El representante de la coalición "Por México al Frente", Ricardo Anaya Cortés, es el segundo de los candidatos a la Presidencia de la República que asiste al Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) a presentar sus propuestas ante la comunidad estudiantil.
Ahí, en la que fuera escuela de su rival José Antonio Meade, las reacciones del auditorio hacia el político panista fueron encontradas: “Faltaron explicaciones”; “A mí me gustó lo que dijo”; “Creo que habla muy bien y me convence”; “Yo sí voy a votar por él”; “Me quedo con Meade”, se escuchó decir a los alumnos.
Ciudad de México, 12 de abril (SinEmbargo).- En el alma mater de gran parte de la élite política de hogaño, donde los oyentes de hoy podrían ser los mandatarios de mañana, Ricardo Anaya Cortés ofreció un discurso de esperanza y cambio. La multitud aguardó expectante y, también, encaró al político panista entre aplausos y silencios.
Allí, hace no mucho, el ex Presidente Felipe Calderón Hinojosa obtuvo su maestría en Economía. Pedro Aspe Armella, ex Secretario de Hacienda durante el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, también se licenció ahí e inclusive, según versiones periodísticas, años más tarde enseñó a sus estudiantes que en la época del salinismo el mejor momento para privatizar empresas era en tiempos de puente -cuando la gente descansaba- para evitar presión mediática.
En el gimnasio principal del Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM), en un espacio del tamaño de una cancha de basquetbol profesional, Ricardo Anaya dio cátedra de datos sobre los grandes problemas políticos, económicos y sociales que asedian a nuestro país.
Expuso los seis temas centrales de su plataforma: combate a la corrupción; a la pobreza y la desigualdad; a la impunidad (Estado de derecho); así como generar crecimiento económico; la pacificación del país; y que México se alce con dignidad de cara al mundo.
Y de entre más de 25 propuestas que ha hecho desde que inició su campaña política, destacó cinco: reformar el artículo 108 constitucional para que el Presidente de la República pueda ser juzgado; prohibir el uso de efectivo en las transacciones de gobierno; utilizar programas como “blockchain” para “trazabilizar al 100 por ciento” los recursos públicos (saber de dónde a dónde van y llegan); "muerte civil" de por vida para las personas físicas y morales que incurran en corrupción; y reformar el artículo 102 constitucional para tener una Fiscalía y una Fiscalía Anticorrupción completamente autónomas.
A bordo de un escenario improvisado, con los ojos chiquitos, risueños; con la sonrisa desplegada en un acto más de proselitismo político, el aspirante presidencial proyectó entusiasmo a los jóvenes. Y para endulzar oídos, se refirió a ellos como personas “especiales”, porque “aquí nadie está por casualidad [...], nadie les ha regalado nada”. Ingresar y mantenerse en el ITAM, aseguró, es muy difícil.
Carretadas de jóvenes estudiantes desbordaron. La fila de acceso al evento corrió desde la entrada del ITAM hasta el recinto donde Anya se presentó. Y al interior del gimnasio, las cabezas contaron por decenas.
Hoy, al ITAM, lo recorrió un barullo singular, pero no inusitado.
Hubo risas y preguntas jocosas. Anaya, inclusive, se vio obligado por el público a mencionar una virtud de sus oponentes.
“Margarita [Zavala] es sensible; Andrés Manuel [López Obrador] es muy perseverante y [Jose Antonio] Meade, sin lugar a dudas, su mayor virtud es ser egresado del ITAM”. Por último mencionó a Jaime Rodriguez Calderón, “El Bronco”, de quien dijo “es entrón y valiente”.
En medio de una pequeña ciudad impoluta construida en la década de los cuarenta por el empresario mexicano Raúl Bailléres Chavez, previo al encuentro, los jóvenes comentaron estar a la espera de escuchar las propuestas de Ricardo Anaya, porque “es importante escuchar lo que tienen que decir los candidatos”.
Los veinteañeros esconden en su pecho diferentes afinidades partidarias. “Contrario a lo que dicen del ITAM, que somos elitistas y conservadores, aquí hay de todo. Inclusive gente que apoya a [Andrés Manuel] López Obrador”, explicó un estudiante de negocios que prefiere al candidato priista José Antonio Meade Kuribreña.
Julia, Rebeca, Fernanda, Luis, Paco, Alberto... la lista de nombres se alarga; pero la expresión es una: “venimos a escuchar al candidato”.
Y en su particularidad, cada uno, expuso motivos para presenciar el evento: “Queremos que responda a las acusaciones de corrupción en su contra”, “Que nos convenza de votar o no por él” (hay indecisos también); “Que explique cómo hará lo que propone”; “Que diga cómo vamos a mejorar a México”; y “Si pierde, que mencione si se va a comprometer con el país”.
Muchos de ellos, estudiantes de Actuaría, Administración de Riesgos, Ciencias Políticas, Economía, Finanzas, Ingeniería en Negocios, entre otros, dicen no confiar en el candidato.
Algunos, en cambio, admitieron que les es natural apoyarlo. Otros prefieren a los independientes. Muchos de ellos, inclusive, coquetean con la idea de darles su voto a pesar de sus filiaciones políticas.
Fue un ambiente de aparente conciencia política y de crítica social, pero también de chacoteo y seriedad. Los jóvenes hablaban de exámenes y resultados. Iban en grupo platicando sobre Anaya. O estaban absortos lamiendo las pantallas de sus celulares con su mirar.
Concluido el paso de Anaya por la casa del ITAM, ubicada al sur de la Ciudad de México, el alumnado reaccionó: “Faltaron explicaciones”; “A mí me gustó lo que dijo”; “Creo que habla muy bien y me convence”; “Yo sí voy a votar por él”; “Me quedo con Meade”...
Ricardo Anaya fue interpelado sobre sus posturas y propuestas. Le preguntaron acerca de la figura del ombudsman en materia económica; del ingreso básico universal y de la condición de los indígenas; o sobre las coaliciones de gobierno y la defensa de derechos de México frente a Estados Unidos.
Sumida entre contrastes, la hora del discurso de Anaya trascendió con un mensaje: “El diseño institucional importa” para cambiar un país. Y la impresión sudada en el rostro de la concurrencia, dejó entrever las diferencias de opinión, unas favorables y otras no tanto.
¿Ricardo Anaya es bienvenido? Unos dijeron que no. Otros que sí. Algunos más que no importa.
Cierto que, cuando el político queretano arribó, no todos aplaudieron. Pero en las palmas hubo eco.
¿Tuvo éxito Anaya? ¿Es verosímil lo que dijo, lo que dice? ¿Podemos confiar en él?
“No”. “Sí”. “Más que confiar, es congruente”. “No me da buena espina”. “Me cayó bien”. “Prometen y prometen, pero sí nosotros no nos informamos, si no participamos, ¿vamos a dejar todo en sus manos? Por eso estamos así”, comentaban, discutían entre sí los estudiantes.
No obstante hoy, algunos de los asistentes al Seminario de Perspectivas Políticas 2018, reconocieron que Ricardo Anaya Cortés se ganó su voto.
El aspirante presidencial habló; y habló bien.