Javier Duarte de Ochoa, miembro del “nuevo PRI”, celebrado por el propio Enrique Peña Nieto, es hoy uno de los ex gobernadores paradigmas de la corrupción en México. De acuerdo con datos oficiales, su administración en Veracruz generó un posible quebranto al patrimonio del estado de más de 35 mil millones de pesos, una deuda pública de 45 mil millones –más del doble de la que recibió– y un aumento en la violencia que fue notorio incluso desde el primer mes de su Gobierno, en diciembre de 2010.
La personalidad del ex Gobernador, ahora recluido en una prisión de Guatemala, es analizada en SinEmbargo por criminólogos y sicólogos que coinciden en que la política, al menos en México, no es un ambiente sano sino enfermo, que demanda o exige personalidades más o menos del mismo nivel: enfermas. Y, además, con habilidades donde destacan la capacidad de negociación y convencimiento, además del poder engañar, mentir y nunca sentir culpa.
Ciudad de México, 11 de junio (SinEmbargo).– A principios de este siglo, antes de ser acusado de enriquecimiento ilícito, peculado e incumplimiento del deber legal, el veracruzano Javier Duarte de Ochoa quería cambiar la Constitución y, según lo que escribió en aquel tiempo, mejorar la representatividad “de quienes hablan en nombre del pueblo”.
Era 2001, el hoy ex priista encarcelado trabajaba para el entonces Senador priista Fidel Herrera Beltrán y, desde 1997, cuando también era mano derecha de éste en la Cámara de Diputados, había acumulado un amplio conocimiento sobre los temas legislativos.
Su tesis para obtener el título de licenciado en Derecho por la Universidad Iberoamericana, por tanto, se enfocó los “Dilemas sobre el sistema representativo en México”, al que en el texto calificó como único “garante del mandato del pueblo” ante la “falta de credibilidad en las instituciones políticas”.
Su propuesta, de acuerdo con un ejemplar que obra en la biblioteca de la Universidad, fue modificar los artículos 51, 52, 53, 54 y 60 de la Constitución para, entre otros cambios, elegir diputados por el principio de “primera minoría” y, en el Senado, eliminar los escaños de representación proporcional.
“De esta forma pretendo equilibrar y darle fuerza a la representación legislativa, para hacer del Congreso de la Unión un verdadero reflejo del mosaico social, cultural, étnico y político que conforma nuestra sociedad, y de esta forma representar verdaderamente la voz y el pensamiento del pueblo mexicano, en la elaboración y cambios del marco legal que rige la vida de todos los que integramos a esta gran nación”, dice el texto.
Karime Macías Tubilla, su compañera de estudios de Derecho en la Iberoamericana y también veracruzana, se enfocó por su parte a escribir “Reflexiones jurídico sociales” sobre “el Sistema Nacional para el Desarrollo Integral de la Familia (DIF)” para su tesis de licenciatura.
“…Permanecer neutral e imparcial ante situaciones en donde se presenta una notoria desigualdad de fuerzas equivale a complicidad objetiva con los más fuertes”, escribió la esposa del entonces joven político, también en 2001.
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MATRIMONIO Y POLITICA
En la Iberoamericana, una institución privada de educación superior con modelo jesuita y donde es común que estudien hijos de integrantes del sistema político o económico, Duarte de Ochoa fue conocido como un alumno de clase media procedente de una familia de comerciantes.
Karime Macías Tubilla, en cambio, era “niña bien” y, de acuerdo con lo que el propio ex mandatario narró en una entrevista en 2010, si bien él era un “luchón” que estudiaba y trabajaba, ella no lo “pelaba” e iniciar la relación le tomó cuatro años, casi todo el tiempo que fueron compañeros universitarios.
Un activo con el que contaba el ex priista, sin embargo, era su ascendente carrera política y, sobre todo, el creciente poder de su jefe, Fidel Herrera Beltrán, que el mismo año de su matrimonio con Karime Macías se convirtió en Senador de la República.
El escaño era el paso previo de Herrera Beltrán a la Gubernatura de su estado, y esta elección, que llegaría en 2004, culminación de una carrera política que el originario de Nopaltepec había iniciado desde 1970, cuando era un estudiante de 21 años y fue elegido para ser orador en la campaña presidencial de Luis Echeverría Álvarez, que lo acogió como uno de sus protegidos.
