trabajo en el Artículo 87.
Tiene 13 años trabajando en esta panadería. Labora de 3:30 de la tarde a 11 de la noche y descansa sólo un día a la semana. El aumento de sueldo que recibe cada año es muy bajo. “Ganaba 128 pesos y me aumentaron a 135. Es un incremento de risa que no alcanza para nada y mi aguinaldo sube en esa misma proporción”.
Lo que sí se incrementa a un ritmo más acelerado es el costo de los servicios. “Cada año nos vamos para atrás con los saldos de agua y predial. El año pasado, por ejemplo, pagamos tres mil pesos de esas dos cosas. Necesité poner mi aguinaldo, mi esposo puso parte del suyo y hasta se nos fue un poco de los sueldos en eso. Este año a ver cómo nos va”.
La cena de Navidad, Verónica y su esposo la pagan con sus salarios. Ella tiene seis hermanos y todos se reúnen con sus familias para celebrar la fecha, así que el convivio funciona más bien como una gran cooperación: unos llevan los refrescos, otros la ensalada, otros compran el pollo. Eso aligera los gastos.
A sus 46 años, esta mujer tiene dos hijas. Una de 28 años, ya casada y con hijos y una pequeña de ocho. “A mi hija menor le llegan regalos de Reyes porque su hermana mayor salda ese gasto; si no, no sé qué haríamos”.
Las cosas no siempre han sido así. Verónica dice que antes no destinaban todo el aguinaldo para pagar servicios. “Fue a raíz de que nació mi hija pequeña y aumentaron los gastos. Además, me quitan mucho de Infonavit, porque yo soy la titular del crédito. Así que ya no alcanza el dinero. Antes nos dábamos hasta el lujito de hacer intercambio de regalos y todo, pero ahora ya no”.
El caso de esta empleada de panadería rebasa a las estadísticas, ya de por sí desalentadoras.
David Lozano, investigador del Centro de Análisis Multidisciplinario (CAM) de la Facultad de Economía (FE) de la UNAM, explica que 36 millones de trabajadores deben recibir aguinaldo o una compensación, pero en los hechos, sólo la mitad de esa cifra obtiene tal pago.
Según el investigador, muchos empleados no lo reciben u obtienen menos. A veces, las compañías lo dan en pagos y lo saldan en mayo. Para evitar problemas, muchas declaran que ya lo dieron cuando no es así o todavía no lo dan completo, y si los trabajadores se quejan, no pasa nada.
El CAM reporta que en realidad sólo 18 millones 180 mil trabajadores recibirán la gratificación de fin de año y lo distribuirán de la siguiente manera: 31 por ciento para pagos de servicios como renta, gas, salud, ropa y arreglos del hogar; 25 por ciento para compra de alimentos y 44 por ciento para pago de deudas.
ENTRE SALDOS Y GASTOS
José Gutiérrez le pone nombre e historia a esos porcentajes. Él trabaja como guardia en un edificio de oficinas de Polanco. Labora ahí desde hace 13 años. El horario que cubre es de siete de la mañana a tres de la tarde, de lunes a sábado. Su aguinaldo se lo dan en dos partes: la primera el 20 de diciembre y la segunda en enero. En total recibe seis mil pesos por este concepto, lo cual equivale a un mes de su sueldo. “Los primeros tres mil pesos los usó para comprarle ropa a la familia y unos juguetes modestos a mis hijos pequeños”.
El guardia de 56 años tiene cinco hijos, de 15, 12, nueve, siete y cinco. A los tres menores todavía los visitan los Reyes Magos, así que José aparta un poco de esos primeros tres mil para cubrir ese gasto. “Pero la verdad es que cada vez alcanza menos. La libramos porque mi esposa también trabaja y más o menos recibe lo mismo de aguinaldo, así que nos cooperamos para comprarles la ropa y los juguetes”.
Además, José tiene un problema. Este año deberá destinar dos mil pesos de su segundo pago de bonificación navideña para cubrir deudas personales. “Hemos tenido que pedir prestado para pagar, a veces servicios, a veces cosas de la escuela de los hijos y ahora hay que solventar eso. Ya sólo me quedarán mil pesos para llevar a la familia a Chapultepec o a Six Flags. Antes toda esa parte era para salir a dar la vuelta, ahora ya no”.
En el mismo caso está Gloria Preciado, quien trabaja como orientadora en una secundaria oficial. A ella le dan nueve mil pesos de aguinaldo, también en dos partes. Ese monto corresponde a 40 días de su salario.
Sara Barajas Cortés, profesora de Contabilidad y Finanzas de la Escuela de Negocios del Tecnológico de Monterrey, Campus Ciudad de México, explica que las variaciones en los montos de este pago se deben a que la ley fija como mínimo 15 días de salario, menos el respectivo Impuesto sobre la Renta; pero las empresas están en libertad de dar más. En cuanto a los empleados de gobierno, ellos tienen asegurada una bonificación de este tipo de 40 días, la cual se les otorga, a veces, en dos partes.
