Aunque en la actualidad los agremiados a las centrales obreras más importantes del país – relacionadas estrechamente con el Partido Revolucionario Institucional (PRI)– están a la baja, sus viejos líderes están blindados contra investigaciones judiciales y disfrutan del cobijo del Estado mientras garanticen “la paz social” al Gobierno y a los empresarios.
Ciudad de México, 11 de marzo (SinEmbargo).- Las organizaciones gremiales añejas y obsoletas para el trabajador, lejos de desaparecer por la escasa cantidad de agremiados que poseen, seguirán vivas gracias al cobijo del Estado y de los partidos políticos, coincidieron varios analistas expertos en la materia, entrevistados por SinEmbargo.
En el país existen, de acuerdo con la Secretaría de Trabajo y Previsión Social (STPS) hasta febrero de este año, 3 mil 77 sindicatos registrados, incluidas las federaciones. Hoy, las cuatro centrales obreras (CTM; CROC, CROM y FSTSE) que aún subsisten en la entraña del Partido Revolucionario Institucional (PRI), apenas representan más de 1 millón 657 mil 891 trabajadores.
Jorge Barajas Martínez, coordinador del Centro de Reflexión y Acción Laboral (Cereal), estima que durante los últimos 30 años la afiliación a las organizaciones gremiales ha caído drásticamente de 80 por ciento del total de trabajadores en el país adscrito a alguna de ellas, a sólo 12 por ciento.
“Pero hay que diferenciar que hay varios tipos de sindicatos: los que representan al trabajador y los que no representan. En México entre 80 y 90 por ciento de los sindicatos no son representativos y me estoy refiriendo a todas las organizaciones que pertenecen al Congreso del Trabajo, como la CTM [Confederación de Trabajadores de México], CROM [Confederación Regional Obrero Mexicana] , CROC [Confederación Revolucionaria de Obreros y Campesinos]”, explica.
La organización que hoy lidera Carlos Aceves del Olmo, la CTM, no es en número de agremiados ni la sombra de lo que fue en sus inicios. En las elecciones de 1988, cuando Carlos Salinas de Gortari fue el candidato tricolor a la Presidencia de México, el entonces dirigente Fidel Velázquez Sánchez, ofreció 20 millones de votos provenientes sus agrupaciones.
Y aunque hoy ofrece un poco más de millón y medio, no es el voto corporativo la que la mantiene en pie opinan analistas: es la capacidad de mantener a raya a los trabajadores sindicalizados, pues de acuerdo con Jorge Barajas, sólo uno por ciento de los empleados que están afiliados a una organización gremial en México pertenecen a algún sindicato genuino que tenga como objetivo principal defender sus derechos.
El resto forma parte de las organizaciones que sirven al Estado y a los empresarios y que impiden el estallido de huelgas, opina Enrique De la Garza Toledo, profesor Distinguido de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) adscrito al Departamento de Economía, Unidad Iztapalapa.
“En los últimos dos años el número de huelgas federales en México han sido cero; estos sindicatos siguen jugando el papel de proporcionales esas condiciones de paz laboral a los empresarios y en el triángulo interviene el Gobierno dándoles muchas protecciones. No se compara con lo que tenían antes, pero aún es bastante buena para que se sigan existiendo y sus líderes aferrando al puesto”, dice.
LÍDERES QUE REPRESENTAN AL PODER
Este mes se dio a conocer que los 3 mil ferrocarrileros jubilados se ampararon en contra de la cuota de 80 pesos mensuales que paga cada uno al Sindicato Ferrocarrilero que encabeza Víctor Flores Morales.
En total son 32 mil los jubilados que pagan esa cuota al sindicato de Flores. El argumento para el amparo es que es un cobro ilegal del cual no hay ningún beneficio para ellos.
Víctor Flores es un líder sindical que tiene varias demandas por utilizar el fondo de los trabajadores para enriquecerse. En 1996, Ferrocarriles Nacionales de México empezó su proceso de privatización y miles de trabajadores fueron liquidados a través de un fideicomiso. Ese año, Víctor Flores Morales dejó su casa de 50 metros cuadrados y adquirió un edificio completo de departamentos, de acuerdo con una investigación de SinEmbargo publicada en 2013.