Herrera Beltrán, a su vez, acogió a un entonces joven Javier Duarte cuando éste, en 1995, acudió a pedirle “apoyo” a la oficina que ocupaba como coordinador general para la promoción de la participación social en la Secretaría de Gobernación.
El vínculo entre ambos había sido Javier Duarte Franco, padre de Duarte de Ochoa y quien había conocido a Herrera Beltrán desde finales de los años 70, cuando el hoy ex Cónsul en Barcelona ocupaba ya cargos de dirigencia en el Partido Revolucionario Institucional.
Duarte Franco, sin embargo, falleció en 1985, víctima del sismo que sacudió la Ciudad de México y que lo encontró en una habitación del hotel Regis –donde se hospedaba por su trabajo en la Confederación Nacional Ganadera– y en pleno cumpleaños número 12 de Javier, el mayor de sus cuatro hijos.
“Marcó mi vida –dijo Duarte en la misma entrevista de 2010, con la agencia de noticias Imagen del Golfo–. Se derrumbó (el hotel) y con él la existencia de quien me dio vida”.
Herrera Beltrán, que en 1985 era oficial mayor de la Cámara de Diputados, “al enterarse de la situación, otorgó todo el apoyo a su alcance a mi familia”.
También lo recordó una década después, cuando el entonces veinteañero Javier Duarte de Ochoa acudió a visitarlo a la Secretaría de Gobernación y Herrera le ofreció trabajo haciendo las síntesis noticiosas, para lo cual debía redactar en una máquina de escribir su análisis de “toda la prensa nacional y todas las notas que tenían alguna relación con el Estado de Veracruz”.
En esos años del fin del Siglo XX mexicano, el PRI se aproximaba a la elección federal intermedia en la que, por primera vez, perdería la mayoría en el Congreso de la Unión y, en 2000, la Presidencia de la República.
La alternancia, sin embargo, no llegaría a Veracruz sino 20 años después y, en ese entonces, Herrera Beltrán tenía todavía un futuro político asegurado. Antes de enfrentar acusaciones por presuntos vínculos con el narcotráfico y de disparar el endeudamiento público y la criminalidad de su estado, había sido, en los años 70, fundador y primer dirigente de Movimiento Juvenil Revolucionario, a los 25 años coordinó la campaña por la gubernatura de Veracruz y, al ganar, se convirtió, a los 26 años, en secretario de organización del Comité Ejecutivo Nacional del PRI. Luego fue delegado del tricolor en diversas entidades, secretario del partido en el Distrito Federal y, entre 1982 y 1983, coordinador de planeación del estratégico Instituto de Estudios Económicos, Políticos y Sociales (IEPES).
Para cuando Duarte de Ochoa llegó a su oficina en Gobernación, Herrera Beltrán había sido también coordinador de asesores del titular de la dependencia en la primera parte del sexenio de Ernesto Zedillo Ponce de León, Jorge Carpizo McGregor, y en 1997 llegaría a la Cámara de Diputados por mayoría de votos en su distrito.
Con él, a punto de cumplir 24 años, a San Lázaro llegó Duarte de Ochoa, que se convirtió en su secretario particular; y cuando Herrera Beltrán se regresó a Veracruz para coordinar la campaña de Miguel Alemán por la gubernatura, el todavía estudiante de la Iberoamericana se quedó en su representación en la Ciudad de México.
Cuando Herrera Beltrán llegó al Senado, Duarte fue secretario técnico de la comisión de estudios legislativos y, también, se dedicó a acumular títulos académicos, como una maestría en Derecho y Políticas Públicas por el Instituto Universitario de Investigación Ortega y Gasset, en Madrid, y al mismo tiempo, un doctorado en Economía por la Universidad Complutense.
En 2004, cuando Herrera Beltrán ganó la elección por la gubernatura de Veracruz, Duarte de Ochoa se sumó de inmediato al gabinete, primero como Subsecretario de Finanzas y Administración, y luego como titular de la misma tesorería.
Luego de fungir un año como diputado federal, Duarte se convirtió en 2010, a los 36 años, en el candidato del PRI y luego titular del Ejecutivo Estatal más joven de su estado.
“Fidel Herrera Beltrán trajo la fijación sicológica de Luis Echeverría Álvarez, su maestro, de crear y recrear una nueva generación de jóvenes. Echeverría hizo diputado federal a Fidel a los 24 años de edad (…) Por eso, Fidel Herrera Beltrán brincó dos generaciones y nombró candidato a Javier Duarte, de 36 años de edad”, reportó Imagen del Golfo, también en 2010.