Jorge Ponga, socio de Consultoría en Capital Humano de Deloitte, afirma que la mayoría de las empresas medianas y grandes están dando entre 28 y 30 días de aguinaldo. La proporción, dice, es igual en una posición operativa a la de un director general.
Los empleados de gobierno recibieron su primer pago de fin de año o todo el monto en noviembre, para alinearlo con el Buen Fin. Pero no todos mordieron el anzuelo. Gloria, por ejemplo, califica como falsas las ofertas de esos días. “Sólo es una forma de endeudarnos más. Casi todo hay que pagarlo con tarjeta de crédito y yo ya tengo suficientes deudas”.
Antes, ella destinaba la primera parte de su aguinaldo para comprarle ropa a sus dos hijos, y despensa. Este año tuvo que invertir la mitad de ese pago en comestibles para el mes y la otra para pagar deudas personales. “Mi esposo hace trabajos de diseño, pero está como independiente y su ingreso es muy variable. No tiene prestaciones. Debemos pagar lo de nuestro departamento. La vida se ha encarecido mucho y hemos necesitado pedir prestado”.
Con los otros cuatro mil 500 que recibe de aguinaldo en enero, Gloria paga una parte de los juguetes para el regalo de Reyes de sus hijos (lo otro lo paga con tarjeta de crédito) y el resto lo usa para gastos corrientes. “Como me dan las dos quincenas de diciembre juntas y con eso costeo los gastos para la cena de Navidad y de fin de año, tengo que tomar del aguinaldo para reemplazar lo gastado”.
Sin embargo, Gloria dice que por lo menos todavía puede comprarle algo de ropa a sus hijos y disponer de un poco de efectivo para los Reyes. Así no da un tarjetazo mayor y no se endeuda más.
Los casos anteriores, lo mismo que el estudio del CAM muestran dos conflictos socioeconómicos, uno consecuencia del otro. Primero: la sociedad mexicana está cada vez más endeudada; segundo: el aguinaldo se ha depreciado porque el salario, al cual está ligado, también lo ha hecho.
David Lozano desmenuza esa situación de endeudamiento. El año pasado 90 por ciento de las familias mexicanas que recibieron aguinaldo destinaron 41 por ciento de ese monto para el pago de deudas. Este año, ese porcentaje vuelve a aumentar, como lo ha hecho desde 2009, cuando se ubicó en 31 por ciento, para llegar en este 2012 a 44 por ciento, un incremento de tres por ciento con respecto al año anterior.
Esas deudas se dividen en cuatro rubros: la mayoría son con instituciones crediticias; otras son de tipo personal, contraídas con algún familiar o algún amigo para solventar gastos de la casa; el tercer rubro son préstamos nuevos solicitados para pagar préstamos viejos y el cuarto son deudas de servicios, ya sea predial, agua o con Telmex, por ejemplo.
Para solventarlas, los trabajadores están sacrificando la compra de ropa, calzado y la atención en salud. De hecho, el tres por ciento que se ha aumentado para los adeudos sale de recortarle a estos rubros.
LA SOCIEDAD DE LA DEUDA
Le digo a David Lozano que en Internet encontré un reporte de Profeco sobre Hábitos de Utilización del Aguinaldo en 2009, en el que, de acuerdo con los resultados de un sondeo telefónico realizado en Monterrey, Guadalajara, Ciudad de México y su área conurbada, por la Dirección General de Estudios sobre Consumo (DGEC), del 24 de noviembre al 1 de diciembre de ese año, quienes iban a recibir aguinaldo planeaban destinar sólo 16 por ciento de éste para pagar deudas, en tanto que 21 por ciento lo utilizarían para ropa y calzado, y 26 por ciento para las fiestas de fin de año.
CAM reporta que en 2009, los trabajadores usaron 31 por ciento de esa prestación para pagar deudas, ¿cómo puede haber cifras tan dispares entre Profeco y ustedes?
Porque cuando haces un sondeo telefónico no puedes abarcar una muestra muy grande, sólo tomas unas cuantas regiones y sólo a las personas con teléfono.
Después me explica la metodología del CAM para su reporte de aguinaldos. El centro toma como base la encuesta de ingreso-gasto desarrollada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI) y el estudio de distribución de ingreso-gasto de las familias elaborado de manera trimestral por el Banco de México.
A partir de esos indicadores, el CAM hace una proyección partiendo de cómo fue el gasto durante el último trimestre del año y cómo ha sido su variación. Además, los investigadores del centro levantan encuestas en establecimientos de consumo, como: supermercados, tiendas, mercados, etcétera, para corroborar la tendencia en el gasto de las personas. Con todos esos datos calculan la distribución del aguinaldo.
