En realidad, no existe. Es decir, no tiene un documento fundacional que establezca sus preceptos y visión de país. El Grupo Atlacomulco se debe a una extendida red informal de nexos laborales y familiares que ha actuado a través del PRI y ha desembocado en negocios multimillonarios envueltos de misterio y dudas, muchas dudas, lo que resulta más poderoso que cualquier firma institucional corroborable. Desde los 40 ha estado presente en el sistema político mexicano a través de la Gubernatura del Estado de México. Y, mito o leyenda, a él pertenece el actual Presidente Enrique Peña Nieto. En el verano de 2016, la tierra mexiquense que lo acunó se ha convertido en el escenario de la probable derrota, en el posible Waterloo. Las elecciones del pasado junio en las que el PRI perdió por primera vez Durango, Quintana Roo, Tamaulipas y Veracruz frente a la alianza PAN-PRD puso la alerta. Hay algo más: si en los primeros dos años de Gobierno peñanietista se sumaron dos millones a las filas de mexicanos pobres, la mitad vive en la entidad mexiquense. Y por eso, desde ahora, Atlacomulco ha empezado a mover alfiles y peones porque a la vista, en el calendario electoral, están ya la elección estatal de 2017 y la presidencial de 2018.
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Ciudad de México, 9 de julio (SinEmbargo).– En el Paseo Tollocan, a la entrada a la ciudad de Toluca, la capital del estado que gobernó el Presidente de México, Enrique Peña Nieto, aparece la estatua erigida para inmortalizar en vida al profesor Carlos Hank González, el hijo de oro entre los hijos dorados de ese valle. Mide 2.60 metros y pesa ocho toneladas. La mandaron a hacer sus paisanos de Santiago Tianguistenco con mucho esfuerzo económico para que su hacer y decir trascendieran y siempre estuvieran presentes en la vida de México.
Los viejos de Santiago Tianguistenco todavía se acuerdan del Carlos que con 13 años vendía dulces en esa misma plaza y de cómo sorprendió con su habilidad para volverse Gobernador, Regente del Distrito Federal y, al tiempo, un empresario que abarcó los sectores más disímbolos como el financiero, el automovilístico o el de los caballos. Carlos Hank González hizo suya la frase adjudicada al ex Gobernador Isidro Fabela “un político pobre es un pobre político”. Luego, se convirtió en el hombre-símbolo del legendario Grupo Atlacomulco.
La estatua fue puesta ahí 18 de enero de 1981. Los relatos de aquel día, indelebles en en la prensa mexicana, arrojan cómo un pesado humano de bronce logró que los del Valle de Toluca se cubrieran de olvido. En las crónicas nada se nota de la miseria en la que vivían los habitantes del valle en ese arranque de década: faltaba agua entubada, vivienda, médicos, escuelas y, sobre todo, comida. Pero aquel fiestón duró seis horas bañadas de cohetones y música de viento. La familia Hank Rhon llegó escoltada por dos motociclistas y una patrulla desde el Rancho Don Catarino –de su propiedad– hasta la parte posterior del Palacio Municipal y permitieron los honores para sí mismos.
35 años después, ahí está Hank, tal cual era, vestido de chamarra, como gobernante absoluto de un jardín de unos 300 metros cuadrados. Con festín o no a su alrededor, los santiaguinos lograron su cometido de 1981: que su hacer y decir nunca fueran olvidados. Mientras, las cosas fueron de mal en peor. Es un nuevo siglo y en los últimos dos años se sumaron a las filas de la pobreza dos millones, de los cuales, la mitad vive en el Estado de México. Poco más de 40 por ciento es pobre con un promedio de 2.5 carencias sociales. Los más están en el Valle de Toluca, alrededor de la estatua del Paseo Tollocan.
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En realidad, nunca existió. Es decir, no tuvo un documento fundacional ni una vida documental con los preceptos propios de un frente político en el sistema político mexicano. El Grupo Atlacomulco –fehaciente referencia a la dinastía de políticos que tuvo cuna en el pueblo del mismo nombre– se debe a una extendida red informal de nexos laborales y familiares, más poderosa quizá que cualquier firma institucional corroborable.