SIN RESPETO POR LOS DEMÁS
Cuando la orfandad se presenta en un adolescente, dice la sicóloga Norma Romero Sánchez, suele tener mayor impacto que cuando ocurre en un niño con menos recuerdos del ser fallecido.
Si la pérdida se combina además con un sentido estricto de la disciplina y, como advierte en el caso del veracruzano, el afán de pertenencia a un círculo social más elevado, y si además hubo carencias afectivas e incluso baja autoestima, puede generar lo que la perito y académica de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) denomina un “trastorno antisocial de la personalidad”.
Si bien entre las características de esta condición están la proclividad a la mentira y a la explotación de los otros, explica Romero, el principal rasgo es la incapacidad de sentir empatía y respeto por los derechos de los demás seres humanos; elemento que es común, agrega, también entre los delincuentes autores de los delitos más graves, como el asesinato.
Otro grupo en el que es frecuente encontrar este trastorno antisocial, dice Romero, es entre los políticos, a quienes el poder dota de un sentido de invulnerabilidad y de protección gracias a las alianzas con otros que tienen ese mismo tipo de comportamiento.
“Las redes están perfectamente hechas para protegerse los unos a los otros”, dice la académica. “Por eso dice Vicente Garrido (escritor y psicólogo considerado pionero en el estudio de la criminología de la violencia) que los Jefes de Estado son de alguna manera personas antisociales por naturaleza”, comenta en entrevista.
Con este diagnóstico coincide el también perito en sicología y profesor de la UNAM, Héctor Cerezo Huerta.
“La política, al menos en México, no es ambiente sano; es un ambiente enfermo que demanda o exige personalidades más o menos del mismo nivel, enfermas, por eso estas personas se mueven como peces en el agua, sus habilidades son bien valoradas en esos ambientes políticos, que requieren de negociar, convencer, pero también engañar, mentir y no sentir culpa”, agrega el académico.
REPRESENTACION DE TODOS
Duarte de Ochoa es ahora considerado uno de los “paradigmas de la impunidad” política en México. Un asomo del nivel excesos con el que vivió y gobernó Veracruz fue mostrado por la indagatoria que le sigue el actual Gobierno del estado –a cargo del panista Miguel Ángel Yunes, uno de sus principales enemigos políticos– y que mostró imágenes de una bodega con objetos y documentos suyos y de su esposa Karime, a quien se le atribuye una libreta con la frase “sí merezco abundancia” escrita decenas de veces.
Detenido este año luego de seis meses de estar prófugo, enfrenta cargos por enriquecimiento ilícito y peculado derivados de la contratación “empresas fachada” que habrían recibido más de mil millones de pesos en contratos.
También, de acuerdo con datos oficiales, generó un probable quebranto al patrimonio del estado de más de 35 mil millones de pesos, una deuda pública de 45 mil millones –más del doble de la que recibió– y un incremento en la violencia que fue notorio desde el primer mes de su Gobierno, en diciembre de 2010.
Con él, que en sus años 20 tecleaba comentarios sobre la cobertura periodística de su estado, éste se convirtió además en el más peligroso de México para ejercer el periodismo, con 17 comunicadores asesinados y tres desaparecidos en su sexenio.
También, el estado se volvió la sede de la mayor fosa clandestina del país, con más de 200 cuerpos enterrados en el predio de Colinas de Santa Fe, en las afueras del puerto de Veracruz.
Los políticos “son un ejemplo de lo que somos como sociedad”, dijo en días pasados el investigador Marco Leopoldo Arellano Toledo, profesor de Ciencia Política en la UNAM, entrevistado sobre candidaturas polémicas como la del también ex Gobernador priista de Coahuila, Humberto Moreira Valdés.
“Muestran eso: un descaro de la clase política, y un reflejo de lo que somos como sociedad (…) pareciera que los políticos deberían ser diferentes, pero no, son un reflejo”, agregó Arellano entonces.
Duarte de Ochoa expresa una convicción similar en su tesis sobre “representatividad” política, en la que advierte que “desde el punto de vista sociológico, la representación es considerada como una forma de relación social por la que la acción de una persona determinada se le imputa a los demás”.
Es decir, concluyó Duarte de Ochoa entonces, “que la responsabilidad y los resultados, sean buenos o sean malos, recaen sobre todos los representados”.