“La encuesta de Profeco de 2009 – me dice Lozano – tuvo grandes cuestionamientos, por eso ya no la volvieron a sacar”. Tiene razón. Cuando pregunto en el área de comunicación de la dependencia, me confirman que los dos años pasados no se emitió ese estudio y este año tampoco se hará.
Me queda la duda si las cifras de Profeco para 2009 fueron un simple error al momento de levantar la muestra o un intento de cubrir el nivel de endeudamiento de la sociedad mexicana. Lo cierto es que si se toman como válidos los datos del CAM, estamos llegando a un escenario donde los trabajadores usan casi la mitad de su aguinaldo para pagar deudas.
Eso dice mucho de cómo están las condiciones económicas del país, señala Lozano, lo cual contrasta con lo dicho al final del sexenio pasado respecto a las mejoras en las condiciones de vida. “Yo preguntaría, ¿mejoras? ¿Cuáles? El resultado del Buen Fin, por ejemplo, es una sobreutilización de la deuda por medio del crédito. Es sacrificar consumo futuro por inmediato. Eso se está viendo también reflejado en la forma de distribución del aguinaldo. Ese tres por ciento de aumento en pago de deudas se debe, en parte, al fomento del modelo consuma ahora y pague después”.
YA NO ALCANZA
En cuanto a la depreciación del monto de fin de año, Sara Barajas, del Tecnológico de Monterrey, subraya que como pago no ha bajado ni puede bajar. Por ley son mínimo 15 días de salario, pero el poder adquisitivo de las personas es el que ha disminuido
Para determinar cuánto se ha depreciado el salario, basta con ligarlo a la inflación. Si en un año ésta es de cuatro por ciento, en ese mismo porcentaje se deprecia la capacidad de compra y, por lo tanto, el aguinaldo.
En su reporte “Queda pulverizado el poder adquisitivo de los trabajadores en México durante el Calderonato”, el CAM entra en detalles. Entre 2006 y 2012, el valor del salario mínimo cayó 43.1 por ciento, para registrar una pérdida acumulada, en 25 años, de 79.11 por ciento. Si se pretendiera recuperar su capacidad, y mantener el incremento promedio de cada año –entre cuatro y cinco por ciento- deberían congelarse los precios de diversos productos durante 47 años.
Más aún, para adquirir los alimentos nutricionalmente recomendados, el salario mínimo diario general tendría que ser de 183.59 pesos, sin considerar gastos en vivienda, salud, transporte, educación, entre otros rubros. En 1987, las familias mexicanas sólo requerían del ingreso de un integrante; hace 12 años, la tendencia para aminorar las carencias, cada vez mayores, obligó a los jefes de familia a tener dos empleos, o bien, a que trabajara otro integrante. Actualmente se requiere el ingreso de hasta tres personas.
Por eso Gloria y José tienen que pedir prestado para cubrir los gastos de la casa, aunque sus parejas también trabajen. Luego, usar su aguinaldo para pagar una parte de esas deudas. Por eso Verónica necesita guardar esa gratificación para saldar los costos del agua y el predial.
Sin embargo, el problema de estirar el salario y capotear el endeudamiento no es cuestión ya sólo de quienes perciben un sueldo reducido, incluso quienes obtienen un ingreso entre medio y alto están en una situación parecida, claro, por otro tipo de gastos, pero a fin de cuentas en las mismas.
Fernando Hernández es gerente de Comunicación Interna de una gran empresa transnacional. Él recibió 64 mil pesos entre aguinaldo y fondo de ahorro este diciembre. Ponga, de Deloitte, explica que algunas empresas buscan dar un monto mayor a sus empleados para solventar los gastos de fin de año, por eso incluyen este fondo.
Pero Fernando asegura que 80 por ciento de su aguinaldo y de esa bolsa de ahorro se le irán en cubrir deudas. “Tengo tanto deudas por préstamos viejos, como en tarjetas de crédito, porque con ellas pago la colegiatura de la escuela de mi hija (que es de casi 10 mil pesos mensuales). También pago otro tipo de consumibles con las tarjetas, aunque trato de cubrir el monto total de eso a fin de mes, pero la situación se puso difícil a partir del año pasado porque mi esposa se quedó sin trabajo y entonces tenemos los mismos gastos, pero la mitad del ingreso”.
El 20 por ciento de sus 64 mil pesos, Fernando lo utilizará para las fiestas de fin de año, sobre todo para pagar el viaje que hacen cada diciembre a Córdoba, Veracruz, de donde son los familiares de su esposa, y con quienes pasan las celebraciones.
