Sanjuana Martínez
11/12/2017 - 12:02 am
Meade y Anaya son lo mismo
Mucho se ha escrito sobre las alianzas del PRI y del PAN, pero nunca antes esta unión que antes era contra natura y hoy es natural, se había representado extraordinariamente en unas elecciones como en las próximas del 2018. El PRIAN no es un invento, es una realidad. Y no teníamos que ser adivinos para […]
Mucho se ha escrito sobre las alianzas del PRI y del PAN, pero nunca antes esta unión que antes era contra natura y hoy es natural, se había representado extraordinariamente en unas elecciones como en las próximas del 2018.
El PRIAN no es un invento, es una realidad. Y no teníamos que ser adivinos para saber quién quedaría en el llamado Frente. Todo estaba decidido. Miguel Ángel Mancera y Rafael Moreno Valle fueron demasiado ingenuos o simplemente simularon creer que tenían posibilidades. Anaya anuncia su precandidatura porque sabe que será él.
¿Y por qué será Anaya? ¿Por qué el PAN decide tener un precandidato cuestionado por corrupción? ¿Por qué el PRD y Movimiento Ciudadano se someten al poder de Anaya? Demasiadas preguntas y pocas respuestas.
Evidentemente Anaya es el precandidato acordado por la mafia del poder. Finalmente todos se alinearan a José Antonio Meade para derrotar a Andrés Manuel López Obrador, crearan un bloque anti AMLO para intentar derrocar a quien en este momento va número uno en las encuestas de intención de voto.
Más allá de las uniones mafiosas, los votantes pueden analizar la poca o nula diferencia entre Meade, Anaya, Zavala o “El Bronco”. Aquí es donde se difuminan las ideologías, los programas de nación, los planes de gobierno. Todos persiguen el mismo objetivo: el poder por el poder, el dinero por encima de los intereses del pueblo.
Y para conseguir ese poder han despedazado a sus propios partidos. Del PAN original quedan los restos; del PRD mejor ni hablamos porque se ha convertido con los “Chuchos” en todo lo que combatió y del Movimiento Ciudadano, pues ese, no es un partido, es la empresa familiar de Dante Delgado.
La mimetización de los partidos obedece a la corrupción. La mimetización desvela la oscura cara de la partidocracia. La mimetización de nuestra democracia es la ruina para los electores.
Meade simula no ser del PRI, Anaya simula no ser del PAN y critica a Vicente Fox y Felipe Calderón, Margarita Zavala ya no es del PAN ni acepta herencias malditas y Jaime Rodríguez “El Bronco” es el “independiente” sin partido.
Al final, es obvio que todos son unos simuladores. Lamentablemente ahora se deslindan de sus partidos. Les da vergüenza su pasado, su afiliación, su pertenencia. A cualquiera le daría vergüenza militar en partidos corruptos, pero presentarse como candidatos sin ideología, sin pasado, es una falacia, una falsedad, un insulto a la inteligencia de los ciudadanos.
Y es que en el ajedrez electoral Meade viene siendo el candidato del PRI, PAN y PRD. De hecho, él mismo se muestra orgulloso de serlo y se presenta como el “candidato ideal” que aglutina todos los gustos. Para ello se ha paseado por los últimos cuatro sexenios con puestos estratégicos, sin importar si está el PRI o el PAN en el poder.
Fue cómplice del mayor fraude financiero contra la nación: el Fobaproa. Su padre Dionisio Meade es el arquitecto del siniestro plan del saqueo millonario. Ahí empezó con Zedillo en el Instituto para el Ahorro Bancario (IPAB) encargado de las operaciones irregulares de los bancos y su respectivo rescate financiero.
Meade con Vicente Fox fue director general de Banca y Ahorro de la Secretaría de Hacienda y Crédito Público (SCHC) para seguir protegiendo los intereses de empresarios y banqueros. Después llegó a Banrural que lamentablemente transformó en Financiera Rural para seguir tejiendo con dinero del pueblo la telaraña de complicidades del saqueo económico.
El precandidato del PRI y cercano a todos los partidos de la partidocracia, ha sido el artífice de nuestra crisis económica, gracias a su excelente desempeño, México tiene 60 millones de pobres, una cifra que aumentó vertiginosamente en los últimos 4 sexenios donde él ocupó puestos estratégicos de la maquinaria de hacer pobres. Y con Felipe Calderón, José Antonio Meade, se convirtió en el guru de Agustín Carstens, el flamante titular de la SHCP.
Es obvio que Meade y Anaya no se sientan identificado con un concreto partido, sus intereses los unen, así como también a los líderes del PRD encabezados por Alejandra Barrales o Jesús Orega; igualmente a Dante Delgado. Todos pertenecen al mismo grupo, el grupo del dinero.
Ya no hay frontera entre ellos, ya no hay diferencias. Anaya y sus amigos; Anaya y sus enemigos Roberto Gil Zuarth y Ernesto Cordero no tienen problemas; ni tampoco el perredista Armando Ríos Pitter, porque estos últimos dos, son amigos de Meade. Todos al final pertenecen al mismo grupo de los itamitas fabricantes de pobres.
Por algo, Meade fue convertido por Enrique Peña Nieto y su íntimo amigo Luis Videgaray en Secretario de Desarrollo Social en 2015. En ese puesto estuvo un año, pero fue suficiente para repartir programas social que ahora cosechará como votos.
La cargada del PRIANRD a su favor ya se ve, ya se siente, ya se vive. Pero es una cargada descafeinada, desinflada, mancillada por las nefastas reformas de Peña, por los escandalosos casos de corrupción, por las decenas de gobernadores corruptos, porque sencillamente, este país ya no aguanta más, los ciudadanos no nos chupamos el dedo. Meade-Anaya-Zavala-Bronco son lo mismo, significan la continuidad del desaste, la caída al abismo.
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