NOROESTE

Sandra Luz pagó con su vida por ser madre en lucha; a 365 días, Sinaloa le niega justicia

12/05/2015 - 7:52 pm
Hace un año la activista Sandra Foto: Noroeste.
Hace un año la activista Sandra Luz Hernández fue asesinada en la calle.  Foto: Noroeste.

Por Marcos Vizcarra, especial para SinEmbargo

Ciudad de México, 12 de mayo (SinEmbargo/Noroeste).– Su nombre real era Sandra Luz Martínez Hernández, pero con el tiempo se hizo llamar sólo por su apellido materno, así registró a sus hijos, así se presentó ante la sociedad, así se quedó en la memoria de activistas y compañeros de batalla, es el legado que ella quería dejar: ella fue Sandra Luz Hernández, la mujer que fue asesinada hace un año mientras buscaba a uno de sus hijos, desaparecido de manera forzada.

Su imagen aún está en el colectivo social, se convirtió en el emblema de lucha, de exigencia, de reclamo de justicia.

Buscaba a su hijo Édgar Guadalupe García Hernández, un joven que trabajaba en la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa como office boy del Procurador Marco Antonio Higura Gómez.

El 12 de febrero de 2012 fue privado de su libertad por un grupo de personas que llegó a su casa, se lo llevó y desde ese día nadie sabe de él, al menos no en la versión oficial.

Entonces, Sandra Luz se convirtió en el emblema de aquellas mujeres que, como ella, les habían arrebatado a sus hijos y su existencia quedó como en el limbo.

“Métete al cerebro, corazón y emociones de las personas… muévelos”, escribió en una de sus libretas; se daba ánimos a ella misma, sabía que su lucha no iba a ser sencilla.

No lo fue y no pudo terminarla, fue asesinada el 12 de mayo de 2014 y hoy la justicia de Sinaloa no le ha dado ni la verdad sobre el paradero de Édgar ni sobre su muerte.

A un año de su homicidio, el periódico Noroeste de Culiacán reconstruye las últimas 24 horas de Sandra Luz, a partir de información del expediente de su caso y testimonios de personas cercanas a la activista.

Esta es la historia…

SANDRA LUZ: SUS ÚLTIMAS 24 HORAS

11 de mayo de 2014: Macaria

Apenas tenía tres meses como demostradora de productos Hyli. Vendía shampoo para matizar las canas, rayitos y cabello teñido, aunque Macaria ya tenía experiencia en este tipo de trabajos. Para ella, lo que mejor sabe hacer es “abordar a los clientes”.

El 11 de mayo era un día de poca afluencia en el MZ del Centro, sobre todo después de la fiebre comercial del Día de las Madres, pero la mujer tenía que trabajar.

A dos pasillos de Macaria estaba una familia en el checador de precios. La señora quería comprar una flor de plástico y por más que pasaba el código de barras no podía saber la cantidad que tenía que pagar; entonces, Macaria llegó, le ofreció el shampoo, pero la señora lo rechazó.

La vendedora de piso advirtió tristeza en ella, pero también el ceño fruncido, como de coraje, de incredulidad, envuelta en sus ropas negras; al menos así le pareció a Macaria por lo que dejó de lado el shampoo. Entonces, prefirió preguntar qué tenía, que si estaba triste.

Según consta en su declaración ministerial, Macaria aseguró ante los agentes del Ministerio Público que desconocía el nombre de esa señora, que fue hasta el día siguiente, el 12 de mayo, cuando lo supo. Era Sandra Luz.

Ante la pregunta de Macaria, dejó en paz el checador de precios y, entonces, le contó la historia de su hijo desaparecido desde el 12 de febrero de 2012.

El relato tardó al menos media hora, tiempo en el que Macaria la escuchó, como si no hubiera más clientes. Así supo que de ninguna manera había podido conocer el paradero de su hijo y que hasta su fe estaba perdiendo.

La vendedora de piso sacó su teléfono, revisó su agenda de contactos y le recomendó ir con una vidente de la Colonia Mazatlán. Como señales para dar con el domicilio le refirió un kínder y, luego, un “puentecito”.

“Le dije que le recomendaba a una señora que echaba las cartas y leía la suerte, para que la orientara o bien le diera alguna esperanza de localizar a su hijo”, explicó ante el Ministerio Público.

“Además le agregué que esa señora estaba enferma de cáncer, que posiblemente ya ni curaba”.