Sin mostrar preocupación por la acusación de utilizar el fondo de los trabajadores pasó a conformar la triada de los dirigentes más poderosos de México, junto con Elba Esther Gordillo Morales –ahora presa– y Carlos Romero Deschamps, actual Senador. Incluso entre ellos, Flores Morales se distingue: el cúmulo de 14 mil denuncias en su contra en la Procuraduría General de la República (PGR), que van desde desfalcos hasta fraudes, supera todos los récords.
Víctor Flores Morales está acusado del saqueo del fideicomiso para la jubilación en el proceso de privatización de ferrocarriles entre 1995 y 1996, la ficticia venta de casas del Infonavit en Azcapotzalco y Tlalnepantla en 2001, y el fraude a pensionados de Empalme, Sonora, en 2006, entre otros. En cada historia hay dinero. Más de 700 millones de pesos, si se sigue el rastro que dejan las demandas.
A pesar de ello, ha sido Diputado federal en tres ocasiones (1997-2000; 2003-2006 y 2009-2012) y jamás subió a la tribuna. Aunque Víctor Flores sólo representa a 45 mil trabajadores, una cifra muy lejana a los millones de maestros o petroleros que llegaron a representar Gordillo y Romero Deschamps, por lo menos hasta 2018 se mantendrá en su puesto de secretario general del sindicato ferrocarrilero debido a la modificación que él mismo hizo de los estatutos del organismo.
Otro de los casos emblemáticos en el sindicalismo mexicano es el del Senador priista Carlos Romero Deschamps, un hombre tan impune como Víctor Flores.
En enero de este año el Consejo Coordinador Empresarial (CCE) acusó que el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana (STPRM), dirigido por Romero Deschamps, mantiene prácticas que merman los recursos de Petróleos Mexicanos (Pemex).
“Es claro” que Pemex requiere de una reingeniería profunda “para darle viabilidad y que pueda salir adelante de la muy difícil circunstancia que enfrenta”, acusó el sector privado.
Esto implica tareas de reconversión de plantas; poner atención en prácticas y procesos administrativos, industriales “e inclusive sindicales o de seguridad que merman sus recursos, y la hacen imposible seguir creciendo y desarrollarse”, criticó en su mensaje semanal días después de que la agencia Moody’s rebajó la calificación de Pemex por el deterioro de los bajos precios del petróleo.
Respecto al sindicato, a principios de este año el Instituto Nacional de Transparencia, Acceso a la Información y Protección de Datos Personales (INAI) instruyó dos veces a Pemex a dar a conocer de forma clara y precisa información respecto a sus trabajadores.
En septiembre pasado, Pemex y el Sindicato de Trabajadores Petroleros de la República Mexicana firmaron el Contrato Colectivo de Trabajo tras una serie de negociaciones que ahora Pemex debe aclarar. Además debe informar sobre viajes y viáticos de sus funcionarios entre el 2010 y el 2015, instruyó el INAI.
De acuerdo con el Presupuesto de 2016 del Gobierno federal, cada uno de los 103 directivos y subdirectores que gestionan los designios de Pemex se llevarán entre 2.7 y 3.2 millones de pesos brutos en el ejercicio de este año.
La remuneración de la cúpula incluye, además del sueldo, medidas de protección al salario, una aportación a fondos y seguros de ahorro para el retiro y extras como el pago del celular, el coche y otro tipo de remuneraciones y extras por los acuerdos en los contratos colectivos.
La oposición ha calificado la relación entre Deschamps y el PRI como un ejemplo claro de impunidad, a cambio de manejar el sindicato a conveniencia del poder, como ocurrió en el año 2000, con el llamado Pemexgate, donde el líder sindical fue acusado de desviar recursos a la campaña de Francisco Labastida Ochoa.
“Es una correa de transmisión del Gobierno federal y del PRI, Romero como dirigente sindical en Pemex, baja las instrucciones que recibe de arriba y la última fue el apoyo a la Reforma Energética. Él como dirigente sindical pudo tomar una posición diferente, como aquella que tomaron los trabajadores del Sindicato Nuclear en la defensa de su materia de trabajo, pero sobre todo en la defensa de las empresas patrimonio del Estado. Deschamps no representa los intereses de los trabajadores de Pemex, ni de los mexicanos, solo de sus amos, de quienes los tienen ahí, del PRI”, dijo Bertha Elena Luján Uranga, entonces secretaria general del Comité Ejecutivo del Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), en 2014.
