Los ataques coordinados contra varios puestos de control y una base de las fuerzas de seguridad afganas en la provincia de Kunduz y en la vecina Takhar comenzaron la madrugada del 9 de junio.
Kabul, 12 de julio (EFE).- Al menos 31 miembros de las fuerzas de seguridad y 50 talibanes murieron y otros 15 agentes resultaron heridos en varios ataques a puestos de control en el noreste de Afganistán, informaron a EFE fuentes oficiales.
Los ataques coordinados contra varios puestos de control y una base de las fuerzas de seguridad afganas en la provincia de Kunduz y en la vecina Takhar comenzaron de madrugada, precisó el portavoz del gobernador de Takhar, Sanatullah Timori.
"31 cadáveres de las fuerzas de seguridad y 15 heridos han sido evacuados al hospital de Takhar desde la zona del ataque", añadió Timori.
Según la misma fuente, los talibanes capturaron varios puestos de seguridad de la Policía local y una base del Ejército.
El portavoz explicó que cuando los refuerzos policiacos alcanzaron la zona, los insurgentes se retiraron tras un breve tiroteo, y precisó que el área se encuentra bajo control del Gobierno.
Hanif Rezaee, portavoz del Cuerpo 209 Shaheen del Ejército, a cargo del norte del país, afirmó a EFE que al menos 50 talibanes murieron durante los ataques y redujo a 15 las víctimas mortales entre las fuerzas afganas.
Los insurgentes destruyeron en primer lugar un puente en la localidad de Pul-e-Momin, situada entre las provincias de Kunduz y de Takhar, "para impedir que los refuerzos llegasen a la zona" y después atacaron los puestos de control, dijo Rezaee.
El portavoz de los talibanes, Zabihulla Mujahid, reivindicó el ataque en un mensaje en la red social Twitter y afirmó que los insurgentes se hicieron con el control de cinco puestos de control y mataron o hirieron a 16 miembros de las fuerzas de seguridad.
El pasado 9 de junio, varios ataques talibanes a puestos de control en la provincia de Kunduz se saldaron con la muerte de al menos 14 policías y ocho insurgentes.
Afganistán atraviesa una de sus etapas más sangrientas tras el final de la misión de la OTAN en 2015, que sólo continúa en el país haciendo tareas de adiestramiento y capacitación de las fuerzas afganas.