Es una casta que ha dado a los hombres que han gobernado el Estado de México. La lista es larga y atraviesa las generaciones: Isidro Fabela (1942-1945), Alfredo del Mazo Vélez (1945-1951), Salvador Sánchez Colín (1951-1957), Carlos Hank González (1969-1975), Alfredo del Mazo González (1981-1986), Alfredo Baranda García (sustituto, 1986-1987), Mario Ramón Beteta (1987-1989), Ignacio Pichardo Pagaza (1989-1993), Emilio Chuayffet Chemor (1993-1995), César Camacho Quiroz (1995-1999), Arturo Montiel Rojas (1999-2005) y Enrique Peña Nieto (2005-2011).
Y también, a través de estos nombres, ha mostrado un poderío económico. Dice el escritor Francisco Cruz, un estudioso del comportamiento de esta agrupación que ninguno de ellos, ni la descendencia de ninguno de ellos, ha sido “un político pobre” y para ello basta asomarse a sus propiedades inmobiliarias y sus formas de vida. Mansiones en Toluca, casas de campo, trajes, relojes de marcas multinacionales componen el relato.
Si la primera piedra la puso Isidro Fabela, el Grupo Atlacomulco encontró una cuna en los cambios camaleónicos que asumió el Partido Revolucionario Institucional en 1942, cuando el Presidente de la República era Manuel Ávila Camacho. Cuatro años antes, Lázaro Cárdenas del Río había cambiado los estatutos del partido para que su estructura fuera corporativa. Se le puso el nombre de Partido de la Revolución Mexicana y se dividió en cuatro sectores: Popular (Confederación Nacional de Organizaciones Populares, (CNOP), Obrero (Confederación de Trabajadores de México, CTM), Campesino (Confederación Nacional Campesina, CNC) y Militar.
Ávila Camacho insistió en que era “riesgoso” mantener a miembros del Ejército en la política. Y entonces, separó al partido del sector militar, forma que pervive hasta ahora. Pero ahí estaba el Estado de México con los gomistas (antiguos militares revolucionarios) enfrentados con la Federación cetemista, liderada por Gregorio Velásquez, hermano de Fidel Velázquez Sánchez. Así que el Presidente designó como Gobernador a Fabela, originario de Atlacomulco, y le aconsejó formar un grupo de colaboradores leales que permitiera el control del conflicto, según documenta la investigadora Luz Lomelí Meillon del Instituto Tecnológico de Estudios Superiores de Occidente en el artículo “Peña Nieto: un candidato a modo”.
Pese al poderío económico y político adjudicado a Atlacomulco, en el preludio de las elecciones del próximo año, donde se renovará Gobernador del Estado de México, la entidad se ha convertido en el escenario de la derrota probable, en el posible Waterloo del Partido Revolucionario Institucional (PRI) y por eso, desde ahora, las estrategias, los movimientos, todo, apuntan hacia blindarla. Casi de inmediato se encuentra en el calendario electoral la elección presidencial de 2018 y, como siempre, ese territorio de más de 11 millones de electores será el termómetro.
PIEZA TOCADA, PIEZA MOVIDA
Es el último tramo de la administración estatal de Eruviel Ávila Villegas, pero la silla principal de la Secretaría de Educación Pública del Estado de México tendrá una nueva ocupante: la Senadora con licencia, Ana Lilia Herrera Anzaldo. El jueves 29 de junio, el pleno de la Comisión Permanente del Congreso de la Unión incluyó en su orden del día su solicitud para que dejara la curul. Pronto, Emilio Gamboa Patrón, coordinador de los senadores priístas, ocupó la tribuna para dirigirle un mensaje de despedida. Expresó que la legisladora tiene la capacidad de realizar acuerdos plurales y ello será importante en su encomienda al frente de la segunda Secretaría de Educación Pública, después de la federal.