Sandra Luz anotó en su libreta los nombre de la vidente y el de Macaria, las señas del lugar y luego se fue. Pasaban de las 5 de la tarde y tenía que regresar a su casa. No compró la rosa, tampoco el shampoo, sólo se llevó el dato de la vidente… y algo de esperanza.

Al día siguiente, narra la vendedora al Ministerio Público, la vidente le llamó “enojada” porque escuchó balazos cerca de su casa, que suponía que era su recomendada. Entonces vio las noticias, observó las fotografías y Macaria le ofreció disculpas.

“Matan a madre activista de hijos desaparecidos”, leyó Macaria el 13 de mayo en los periódicos de la ciudad que estaban en el estante del supermercado, y una vez más recordó a aquella señora del checador de precios que tuvo dificultades para saber cuánto tenía que pagar por la flor que no compró. También entonces supo su nombre: Sandra Luz Hernández.

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La última reunión en la PGJE

La mañana del 12 de mayo de 2014, el Comandante Jaguar iba a presentar nuevas evidencias. Él estaba encargado de la investigación de los casos de desaparecidos junto a José Luis Leyva Rochín, encargado de la agencia del Ministerio Público y el que daba la cara de manera pública.

Ese día se sentaron en la mesa de juntas de la subprocuraduría, junto a la oficina de Martín Robles Armenta, el Subprocurador, quien en ese momento tenía a su cargo distintos casos: apenas una semana y media antes un grupo de personas prendió fuego a una casa en la Colonia Benito Juárez; ahí había dos niños, uno de ellos murió y el otro resultó con heridas graves.

Robles Armenta cargaba además con la manifestación del grupo de Pepenadores Progreso en el Ayuntamiento de Culiacán, donde tenían una huelga de hambre; así como la investigación de una amenaza de bomba días previos en Palacio de Gobierno, pero aun así les llamó a Sandra Luz Hernández y a Eva Luz Llanes, porque pretendía dar información sobre sus casos.

“Ese día fue como siempre. Hablamos de todos los casos, nos dieron avances pero nada nuevo, ahí estuvimos y los escuchamos, pero como siempre”, cuenta Eva Luz en entrevista, quien a la fecha busca saber de su hijo que desapareció en diciembre de 2013.

Fue una reunión rápida, pero con una particularidad: no estaban Leonel Aguirre Meza ni Óscar Loza Ochoa, defensores de derechos humanos que han acompañado y liderado las reuniones de madres de desaparecidos con funcionarios.

“La regla siempre era que fuéramos juntos, eso mismo les dije yo porque esa vez no nos avisaron, fueron solas, y ya sólo platicamos lo que vieron ahí y después pasó lo que ya sabemos”, recuerda Loza Ochoa.

30 minutos para morir

Después de la reunión con las autoridades e investigadores de la PGJE, Sandra Luz y Eva fueron al Ayuntamiento de Culiacán, donde los pepenadores sostenían un plantón.

“El profe Loza estaba con los pepenadores, ahí lo vimos a él y después Sandra platicó con él. Estuvimos rápido con los pepenadores ahí en el Ayuntamiento, luego nos fuimos a comer”, narra Eva Luz Llanes.

Después de la plática, se fueron a un restaurante de comida china que está en la calle Juan Carrasco, a dos cuadras del Ayuntamiento.

Eva Luz recuerda que fue ahí, mientras comían con desánimo porque no tenían más avances informativos sobre el paradero de sus hijos, cuando Sandra Luz le contó de Macaria, la vendedora de shampoo que conoció la tarde anterior y que le recomendó ir con una vidente que leía cartas, que ella podía decirles dónde estaban sus hijos.

La emoción les ganó. La mayor virtud de Sandra Luz era también su mayor defecto: era impulsiva.

Sacó una de sus libretas, vio sus apuntes que decían de puño y letra: “Colonia Mazatlán, kínder, puentecito…”.

Eran las 15:30 horas, tomó uno de sus dos teléfonos y le marcó a la vidente. Eva Luz escuchó que le pidió que llegara antes de las 17:00 horas, porque más tarde no podría atenderla. Le explicó que un camión de ruta Toledo la llevaría al lugar.

De inmediato llegaron. Sandra Luz y Eva estaban frente a un kínder, en el cruce de las calles Constitución y 30 de septiembre, pero no ubicaban las demás señales.

“Sandra Luz buscó el domicilio de la vidente, ubicamos una papelería por la calle, por la calle 30 de septiembre y Sandra Luz me dijo que no correspondían las características del domicilio que le dio la vidente con las casas que veíamos”, señaló Eva Luz en su declaración ministerial.