LOS PRIVILEGIADOS
Los únicos que escapan a las preocupaciones económicas son quienes tienen altos salarios o son altos funcionarios de gobierno. Un director de sistemas, de una gran empresa de consumo, quien me pide omitir su nombre, me cuenta que obtendrá 140 mil pesos de aguinaldo. “No pienso gastar nada de eso, desde hace unos tres años lo he estado ahorrando en un fondo de inversiones”.
La cúpula de la administración pública tampoco se preocupa por gastos pequeños. Entre aguinaldo y gratificaciones, 669 altos funcionarios del gobierno federal recibirán este año más de 140 millones de pesos, de acuerdo al presupuesto de egresos de la federación 2011.
El ex Presidente Felipe Calderón recibió un aguinaldo de 76 mil 880 pesos y gratificación de fin de año por 319 mil 628 pesos, lo que suma 396 mil 508 pesos. El titular de la Auditoría Superior de la Federación (ASF), Juan Manuel Portal, recibirá 69 mil 215 pesos de aguinaldo y 306 mil 512 pesos por gratificación.
Otro de los altos funcionarios que recibirá una bonificación navideña superior al de la mayoría de los mexicanos es el titular del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (INEGI), Eduardo Sojo, para él están destinados 44 mil 351 pesos y una gratificación de 344 mil 966 pesos.
El presidente del Tribunal Federal de Justicia Fiscal y Administrativa (TFJFA), Juan Manuel Illescas, obtendrá 323 mil 978 pesos. El titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos (CNDH), Raúl Plascencia, se llevará 369 mil 211 pesos de gratificación de fin de año.
Los consejeros del IFE disponen de una bolsa de tres millones 557 mil 223 para esa misma bonificación, según el acuerdo de la Junta General Ejecutiva. Esta cifra dividida entre nueve consejeros da un total para cada uno de 395 mil 247 pesos.
Los magistrados del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación cobrarán 329 mil pesos de aguinaldos, según información del tribunal. El manual de percepciones de los senadores y servidores públicos de mando, publicado el 25 de febrero en el Diario Oficial de la Federación, señala que los legisladores recibirán un aguinaldo de 169 mil 033 pesos, junto con su salario mensual. Los 128 senadores se embolsaran 296 mil 055 pesos.
En tanto que los diputados obtendrán, entre su dieta mensual, diversos apoyos y aguinaldo, 300 mil 479 pesos.
PARA COLMO
Como sea, quienes reciben aguinaldo, aunque se vaya al pago de deudas, tienen una ventaja. En peor situación están aquellos que no lo obtienen. Según el CAM, la tasa de empleo informal es de 54.5 por ciento; es decir, abarca a 26 millones 574 mil personas, 3 millones 411 mil más que a finales de 2006, lo que significa un repunte de 14.7 por ciento. Quienes están en la informalidad no reciben ningún tipo de prestación, como el aguinaldo o seguro social.
La ocupación en general, a lo largo de todo el sexenio pasado, sólo creció 13.7 por ciento, menos que el aumento del sector informal y mucho menos que el aumento del empleo, por lo que ningún programa del gobierno contribuyó significativamente a resolver el problema de la falta de puestos de trabajo.
Y aún falta ver el impacto de la reforma laboral. El informe del CAM, Una nueva crisis para los trabajadores mexicanos, asegura que ésta genera inestabilidad e inseguridad laboral; facilita los despidos, disminuye las responsabilidades del patrón y legaliza la sobrexplotación del trabajo impulsando su flexibilización y la pérdida de prestaciones.
De por sí, remarca Lozano, el número de trabajadores con derecho a aguinaldo ya estaba disminuyendo: en los últimos cuatro años se redujo en 25 por ciento en parte porque muchos han sido despedidos de alguna empresa y contratados por honorarios en otra o porque sí tienen prestaciones, pero no todas las de la ley.
Es el caso de Pablo Reynoso, quien trabajaba como diseñador en un despacho de este giro, donde ganaba 24 mil pesos al mes. “Me daban 15 días de aguinaldo; es decir, 12 mil pesos. Los utilizaba para comprarle ropa a mi hija, juguetes y para pagar las cenas y los regalos de diciembre”.
Sin embargo, Pablo se quedó sin empleo en febrero y no encontró otro hasta junio. “Entré por honorarios y sin prestaciones. La verdad no quería aceptar ese esquema, pero me desesperé. Me dio miedo no encontrar otra cosa pronto y ahora no habrá aguinaldo. Con mi sueldo y el de mi esposa, quien también trabaja por honorarios, deberemos saldar los gastos de fin de año. Probablemente daremos tarjetazos”.
Ante este escenario, Lozano se atreve a hacer una proyección: en los próximos tres años es posible que dos millones de trabajadores se queden sin aguinaldo, es decir, de los 18 millones que hoy realmente lo reciben, ya sólo lo obtendrán 16 millones. En tanto, el nivel de endeudamiento de la sociedad mexicana continuará subiendo.