“Los préstamos de este tipo ayudan a democratizar el acceso a la educación superior”, dijo Felipe Calderón Hinojosa al aludir el éxito del programa de financiamiento universitario en Chile y al anunciar un nuevo programa de becas para estudiantes en México.
Pero no sabía lo que estaba diciendo.
En realidad, el modelo de becas chileno –que es copia del estadounidense– ha provocado un levantamiento social que tiene a los estudiantes en pie de lucha desde hace un año y que, ahora, también ha contagiado a los universitarios de Estados Unidos.
A contracorriente de la tendencia internacional e incluso de las recomendaciones de la propia OCDE, el presidente Felipe Calderón Hinojosa propone aumentar el crédito para becas universitarias.
En Chile y Estados Unidos, por ejemplo, las cifras de inversión en educación por parte del Estado son un desastre y han provocado una crisis social que estalló con el movimiento estudiantil, encabezado por Camila Vallejo en la nación del cono sur, y la del Occupy Wall Street, creada por el grupo Education & Empowerment de los indignados estadounidenses.
El movimiento contra el endeudamiento de estudiantes (Occupy la Deuda Estudiantil) intenta reunir un millón de firmas de universitarios dispuestos a no pagar su deuda hasta que se cumpla lo siguiente: devolverle la gratuidad a las universidades públicas, que se desvele la contabilidad de las privadas y eliminar los intereses en los créditos a estudiantes.
Pero el gobierno mexicano no parece estar enterado de estos conflictos generados por el desdén hacia la educación pública y el impulso del endeudamiento para beneficio de las universidades privadas.
Apenas ayer, el presidente Hinojosa puso en marcha el Programa Nacional de Financiamiento a la Educación Superior, mediante el cual en este año se destinarán 2 mil 500 millones de pesos en créditos educativos para 23 mil jóvenes. El mandatario expuso que en una fase piloto del programa se destinaron 130 millones de pesos para mil 200 créditos a jóvenes estudiantes de licenciatura o posgrado, y aseveró que “si funciona, le vamos a meter mucho más. ¿Cuanto? Todo lo que se necesite”.
El caos económicos y social que se vive en Chile ahora se debe justo a que las universidades de ese país son financiadas en 85% por las familias, mientras que el 15% restante proviene del Estado a través de becas. En los países de la OCDE es totalmente al revés. El aporte del Estado es de 85% en promedio. En este grupo hay sólo tres países que empeoran el ranking, y donde la educación también es un lujo y son precisamente Estados Unidos, seguido de Inglaterra y Japón.
En respuesta al anuncio del gobierno calderonista, La Jornada publica este martes un editorial donde expone que, una vez más, el gobierno federal muestra que no cejará en su empeño por privatizar la enseñanza superior y evidencia su falta de interés por las universidades públicas del país.
Los establecimientos privados, a juicio de Calderón, otorgan “educación superior de calidad”, “buenas carreras” y “una sólida formación profesional”, por lo que, deduce, de ellas las empresas obtendrán “una fuerza laboral mucho mejor capacitada” y “personal altamente calificado”.
Sin embargo, en su editorial La Jornada considera que “el agravio a la enseñanza superior pública no es sólo de palabra, sino también de acción, por cuanto el gobierno federal se muestra más empeñado en promover, publicitar e impulsar –incluso, con recursos del erario– los centros universitarios privados que en mejorar los presupuestos de las universidades públicas”.
Además, ignorando la concepción de la educación como responsabilidad del Estado y de la sociedad para con todos sus integrantes, la administración calderonista busca multiplicar con este programa la clientela de dos clases de instituciones privadas: las bancarias y las universitarias, expone.
“Es una forma paradójica de promover ‘una sociedad más cohesionada, más igualitaria y más solidaria’, cuando se parte de la idea de que la enseñanza superior que ofrecen los establecimientos privados es ‘mejor’ –en inocultable alusión a los públicos y se limita implícitamente el derecho a la educación a quienes resulten sujetos de crédito”.
EL ESCANDALOSO CASO CHILENO
Aunque Felipe Calderón Hinojosa puso como ejemplo de éxito a Chile, no reparó que ese modelo generó un poderoso movimiento estudiantil de protesta que ha marcado la vida política del país austral desde hace casi un años y que ha colocado al gobierno de Sebastián Piñera en una posición delicada y en caída libre en los índices de popularidad.
