Cuba abrió en 2010 un espacio a los emprendedores en rubros que antes eran potestad casi exclusiva del Estado por lo que hubo un florecimiento de bares, restaurantes, casas de alojamiento para turistas, pequeños talleres de oficios variados -desde reparación de electrodomésticos hasta costura-, dulcerías y todo tipo de negocios que le cambiaron la cara a cientos de calles en las ciudades e impulsaron miles de economías familiares.
Por Andrea Rodríguez
LA HABANA, 11 de julio (AP).— El gobierno cubano descongeló la prohibición para obtener nuevas licencias de trabajos independientes del Estado en algunos rubros, pero limitó la cantidad de permisos a uno por persona y aumentó el control para evitar el desvío de recursos e irregularidades legales.
La decisión se produce un año después de que se suspendiera la entrega de autorizaciones a emprendedores privados, sobre todo en sectores florecientes o que se encontraban en franca competencia con el Estado como los arrendadores de cuartos a turistas o restaurantes particulares.
La reapertura y una reorganización del incipiente sector no estatal en la isla se realizarán a partir de diciembre, indicaron el martes medios de prensa locales que publicaron sus reportes al unísono con una veintena de disposiciones en la Gaceta Oficial.
Se especificó además que se permitirá solo el ejercicio de una actividad por persona y en el domicilio que radique la inscripción por lo que, por ejemplo, quienes renten sus casas a turistas no podrán ofrecer allí servicios gastronómicos o establecer un bar y presentar artistas.
La limitación evitará que algunas familias tengan dos licencias -una por cada hermano o pariente, por ejemplo- para evitar que en vez de contar con 50 sillas en un restaurante privado o paladar, como se los denomina aquí, tengan el doble de la capacidad permitida.
Igualmente se unificaron las 201 actividades autorizadas hasta el momento en 123, agrupando algunas que antes aparecían dispersas como manicuristas, masajistas, peluqueros y barberos poniéndolas todas bajo el rubro de actividades de belleza.
“Esperaba que nos respetaran a quienes tenemos más de una licencia desde mucho antes. Claro que me perjudica porque reduce mi actividad”, lamentó ante The Associated Press Camilo Condis, quien tiene un departamento en renta y está además inscripto como trabajador contratado por un paladar. “Este tipo de cosas solo llevan a irregularidades y corrupción, pues la mayoría va a seguir operando”.
Cuba abrió en 2010 un espacio a los emprendedores en rubros que antes eran potestad casi exclusiva del Estado por lo que hubo un florecimiento de bares, restaurantes, casas de alojamiento para turistas, pequeños talleres de oficios variados -desde reparación de electrodomésticos hasta costura-, dulcerías y todo tipo de negocios que le cambiaron la cara a cientos de calles en las ciudades e impulsaron miles de economías familiares.
Los trabajadores independientes del Estado pasaron de ser 157 mil en 2010 a 591 mil este año, lo que representa 13 por ciento de los ocupados, según cifras oficiales. La mayor parte de ellos se concentran en las categorías de venta de alimentos, transporte de pasajeros y arrendadores de habitaciones.
En su momento, el argumento de las autoridades para dar espacio a los emprendedores fue fomentar la productividad y aliviar la economía de un Estado sobredimensionado con fuertes dificultades por estar el país sometido a sanciones por parte de Estados Unidos.
Sin embargo, las autoridades frenaron a mediados del año pasado la entrega de nuevas licencias en 27 rubros que habían sido los más exitosos como la renta de casas -que se dispararon en paralelo a un auge del turismo-, tras considerar que el crecimiento había rebasado las posibilidades de control provocando ilegalidades como el desvío de productos estatales y combustible para abastecer al sector privado e irregularidades impositivas.
La paralización fue considerada por críticos como una falta de voluntad de profundizar la apertura económica por parte de un modelo que por décadas priorizó la gestión estatal, sea para la producción o para brindar servicios a la población.
Las inquietudes sobre la forma en que se implementarán los cambios alcanzaron a muchas familias que en los últimos años vieron incrementar sus ingresos mediante el trabajo por cuenta propia.
“Mi esposo se quedará con la licencia de taxi y entregará la de dos habituaciones que renta”, explicó a la AP Yaneli García. “Yo mantendré los cuartos que alquilo en mi propia casa… en cambio no podré abrir el bar que proyectaba”, agregó la mujer dueña de un hostal en la ciudad de Santa Clara.
Las autoridades, desde el expresidente Raúl Castro a su sucesor Miguel Díaz-Canel, insistieron en que se quiere desalentar la acumulación de riqueza en pocas manos para evitar un cambio en el modelo socialista y la desigualdad social.
“¿Cómo podría alguien asumir, paralelamente, el servicio de restaurante con el trabajo de manicura o fregador de autos? Los TCP (trabajadores por cuenta propia) deben ejercer cotidianamente la actividad para la cual están autorizados. No se trata de un dueño con varios negocios, pues ello se aleja de los principios que sustentan la política aprobada”, dijo al periódico oficial Granma la viceministra de Trabajo, Marta Elena Feitó.
Incluso con la apertura del trabajo independiente más del 80 por ciento de los empleos en Cuba son estatales con sueldos que se fueron incrementando pero pueden oscilar al equivalente entre 20 y 50 dólares mensuales, a los que se suman un conjunto de prestaciones y subsidios a la salud, la educación, la alimentación o los servicios domésticos. Además hay una cantidad no especificada de millones en remesas de cubanos en el extranjero.
Las regulaciones van acompañadas también de nuevas normas tributarias y fiscales, entre ellas la obligatoriedad de algunos rubros de contar con cuentas bancarias para transparentar sus ingresos y egresos.