El líder sindical y su familia se han visto envueltos en escándalos. Carlos Romero Deschamps gana alrededor de 24 mil pesos mensuales en su puesto de dirigente sindical, pero el nivel de vida que lleva, no corresponde con su salario: en 2013 el periodista Raúl Olmos, director editorial del diario A.M. de Guanajuato, publicó un reportaje sobre los dos departamentos del hijo de Romero Deschamps, José Carlos Romero Durán, en Miami Beach con un valor aproximado de 7 millones 550 mil dólares cada uno.
El hijo de dirigente petrolero está rodeado de personalidades como Rodney O’Neal, presidente de la automotriz Delphi; Bradley Wechsler, director de Imax; Mel Harris, actriz en al menos 64 películas y series de TV en EU y Mark Penn, asesor de las campañas Bill Clinton y Tony Blair, sólo por citar algunas.
No es el primer escándalo sobre el derroche de fortuna de la familia Deschamps; en febrero de 2013 se dio a conocer que el líder petrolero regaló a José Carlos un automóvil Enzo Ferrari con un costo aproximado de 25 millones de pesos.
MÁS DE ROMERO DESHAMPS
En 2012, el diario Reforma publicó fotografias sobre la vida de lujos que presume Paulina Romero Deschamps, hija de Carlos Romero. Derroche expuesto por ella en su cuenta de Facebook donde comparte con sus amigos fotografías de viajes por todo el mundo en aviones comerciales y privados, paseos en yates y comidas en restaurantes exclusivos.
Paulina presume en las redes sociales sus bolsas marca Hermes con un costo de miles de dólares y la llama “bolsas del Superama”.
Además a sus viajes la acompañan sus tres perros bulldogs ingleses Keiko, Boli y Morgancita, los cuales disfrutan de salones VIP y pernoctan en caros hoteles europeos.
En mayo de 2013 Fernando Candia Araiza, coordinador general de la zona Centro del Frente Nacional Petrolero (FNP) –agrupación que aglutina a unos 20 mil trabajadores de la paraestatal en todo el país-, dijo a SinEmbargo que los trabajadores disidentes han denunciado sin éxito, desde hace años, el desvío de recursos del sindicato a distintas cuentas bancarias.
Para ellos, Elba Esther Gordillo, la ex líderesa del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), presa desde 2013, es una “blanca paloma” comparada con Romero Deschamps: “Esa pobre mujer es una blanca paloma a comparación de Romero. Los recursos del sindicato de maestros no se comparan a los de Pemex, además de que estos últimos son de la Nación”, dijo.
Fernando Candia aseguró que el líder petrolero goza de una fuerte fortuna gracias al desvío de los recursos sindicales, recursos que ha invertido en tiendas de consumo, ranchos ganaderos, granjas avícolas, unidades de transporte, tiendas de ropa, centros recreativos, entre otros negocios.
Romero Deschamps, como la mayoría de los líderes de las centrales obreras, ha sido protegido desde el poder con diputaciones y senadurías por el PRI, para darles fuero y hacerlos intocables ante la justicia mexicana, dicen los expertos.
“La permanencia de estos líderes se explica por el apoyo que les dan los empresarios y los diferentes gobiernos. Los protegen, vienen de un pacto muy antiguo que era el pacto de los sindicatos con el gobierno mexicano, con la participación de los empresarios. Había beneficios mutuos, los trabajadores de las grandes empresas que eran la columna vertebral de este sindicalismo: los de Pemex, la CFE [Comisión Federal de Electricidad] tenían muy buenos contratos, todavía hay restos de esto. Había un toma y daca entre grandes sindicatos que apoyaban al gobierno y ciertos beneficios a los trabajadores en otra época, pero desde que se instauró el modelo económico actual estos beneficios se han ido disminuyendo aceleradamente. Entonces los trabajadores se han quedado sin el pacto y han proporcionado el toma a través de los líderes, pero sin el daca”, explica Enrique De la Garza Toledo.
LOS TRABAJADORES COMO MONEDA DE CAMBIO
Para José Alfonso Bouzas Ortíz, investigador del Instituto de Investigaciones Económicas de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), existe una crisis mundial de las organizaciones sindicales, porque los sindicatos no tienen capacidad de respuesta a los problemas de los trabajadores.