Lo que sí vieron, fue que sobre la calle 30 de septiembre se estacionó una camioneta Jeep blanca, que antes estaba estacionada en doble fila donde las mujeres bajaron del camión.

Un hombre bajó de esa camioneta, tenía la cara cubierta y una pistola en la mano derecha. Eva Luz vio que se dirigía hacia ellas y comenzó a correr, se ocultó en una taquería, desde donde sólo escuchó las descargas de una pistola.

Según el Ministerio Público, fueron 11 balazos, 6 de ellos dieron contra el cuerpo de Sandra Luz. Fueron los que le quitaron la vida.

El 12 de mayo de 2014 a las 16:00 horas, Sandra Luz Hernández, la activista que buscaba a su hijo desaparecido, murió asesinada y el único acusado por la PGJE, hoy, está libre.

La absolución

El 13 de marzo de este año, el Juzgado Noveno Penal de Culiacán absolvió a Jesús Fernando Valenzuela Rodríguez, a quien la Fiscalía responsabiliza aún por el homicidio de Sandra Luz Hernández.

El desaseo en el expediente del Ministerio Público, la falta de pruebas y el descuido en el debido proceso le dieron pase de salida al único acusado por la Procuraduría General de Justicia de Sinaloa de la muerte de la activista, al menos así lo consideró el Juez, quien argumentó que la investigación dejaba dudas sobre su posible responsabilidad.

“Lo manifestado ministerialmente por Jesús Fernando Valenzuela Rodríguez, no se encuentra sustentado con medio de prueba alguno que determine fehacientemente la responsabilidad penal que se le atribuye”, indicó el Juez.
El Ministerio Público basó sus argumentos para acusar a Valenzuela Rodríguez por el delito de feminicidio en la declaración ministerial del indiciado, la cual la defensa alegó que fue obtenida de manera ilegal, violando los derechos humanos.

El abogado de Valenzuela Rodríguez acusó por su parte detención arbitraria, incomunicación y desaseo en el lugar donde fue detenido, pues no presentaron orden de aprehensión, lo esposaron y un policía manejó su camioneta sin seguir los protocolos de recolección de evidencias.

El Juez Noveno de Distrito alegó además que el Ministerio Público no desahogó pruebas suficientes, pues como evidencia sólo tomó lo dicho por un testigo: fue un hombre, alto, como de 1.75 metros de estatura, delgado y con la cara tapada que se bajó de una camioneta tipo Jeep de color blanco.
El Juzgado consideró que eso no fue suficiente y que, por lo tanto, Valenzuela Rodríguez debía quedar absuelto.

En su defensa, Marco Antonio Higuera Gómez, Procurador de Justicia, acusó públicamente de tráfico de influencias al interior del Poder Judicial, pero a sus palabras no le siguieron una denuncia formal.

Solicitó un recurso de revisión para revocar la decisión del Juez, la cual se encuentra en la sala número 1, a cargo de la Magistrada María Bárbara Irma Campuzano Vega.

Y mientras eso se resuelve, la verdad y justicia sobre el homicidio de Sandra Luz está como la verdad y justicia sobre el hijo que buscaba: en la nada.

NOMBRES QUE NADIE INVESTIGA

Los nombres de Gabriel y Joel Valenzuela Valenzuela fueron expuestos en más de una ocasión por Sandra Luz Hernández, lo repetía frente a las autoridades, frente a la prensa y en mítines junto al grupo Voces Unidas.
Sandra Luz aseguraba que ellos podían tener información sobre la desaparición de Édgar, que meses antes se los había presentado, que ella misma los había encarado.

Exigió que los buscaran, que los interrogaran, lo hizo ante el Gobernador Mario López Valdez, ante el Procurador Higuera Gómez y ante el Secretario General de Gobierno, Gerardo Vargas Landeros, pero nunca los buscaron.
“Si no lo metieron a la averiguación previa antes de la muerte de ella, mal hecho de la autoridad, pero en presencia mía, se lo puedo atestiguar, fueron preguntados los agentes que si qué pasaba, porque no habían citados a comparecer y lo que ellos decían es: ‘les hicimos guardia y nunca llegaron’, como si fueran así las cosas”, reclamó el activista Óscar Loza Ochoa.

No los buscaron, no hay oficio de ello, no hay documento que lo acredite que hayan sido citados a declarar.
Loza Ochoa señala que pudo haber conformismo y omisión, un delito que vuelve a revictimizar a Sandra Luz, a su familia, a Édgar y a las víctimas que piden justicia por no darles garantías.

 

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