De acuerdo con las demandas del movimiento estudiantil, encabezado por Camila Vallejo, el modelo chileno –a la par del estadounidense– es el único en el mundo que permite lucrar con fondos públicos y que privilegia la libertad de empresa sobre el derecho a la educación. La insistencia en este modelo y su permanencia, demuestra claramente quienes son los beneficiados, dado que, a pesar de su fracaso, insisten en sus bondades contra viento y marea.
Peor aún, es una ideología funcional a un orden económico y social que perpetúa la situación de privilegio y poder de quienes la sostienen y sus círculos relacionados, plantea la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile (FECh), presidida por Vallejo.
En el contexto actual, Chile podría ser calificado –desde los indicadores económicos más comunes– el país más rico de América Latina. Su ingreso per cápita es cercano a los 15 mil dólares anuales; Argentina está en torno a los 13 mil 500 dólares y Brasil en los 10 mil. Actualmente, no hay ningún país latinoamericano que supere a Chile en cuanto a la riqueza disponible por persona. No obstante, en Chile las familias deben pagar voluminosos recursos para educar a sus hijos, dejando una estela de endeudamiento y malestar al inicio de la vida laboral de los jóvenes.
ESTADOS UNIDOS: LA PROTESTA CRECE
En torno al tema, este martes el diario español El País publica un extenso reportaje relacionado con la crisis social derivada del alto endeudamiento de los universitarios en ese país.
Andrew Ross, profesor de sociología en la New York University, y quien apoya el movimiento Occupy Wall Street, ofreció una conferencia titulada: “¿La deuda universitaria es un contrato?” En el atrio del Deutsche Bank en Wall Street, Ross detalló la gravedad de la deuda universitaria estadounidense, que supera el billón de dólares. Sus cálculos vaticinan que uno de cada cinco estudiantes será perseguido por moratoria, pues en 2005 se les prohibió declararse en quiebra, e insiste que el sistema de préstamos a estudiantes es un negocio suculento para las instituciones financieras que se convierte en una trampa mortal para los jóvenes en tiempos de crisis e incitó a los estudiantes a hacer algo.
De acuerdo con El País, el nombre de Ross es ya un símbolo entre los miles que apoyan Occupy la Deuda Estudiantil.
“Negarte a pagar una deuda por voluntad propia y no sólo por falta de fondos es controvertido, porque tiene una fuerte implicación moral y consecuencias prácticas, así que sabemos que será una carrera de fondo”, afirma Ross, quien considera injusto que su sueldo esté vinculado al endeudamiento de los estudiantes.
“Desde que se lanzó la campaña hace un mes, apenas 3 mil personas han firmado la petición. Sin embargo, en el seno del movimiento Ocupa Wall Street, se muestran satisfechos y calientan motores para relanzarla en febrero. ‘De momento, hemos conseguido que el problema de la deuda estudiantil entre en el debate político, salte a la prensa y obligue a los estadounidenses a hacerse preguntas: hoy, un estudiante puede ser perseguido por impago el resto de su vida mientras que en el universo de las finanzas empresas y empresarios pueden escapar a sus deudas sin problemas’, explica Suzanne Collado, una de las firmantes y coordinadoras de la campaña, quien calcula que se licenciará con unos 35 mil dólares de deuda”, cita el periódico madrileño.
En EU, los ciudadanos asumen como algo natural el hecho de que para tener estudios superiores hay que endeudarse. Obtener una licenciatura universitaria costaba en 2010 una media de 25 mil dólares y aunque se opte por una universidad pública, nadie se libra de pagar. Hasta los 70, las matrículas en centros públicos de Nueva York y California eran gratuitas, pero poco a poco se implantaron tasas y ahora quienes estudian ahí pueden llegar a acumular deudas de hasta 35 mil 377 euros, según The Institute for College Access & Success.
De acuerdo con la investigación de El País, el costo de las matrículas se ha incrementado en 900% en los últimos 30 años y desde 1999 las cifras de la deuda estudiantil también se han disparado en 511%, hasta alcanzar en 2010 el billón de dólares, una cifra superior a lo que los ciudadanos estadounidenses le deben a las tarjetas de crédito, 550 mil millones de euros.