Desde su imponente rascacielos de Manhattan, Donald Trump dispara mensajes incluso al amanecer, y sus pronunciamientos nocturnos hacen que sus asesores se afanen por justificar lo que dice. Hay quienes dicen que el Presidente electo usa los tuits para distraer la atención y evitar que se hable de otros asuntos perjudiciales para él, como sus intereses comerciales, los cuestionamientos éticos en torno a su asunción y las inexactitudes que publica. Otros simplemente sostienen que "él es así", una persona fascinada con la cultura de la celebridad y con su papel en esa cultura.
Washington, 10 de enero (AP).- Su mensaje llegó en el inicio de una ajetreada semana, con su asunción de la presidencia a la vuelta de la esquina. Una semana en la que él y sus asesores se preparaban para las audiencias de confirmación de ocho integrantes del gabinete, analizaban nuevos nombramientos y se acercaba su primera conferencia de prensa como presidente electo.
Pero a las 06:29 del lunes, Donald Trump se abocaba a algo que no parecía un asunto relevante para alguien que está a punto de instalarse en la Casa Blanca: una perorata de cinco minutos durante los premios Globo de Oro en la que la actriz Meryl Streep insinuó que él era un "bully" que apela a tácticas intimidatorias.
"Una de las actrices más sobreestimadas de Hollywood", dijo Trump a sus 19.2 millones de seguidores en Twitter.
Para bien o para mal, Twitter ofrece diariamente una idea de lo que piensa Trump, de sus intereses, sus inseguridades y los insultos que sopesa.
Muchos presidentes se han quejado en privado de las críticas y las burlas que les llueven a ellos, sus esposas y sus allegados. Pero el uso de Twitter por parte de Trump le da a la gente algo que nunca se había visto.
"Esto representa un acceso sin precedentes al Presidente. Un Presidente generalmente tiene un muro de contención", afirmó Timothy Naftali, profesor de historia de la New York University. "Al usar Twitter, el señor Trump ha decidido eliminar todos los filtros que tantos resultados le dieron a sus predecesores".
Desde su imponente rascacielos de Manhattan, Trump dispara mensajes incluso al amanecer. En la última semana tildó de "deshonesta" a la prensa, insultó al líder de la minoría del Senado, Chuck Schumer, describiéndolo como el "principal payaso" de su partido; elogió a Jackie Evancho, una niña de 16 años que cantará en la ceremonia inaugural y fustigó a Arnold Schwarzenegger por los bajos ratings de "The Celebrity Apprentice", el reality show en el que el actor reemplazó al magnate.
Los tuits, que a menudo aluden a informes específicos de la prensa, dan una idea de lo que Trump lee y mira.
Repercuten en todos lados, dentro y fuera de Estados Unidos. El tuit sobre Streep fue reproducido más de 27 millones de veces y generó innumerables artículos y comentarios televisivos. Incluso sus errores gramaticales son comentados: el mes pasado fue blanco de burlas por usar la palabra "unpresidented" en lugar de "unprecedented".
Estos comentarios impulsivos, sin filtros, no son nada nuevo para Trump, quien comenzó a usar las redes sociales para promover su empresa mucho antes de postularse a la Presidencia. Como Presidente, no obstante, sus mensajes tienen repercusiones mundiales.
La semana pasada la agencia noticiosa estatal china Xinhua le sugirió a Trump que dejase de hacer comentarios en las redes, afirmando que la política exterior "no es un juego de niños". El comentario se produjo luego de que Trump criticase reiteradamente a Beijing en Twitter.
"Hacer diplomacia a través de Twitter no es algo deseable", decía un titular.
Trump dista mucho de ser el primer presidente que habla de lo que considera ataques injustos. Es bien sabido que, a puertas cerradas, Richard Nixon era muy vengativo, que Lyndon Johnson se tomaba muy a pecho las críticas y que Dwight Eisenhower se molestaba mucho, según Naftali. Pero los presidentes siempre se esforzaron por no revelar sus emociones, usando a sus colaboradores para comunicarse con la gente.
"El personal de la Casa Blanca ha sido preparado para suavizar la imagen de su jefe", dijo Naftali. "Representas a Estados Unidos. ¿Quieres transmitir una imagen de malestar?".
El presidente Barack Obama lanzó su cuenta de Twitter muy cuidadosamente en mayo del 2015, con un comunicado de prensa, una foto y algunas bromas intrascendentes. Sus mensajes son editados por sus colaboradores y circulan a horas específicas.
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Trump hace todo lo contrario. Sus mensajes toman por sorpresa a sus asesores, que admiten que cuando se despiertan revisan Twitter para ver en qué anda el presidente electo.
"Es lo primero que veo, porque es de lo que habla todo el mundo", comentó el próximo Secretario de prensa de la Casa Blanca Sean Spicer la semana pasada en el Institute of Politics de la Universidad de Chicago.
Hay quienes dicen que Trump usa los tuits para distraer la atención y evitar que se hable de otros asuntos perjudiciales para él, como sus intereses comerciales, los cuestionamientos éticos en torno a su asunción y las inexactitudes que publica. Otros simplemente sostienen que "él es así", una persona fascinada con la cultura de la celebridad y con su papel en esa cultura.
Sus pronunciamientos nocturnos hacen que sus asesores se afanen por justificar lo que dice. El lunes por la mañana, su asesora Kellyanne Conway acusó en entrevistas televisivas a Streep de "incitar los peores instintos de la gente" y de revolcarse en la "autocompasión".
Nada hace pensar que Trump vaya a dejar de decir lo que se le venga en mente en Twitter como Presidente.
"Va a ser un presidente distinto", pronosticó Stephen Hess, analista político de Brookings que ha asesorado a presidentes de ambos partidos en el pasado. "Pronto descubriremos cuáles son sus pros y sus contras".
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