Los problemas migratorios, los secuestros, las extorsiones, los asesinatos, el narcotráfico, la corrupción, entre otros síntomas, son la evidencia de la violencia estructural que sufre el Salvador, que no es sino un reflejo de lo que ocurre en toda Latinoamérica, asegura especialista.

Ciudad de México, 10 de enero (AP).- El Departamento de Seguridad Nacional ha confirmado que eliminará el Estatus de Protección Temporal que otorgó la residencia provisional de los Estados Unidos a los migrantes salvadoreños después de un terremoto en 2001. Alrededor de 200 mil salvadoreños tienen hasta el 9 de septiembre de 2019 para salir de los Estados Unidos, obtener una tarjeta verde o ser deportados.

Según una declaración del DHS del 8 de enero , la decisión se tomó “después de una revisión de las condiciones relacionadas con el desastre en las que se basó la designación original del país”, que determinó que “ya no existen”.

Los defensores de la inmigración han condenado la medida, diciendo que pasa por alto la violencia extrema de El Salvador, que ha aumentado desde que la administración Bush ofreció por primera vez el estado de protección de los salvadoreños. Con 81.2 homicidios por cada 100 mil personas en 2016, El Salvador es el lugar más mortífero del mundo que no es una zona de guerra . Más de 5 mil 200 personas fueron asesinadas allí en 2016.

¿Cómo se volvió El Salvador tan violento? Estos cuatro artículos arrojan algo de luz sobre el complejo problema criminal del país. Spoiler: No se trata solo de las pandillas.

1. TODO COMENZÓ EN LOS ESTADOS UNIDOS

El presidente Donald Trump y el fiscal general Jeff Sessions a menudo afirman que las políticas de inmigración laxas permitieron que temibles pandillas centroamericanas como la MS-13 se extendieran desde El Salvador a los Estados Unidos.

La verdad es todo lo contrario , escribe el profesor de la Universidad Internacional de Florida, José Miguel Cruz.

“La pandilla callejera Mara Salvatrucha 13, comúnmente conocida como MS-13, nació en los Estados Unidos”, explica.

Formado en Los Ángeles a principios de la década de 1980 por los hijos de inmigrantes salvadoreños que habían huido de la guerra civil de ese país, MS-13 era al principio solo “niños que se encontraban pasando el tiempo en las esquinas”, escribe Cruz.

No fue hasta principios de la década de 2000 que el grupo se extendió a América Central. Allí, ha desplegado brutalmente la extorsión, el tráfico de personas y el narcotráfico, aterrorizando a los vecindarios y ayudando a convertir el llamado Triángulo del Norte (El Salvador, Guatemala y Honduras) en el lugar más mortal del mundo.

2. NO ES SOLO EL SALVADOR 

El Salvador puede ser particularmente peligroso, pero no es el único país de América Latina que enfrenta una epidemia de homicidios, escribe Robert Muggah, un investigador brasileño del crimen.

En general, “América Latina es donde ocurren la mayoría de los asesinatos en el mundo”, escribe Muggah. Hogar de solo el 8 por ciento de la población mundial, la región ve más del 38 por ciento de los homicidios en todo el mundo. Todos los días matan a unos 400 latinoamericanos.

Muchos factores contribuyen a esta epidemia de homicidios, según Muggah, que incluyen “la guerra contra las drogas, abundantes armas de fuego sin licencia, relaciones de género persistentemente desiguales y, en México y América Central, miles de deportados estadounidenses marginados, desarraigados y a veces condenados”.

Los gobiernos han respondido al aumento de la violencia hundiendo dinero en las fuerzas policiales, los fiscales y las prisiones. No funcionó, escribe Muggah. Solo el 20 por ciento de los homicidios en América Latina resultan en condenas. Y en San Salvador, El Salvador, el año pasado la séptima ciudad más mortífera del mundo, solo el 10 por ciento lo hace.

3. LAS MUJERES PUEDEN SER OBJETIVOS

“La violencia criminal, aunque potente, es solo parte de un cóctel peligroso” de crimen en América Central, escribe Ariadna Estévez de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).

Por ejemplo, en 2015, Honduras tenía la tasa más alta de feminicidio, o asesinato femenino, en el mundo. Los defensores ambientales que se enfrentan a la minería ilegal y otros tipos de explotación de recursos en América Central también son blancos frecuentes de la violencia.

Esos dos hechos no están relacionados, alerta Estévez. “Es un error común considerar la violencia contra las mujeres como un acto privado y no político. Pero las mujeres a menudo están en la primera línea del activismo “, escribe, porque tienden a luchar contra actividades que son” perjudiciales para sus hijos, hogares y comunidades “.

4. EL GOBIERNO DE EL SALVADOR NO ESTÁ AYUDANDO 

José Miguel Cruz está de acuerdo en que las pandillas como MS-13 no son la única causa de crimen en América Central. Por el contrario, sostiene, son “en gran medida un síntoma de un problema mucho más crítico que plaga la región, a saber, la corrupción”.

Según Cruz, grupos como MS-13 han crecido y prosperado en El Salvador porque la clase política los protege . En agosto, los fiscales allí mostraron que los dos principales partidos políticos del país se habían confabulado con MS-13 y otras pandillas, pagando más de 300 mil dólares por ayudar a ganar las elecciones presidenciales de 2014.

El mismo nexo entre el gobierno y el crimen organizado ha quedado expuesto en toda América Central, donde las instituciones políticas protegen sistemáticamente a las pandillas a cambio de apoyo económico y respaldo político en los barrios que controlan. Pocos son enjuiciados por este crimen, dice Cruz.

Eso erosiona la creencia de los centroamericanos en el estado de derecho, lo que, a su vez, hace que sea más difícil luchar contra la violencia. “Erradicar la corrupción en la clase dominante centroamericana”, apuesta, “y las pandillas y los delincuentes caerán con eso”.