Por Javier Bravo López, especial para SinEmbargo
Ciudad de México, 10 de noviembre (SinEmbargo/ZonaFranca).– Para el obispo de Saltillo, Raúl Vera López, el Estado mexicano ha optado por someter por la vía de la violencia a la ciudadanía, como en los tiempos de la conquista española. Nos enfrentamos, consideró, a un Gobierno que no duda en utilizar a las policías en contra de sus gobernados.
De visita Acámbaro, Guanajuato –en su tierra natal–, el prelado considerado como uno de los principales representantes de la Teología de la Liberación, echa una mirada a los crímenes de Iguala y Tlatlaya y, desde su papel como activista social y defensor de los derechos humanos, no duda en calificarlos como parte de un Estado represor que inmiscuye a los tres niveles de Gobierno.
Ante esto, para el sacerdote de origen acambarense, la respuesta de la sociedad no puede ser más esperanzadora, pues todos los círculos sociales se han lanzado a las calles para reclamar y denunciar al Gobierno federal y sus omisiones en los casos como el del ex Alcalde de Iguala, José Luis Abarca, acusado desde hace más de un año de asesinar personalmente al líder social Arturo Hernández Cardona.
“Si no reaccionamos, esto es lo que nos espera: un Estado cada vez más represor y más asesino. Todas estas cosas, aunque estén diciendo en este momento que esos muchachos no saben decir si son o no son (…) fueron ejecutados. Primero aprehendidos por la Policía Municipal, desde ese momento quedan bajo la custodia (…) y esas personas fueron asesinadas por criminales”.
Vera López dejó en claro que la ciudadanía tendrá en sus manos la decisión de romper el esquema actual de la política mexicana si continúa organizándose, como ha hecho ahora por la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa, Guerrero.
¿Y el papel de los partidos? Rebasado, dijo: “La clase política mexicana está dejando mucho qué desear, todos los partidos políticos en México están dejando mucho qué desear (…) todos han dado pruebas de sus grandes deficiencias (…) los partidos políticos, todos, están en una decadencia espantosa. No tienen futuro, no son en este momento la solución. Para nada”.
DE VISITA EN GUANAJUATO
Raúl Vera estuvo en Guanajuato, precisamente en Acámbaro, para presentar el libro “El Evangelio Social de Raúl Vera. Conversaciones con Bernardo Barranco”, un texto en el que se explora la formación y crecimiento intelectual de prelado mexicano, conocido internacionalmente por su labor a favor de los derechos humanos, pero quizá más por su postura crítica ante las omisiones, errores y cánones tradicionalistas de la propia Iglesia Católica.
Desde su intervención en el movimiento zapatista en Chiapas, sumándose al ministerio de apoyo encabezado por Samuel Ruiz y el Ejército Zapatista de Liberación Nacional, la defensa de los derechos de los migrantes nacionales y centro americanos, hasta la férrea demanda de justicia tras el desastre de la mina de Pasta de Conchos, las conversaciones con el investigador estudioso de las religiones son un vistazo a la mirada del Obispo Vera.
Pero también revela las motivaciones que un clérigo de alto nivel tiene para mostrarse crítico en los temas que los altos mandos eclesiásticos prefieren ignorar. Desde el rechazo a los homosexuales, la marginación del papel femenino, la pederastia clerical y la complicidad con las clases políticas. Todo forma parte, dice, de la desviación del ministerio de la fe hacia los intereses económicos.
En ausencia del copartícipe del libro por enfermedad, Raúl Vera expuso a los acambarenses su visión de una Iglesia que habrá de dejar la cúpula para atender las disposiciones del Papa Francisco, quien dio la orden expresa de tener una autoridad clerical que afronte las realidades de la injusticia social.
Quizá el viraje en la postura del Vaticano se puede resumir en una de las confesiones que el Obispo expuso ante acambareses durante la presentación literaria: “Si todavía continuara el pontificado de Benedicto XVI, yo no estaría aquí (risas) (…) quizá no existiría este libro”.