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Por Tomás Martín, con fotos por Hugo Borges, especial para SinEmbargo
Ciudad de México, 11 de mayo (SinEmbargo/VICE).– En el poblado de Citilcum, comisaría de Izamal, en el estado de Yucatán, nadie sabe con exactitud cuál es el origen de la tradición local Kots Kaal Pato, un ritual de sangre y muerte con sacrificios de animales difícil de entender en estos tiempos.
El día de este festejo, las familias de Citilcum (pronunciado Kitilcum en idioma maya) se reúnen en el centro del poblado, en donde unos días antes se instala una especie de patíbulo.
Una vez reunidos en el lugar, un grupo de adultos cuelgan piñatas, pero en lugar de tener fruta o dulces, —como normalmente se acostumbra— adentro tienen animales vivos que ellos llaman alimañas y que fueron capturados una noche antes por los niños de la localidad.
La mayoría de los animales atrapados son iguanas de distintos tipos y tamaños, pero la alimaña más preciada son las zarigüeyas, conocidas en otras partes del país como tlacuaches; un marsupial amenazado y que incluso es protegido en otros países.
Como cualquier piñata, éstas son golpeadas con los animales adentro. No hay forma de evitar la muerte, ya que el animal que logre escapar de los palazos, no dura mucho tiempo sin ser lanzado de un lado a otro de la multitud hasta que queda inerte en el suelo o es aplastado a pisotones.
Cuando termina el festejo de las piñatas y las zarigüeyas han muerto, hacen su aparición los patos, animal que da origen al nombre de esta celebración.
El ave es amarrada por las patas a una estructura hecha de madera y quienes son considerados concursantes, tienen brincar para tomar el pato por la cabeza.
Una vez que logran agarrarle la cabeza, el "afortunado" debe de arrancarla con sus manos, ya que quien lo logre se llevará el cuerpo del pato a su casa.
El pato muere en el momento en que se le rompe el pescuezo, pero pueden pasar más de tres minutos antes de que la cabeza del pato se desprenda del cuerpo. Durante ese lapso cae una auténtica lluvia de sangre que baña tanto al que jala de la cabeza, como a los que observan el sacrificio.
La gente reunida observa. Familias enteras aplauden y ríen. Es un momento que les da una identidad comunitaria, pero nadie, absolutamente nadie sabe explicar el por qué de la celebración y ni siquiera los más ancianos conocen sus orígenes y razones.
"No sabemos el origen de la tradición. Yo lo aprendí de mis padres y mis padres de sus padres. Antes se hacía en un gran árbol de ceibo que estaba aquí cerca, pero en el año 2002, cuando el huracán Isidoro pegó a Yucatán, el árbol se cayó", narra don Idelfonso Tec, un anciano que nació y creció en Citilcum.
Desde entonces el festejo se realiza en un parque contiguo a la zona del comisariado municipal.
Freddy Poot Sosa, reconocido investigador de la cultura maya, quien ha realizado varios documentales de la vida y cultura de las comunidades indígenas de la región peninsular, se muestra igual de extrañado. "No sabía que existía un festejo de ese tipo, supongo que es un festejo muy local y exclusivo de Citilcum", comentó.
Aunque nadie sabe el origen del festejo, el por qué de los sacrificios animales o la finalidad de esta celebración, lo que es seguro es que el Kots kaal pato seguirá existiendo en Citilcum cada año.