En México el sindicalismo que se formó es corporativo, indica, es decir de protección patronal y no de representación de los intereses de los empleados y la Reforma Laboral no tocó al sindicalismo, ni a la democracia y libertad sindical.
“No podemos ser ingenuos, estos membretes sindicales representan negocios para personas en específico. Son familias de líderes sindicales –del Olmo, por ejemplo– que están presentes en una serie de sectores y ramas, hará todos lo posible para que no se les toque. Vivimos en un corporativismo sindical, porque vivimos en un corporativismo partidario, hay todo un engranaje en que los partidos empatan con el esquema del Gobierno. Los sindicatos igual. La forma en la que están protegiendo a Romero Deschamps, que si no tuviera fuero se iría a la cárcel, es manteniéndolo en el Senado como un mueble más”, dice.
En el caso del líder de la CTM, recuerda que hay siete personas de su familia en la central obrera. La única forma a través de la cual las relaciones laborales en México adquirieran otro matiz, es que los trabajadores no respondieran a los intereses del sindicato.
Pero esa opción, es complicada, debido a que si el trabajador si se revela, pierde su empleo.
“Los trabajadores aceptan porque necesitan trabajar. La situación es tan crítica que los intereses individuales quedan por encima de los intereses colectivos”, dice.
Enrique de la Garza coincide con Bouzas. En el país no existe una fuerza obrera que esté cuestionando a los sindicatos ni a sus líderes.
“Hay una estructura muy sólida de control donde juegan los líderes, juntas de conciliación, gobierno, donde los trabajadores se han visto impotentes. En México más o menos la mitad de la población que tiene algún tipo de trabajo está en el sector informal. Entonces los trabajadores que están formales se conforman. La forma más normal en que los líderes fueran echados, es que se movilizaran los trabajadores, en este momento eso no se ve”, explica.
Una segunda opción es que intervenga un factor externo. Las elecciones presidenciales: “Que el propio Gobierno federal, en las próximas elecciones quedara en manos de alguien que no está de acuerdo con este sistema y que estaría dispuesto a cambiarlo de raíz”, dice.
Graciela Bensusán Areous, investigadora del Departamento de Relaciones Sociales, Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) Unidad Xochimilco, indica que el nuevo sindicalismo no pudo darle la batalla a las viejas organizaciones gremiales, porque se quedaron encerradas en sus mismos agremiados y no fueron más allá.
En México hay millones de trabajadores de la industria manufacturera, de servicios y de franquicias de comida rápida que no pertenecen a algún sindicato.
“No han hecho lo que hicieron en Brasil, donde los sindicatos fueron por los empleados de la industria manufacturera. El nuevo sindicalismo si quiere sobrevivir, tiene que volver a su etapa heroica y hacer la lucha de la movilización social en torno al salario mínimo, mover desde abajo hacia arriba sus agendas, para una nueva manera de representar los intereses de los trabajadores, que están fragmentados hoy todo lo que sabemos. Si no se sindicaliza afuera, ellos van perdiendo bases, se van jubilando. Ese sindicato se va a extinguir”, augura.
“Evidentemente el Sindicato Petrolero va a perder miembros, muy probablemente, pero lo que hará Romero Deschamps es tratar de negociar sus intereses y de tener algún poder en la representación de los empleados que queden y expandirse a lo mejor en alguna empresa contratistas y seguir siendo el negocio como contratista él mismo, y bueno los trabajadores sabemos que le importan muy poco”, dice.
Bensusán explica que en México los sindicatos siguen siendo un instrumento del Estado para garantizar la paz laboral con “salarios de hambre”.
“Somos los que tenemos el salario mínimo más bajo de la región, con los niveles de productividad más altos. Es una vergüenza y los líderes sindicales son muy importantes”, agrega.
Para la investigadora, los líderes no van a cambiar, aunque haya un cambio generacional. Los viejos dejarán su legado a los nuevos, para que den continuidad a sus sindicatos y fortunas.
“No importa que se mueran, aunque se mueran son remplazados y los jóvenes dirigentes cetemistas, croquistas, son iguales, no hay probabilidad de que una renovación generacional pudiera darnos las expectativas de que hubiera un cambio; no se ve para nada”, finaliza.
–Con información de Linaloe R. Flores