Dean Lucas y Adam Russell Coleman realizaban un viaje por toda la costa del Pacífico. Los australianos partieron de la ciudad de Edmonton en Canadá. Su destino final era Guadalajara. Sin embargo, los dos no lograron salir de Sinaloa. El pasado 21 de noviembre la van en la que viajaban fue hallada calcinada. En el interior, encontraron sus cuerpos.
Ciudad de México, 12 de mayo (SinEmbargo).- La desaparición de dos australianos en Sinaloa y el posterior hallazgo de una camioneta calcinada con sus cuerpos al interior, el año pasado, pone en evidencia la impartición de justicia en la entidad gobernada por Mario López Valdez. Los acusados de asesinar a los turistas confesaron bajo golpes y amenazas, como consta en una queja levantada por sus familiares en la Comisión Estatal de Derechos Humanos.
Las autoridades sinaloenses culparon del doble crimen a los primos Julio César González Muñiz y Martín Ponce Rogelio Muñiz, así como a Sergio Simón Benítez.
Martín Ponce dijo que policías vestidos de civil llegaron por primera vez por él a la casa de su hermana en Culiacán, donde se alojaba. “Yo estaba dormido. Ellos estaban haciendo daño a mi hermana, empezaron a lastimarme para que les dijera donde vivía Julio”, relató al sitio web Men’s Journal. “No estábamos involucrados, nos sembraron uniformes, armas, todo”.
El abogado defensor de los primos, Francisco Fierro Verdugo, afirmó que la coerción no es sorprendente en el estado gobernado por Mario López Valdez, conocido también como “Malova”.
Los australianos Dean Lucas y Adam Russell Coleman realizaban un viaje por toda la costa del Pacífico, desde la ciudad de Edmonton, Canadá, y su destino final era Guadalajara, en Jalisco, pero el 20 de noviembre del año pasado desaparecieron en Sinaloa. Ese día los jóvenes tomaron un ferry para cruzar el Mar de Cortés desde La Paz, Baja California Sur, hacia Topolobampo.
Tras el cruce, condujeron toda la tarde y hasta la medianoche del 20 al 21 de noviembre, momento en el que fueron vistos por última vez en una tienda de conveniencia, donde un empleado les indicó la ruta hacia Mazatlán. Al no saberse nada de ellos, sus novias, familiares y amigos se dieron a la tarea de solicitar ayuda para ubicarlos.
Los cuerpos de los surfistas fueron localizados quemados en el interior de una camioneta Chevy Van, a las 10:30 horas del sábado 21 de noviembre, en unas tierras de cultivo ubicadas entre los poblados Juan Aldama “El Tigre” y San Blas, en Navolato, Sinaloa.
A partir de entonces inició la presión mediática, ante lo cual, según la narración de Men’s Journal, “de repente, los homicidios pasaron de ser más que otra tragedia local, un incidente internacional que estaba en los titulares de todo el mundo, principalmente en Australia y Reino Unido.
LA RESPUESTA DEL GOBIERNO LOCAL
El sitio refiere que ante la presión mediática, la primera respuesta de la Procuraduría de Justicia de Sinaloa fue organizar una conferencia de prensa para dar a conocer la captura de tres sospechosos, así como órdenes de arresto en contra de otros dos.
Lo que sorprendió, de acuerdo con el reportaje es que los supuestos responsables fueron detenidos por un grupo de élite en un operativo en un camino de terracería en posesión de armas, que en posteriores declaraciones se diría que fueron sembradas en los domicilios de los acusados.
Desde 2006, agrega, más de 80 mil mexicanos han muerto en la llamada guerra de drogas, otros 27 mil han desaparecido, lo que ha dado pie a que países como Estados Unidos emitan continuamente alertas de viaje a distintas ciudades mexicanas. “En Sinaloa, hay advertencias contra todos los viajes innecesarios por carretera”.
“El robo de automóviles, secuestro, delitos que antes eran tabú – hoy en día son lugar común”, dice a la publicación Tomás Guevara, psicólogo social y autor de dos estudios sobre la violencia en Sinaloa.
“El reciente aumento de la criminalidad es un resultado, paradójicamente, de las autoridades mexicanas, con el apoyo de las fuerzas antidrogas de Estados Unidos, finalmente. Docenas de capos han sido detenidos o asesinados recientemente. Pero con los líderes han ido, las alas militarizadas de sus organizaciones criminales se han dejado de luchar entre sí por el botín o para trabajar por cuenta propia. Muchas de esas bandas huérfanos han recurrido a delitos como la extorsión o el robo de la carretera para extraer la vida”, reseña.
Las víctimas de estas “bandas huérfanas”, detalla, son generalmente automovilistas que transitan por las carreteras en los noches. El secuestro o robo en su contra se realiza en poco más de 10 minutos. Trabajan generalmente en la llamada “Carretera de la Muerte”, que se encuentra a pocas horas de la ciudad costera de Mazatlán.
“Por lo general es un asunto sencillo: los automovilistas quedan despojados de sus objetos de valor, y el crimen no se denuncia bajo la amenaza de represalias”, por lo que no descarta que los surfistas hayan sido víctimas de una de estas bandas.
Cita casos similares: en 2011, un profesor de filosofía en una universidad de Sinaloa conducía solo por la noche cuando su auto fue robado y él asesinado. Su cuerpo fue encontrado a 80 millas del poblado de Topolobampo. En 2013, en incidentes separados, un periodista deportivo de Sonora y un gerente de un hotel de Los Ángeles fueron encontrados con el tiro de gracia en esta misma carretera.
Javier Valdez Cárdenas, el editor del periódico sinaloense Ríodoce, está familiarizado con la descripción del Gobierno de los eventos, describe el sitio. Valdez ha sido periodista en Sinaloa durante dos décadas, y él es un escéptico arraigada. “La historia suena muy bien”, dice sobre el caso Coleman y Lucas. “Es por eso que hay que desconfiar de cada palabra”.
“Es posible que nunca se sabe quién mató a Lucas y Coleman. México tiene una manera de absorber las cosas en estos días – vidas, los ideales, la justicia. Pero la sospecha muy extendido entre los observadores cercanos del caso es que –el caso- está conectado a un cartel y nunca se detuvo. Y si los primos Muñiz están limpios, ¿de dónde viene el arma del crimen?”, finaliza.