Ciudad de México, 10 de diciembre (SinEmbargo).– Doña Lucila es menudita, chiquita y su rostro envejecido lleva luz por el rosado de su suéter de estambre. De su cuello cuelga la fotografía de Ana Julia Aguilar con un bebé en brazos. Hace 13 años que no la ve porque desapareció en la Ruta del Migrante en México.
Ana salió de Nacaome, Valle de Honduras, para emigrar a Estados Unidos y ganar los recursos suficientes para mantener a un hijo y una hija. Pero en el camino se perdió.
Ayer, la fotografía que colgaba del cuello de doña Lucila, ahora de 73 años, cobró vida, pues en el paso de la Caravana de Madres de Migrantes Centroamericanos Desaparecidos por el Distrito Federal, Ana y su mamá se encontraron.
Doña Lucila prometió no quitarse la fotografía hasta encontrarla y caminar y recorrer kilómetros en su búsqueda, movida por la ilusión de volver abrazarla.
Ana Julia llegó con su hija Alexa de nueve años. Entró a la Casa de los Amigos ubicada en la colonia Tabacalera y se lanzó a los brazos de su madre.
Las tres generaciones se reencontraron y lloraron por unos minutos, los besos llegaron y la pequeña Alexa conoció a una abuela, que sólo vivía a través de los relatos de su madre.
ENCUENTRA A SU FAMILIA POR FACEBOOK
Ana Julia emigró de su país con la intención de llegar a Estados Unidos, pero se quedó en México y nunca cruzó la frontera anglosajona.
A los días de su llegada al país perdió contacto con su familia en Honduras. Traía un teléfono anotado en una libreta, marcó aquel número varias veces y no pudo concretar la llamada.
La libreta se perdió entre las vicisitudes que Ana libró a su llegada. Una indocumentada sola que logró llegar al Distrito Federal y sortear con suerte la Ruta del Migrante desde el sureste mexicano.
“Me vine acá para buscar un empleo pero a veces, se queda una en el camino. Yo perdí contacto con mi familia y ya no pude buscarlos, por la misma situación mía, porque soy indocumentada”, cuenta.
En México tuvo tres hijos: la pequeña Alexa de nueve años, un niño de seis y una jovencita de 17.
Fue gracias a su hija mayor y sus búsquedas a través de la red social Facebook como Ana Julia encontró a su familia en Honduras.
“Mi hija la mayor se puso a buscar y a buscar hasta que los encontró. No sé explicar lo que siento, estoy muy emocionada, esto cambia mi vida”, dice.
Ana Julia se reencontró con su madre a través de la Caravana, pero será ella y su familia quien la lleve de regreso a Honduras esta Navidad, porque Julia aún tiene un pendiente: ver a sus dos hijos de 23 y 19 años que dejó en su país.
“No los volví a ver, no los volví a ver, pero ya, pronto estaré con ellos”, dice sonriendo.
Juan Manuel Morales, pareja de Ana Julia desde hace seis años, asegura que la vida de la mujer en México ha sido difícil.
“Ha sufrido mucho. Ha padecido violencia y no podía ir a Honduras por su situación. Hasta la fecha ella no tiene papeles, es indocumentada, pero vamos arreglar eso”, dice.
CUARENTA MADRES BUSCAN A SUS HIJOS
Alrededor de 40 madres de migrantes desaparecidos llegaron ayer al Distrito Federal, donde permanecerán hasta el miércoles, como parte de uno de los destinos de la Caravana que iniciaron el 1 de diciembre.
La caravana, para exigir justicia y pedir cuentas a las autoridades mexicanas, que salió desde Centroamérica y concluirá el 18 de diciembre en Tapachula, Chiapas.
Las mamás son originarias de Nicaragua, El Salvador, Honduras y Guatemala, los países de donde proviene el grueso de la población migrante que intenta cruzar México.
La primera parada de la caravana fue en el Ceibo, Tenosique, Tabasco, uno de los puntos más cruentos para los centroamericanos que buscan llegar a Estados Unidos y conquistar “el sueño americano”.
En Tenosique, el padre Fray Tomás González Castillo, director del albergue La 72, ha denunciado que los migrantes son víctimas de extorsión, secuestro, violación y asesinato por parte del crimen organizado.
Los criminales les cobran una cuota de 100 dólares una vez en el tren y si los indocumentados no pueden pagar, son arrojados a las vías con la máquina en movimiento.
Las mamás de aquellos que desaparecieron en alguna parte del trayecto por México, hicieron ya parada obligatoria en Palanque, Chiapas y después en Coatzacoalcos, Veracruz.
Palenque y Coatzacoalcos son dos de las ciudades más violentas para los migrantes. En esos lugares se cometen todo tipo de crímenes contra ellos. Delitos que han documentado durante los últimos años los activistas que trabajan en la zona.
En el Distrito Federal realizarán algunas visitas, una de ellas la realizarán hoy a las 10:00 horas en el Senado de la República y por la tarde acudirán al Claustro de Sor Juana.
En la Caravana viajan mamás que buscan hasta dos hijos extraviados en ese camino que diariamente muchos recorren a bordo de La Bestia.
Durante la Caravana se dieron ya cuatro encuentros entre hijos desaparecidos con sus mamás: dos en Guadalajara, uno en San Luis Potosí y el de ayer en la Ciudad de México.
Todas ellas viajan con la esperanza de realizar su sueño y abrazar, como lo hizo doña Lucila, de nuevo a sus hijos e hijas desaparecidas en el camino mexicano.