No es un movimiento de piezas cualquiera. El escritor Francisco Cruz quien ha investigado a la realidad política del Estado de México a través de títulos como Los Golden Boys (Temas de hoy, 2012) y Los amos de la mafia sindical (Temas de hoy, 2013), expone: “El Sindicato de Maestros al Servicio del Estado de México, con cien mil afiliados, se convirtió en el gran ejército para apoyar al Gobernador. Y hay dos antecedentes que indican que el Edomex siempre requiere control: uno es cuando en 1988, Cuauhtémoc Cárdenas ganó el Estado de México y Salinas terminó corriendo a Mario Ramón Beteta (a la sazón, Gobernador, Q.E.P.D.). El otro es la elección presidencial de 2006, cuando Andrés Manuel López Obrador recibió el 44.1 por ciento de la votación. Hoy vislumbran el 2018. Pero antes, hay que preparar 2017. Una de las vertientes de la nueva funcionaria en la SEP es el control a través de los maestros”.
La alerta está encendida. La prendieron los resultados electorales del pasado 5 de junio. La alianza PAN-PRD logró derrotar al PRI en Durango, Quintana Roo y Veracruz. Ahora, de frente a los comicios del Estado de México donde el partido fundado por Plutarco Elías Calles, jamás ha tenido alternancia, preparan otra coalición. La tribu llamada Nueva Izquierda ha difundido reuniones con dirigentes albiazules, en la que sobresale la de Javier Salinas, en su tierra, Ocoyoacac, con el jerarca panista, Ulises Ramírez, así como algunos diputados federales. Están también los encuentros entre el alcalde panista de Huixquilucan, Enrique Vargas, con el secretario de elección del CEN del PRD, Octavio Martínez. Y la del ex dirigente panista y ex alcalde de Toluca, Juan Carlos Núñez Armas, con un grupo de perredistas, entre los que se encontraba el alcalde de Capulhuac, Eduardo Neri Rodríguez.
Esa alianza para el Edomex aún no es un hecho, ni siquiera un proyecto, en realidad no ha pasado de reuniones. Y hay perredistas que por ahora desean el anonimato y a ultranza han rechazado la idea. Si de uniones se trata, prefieren que sea con el Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), cuyo dirigente y seguro candidato en el 2018 es Andrés Manuel López Obrador. Es decir, late la inquietud de formar un frente de izquierda en la tierra mexiquense.
En cuanto al Grupo Atlacomulco o PRI no caben las dudas. El politólogo del ITESM, Gustavo López Montiel, lo explica: “El primer objetivo es regresar la gubernatura a Toluca y mantener la posibilidad de abrir espacios para el reacomodo que se dará seguramente con un nuevo Gobierno federal, sea del PRI o no”.
De Atlacomulco, para tener el abanderamiento del PRI, hay muchos nombres. Si esto fuera una carrera de caballos, tendría que decirse que a la cabeza va Alfredo del Mazo Maza, originario de Toluca. En 2005 fue sacrificado cuando Enrique Peña Nieto, aún Gobernador, tuvo que elegir a Eruviel Ávila, ante el riesgo de que el PAN y el PRD lo postularan y derrotaran al PRI. Del Mazo es hijo de Gobernador y nieto de Gobernador. Es licenciado en Administración de Empresas por el Instituto Tecnológico Autónomo de México (ITAM) y de Administración de Empresas y Finanzas por la Universidad de Harvard. En 2009, fue Alcalde Huixquilucan y al asumir Enrique Peña Nieto la Presidencia de la República, tuvo la dirección de Banobras. En enero de 2015, presentó su renuncia con carácter de irrevocable. Su decisión fue dada a conocer por la Secretaría de Hacienda y Crédito Público.
Insertados en el Grupo Atlacomulco, están los llamados “Golden boys”. Se trata de un grupo de hombres que recibieron el apodo cuando Arturo Montiel fue Gobernador. Un jet set de jovencitos cuyos denominadores eran el arreglo personal al grado de la metrosexualidad y el lujo. Aunque siempre negó su autoría, fuentes coinciden que el mote salió de la oficina del Secretario de Gobierno mexiquense, Manuel Cadena, quien era de una generación arriba de ellos y les puso así porque, según él, brillaban en colectivo.
Carlos Iriarte Mercado es uno de ellos y hoy su nombre está en la palestra para tener la candidatura a la Gubernatura. Fue secretario particular de Arturo Montiel Rojas y en estos momentos es presidente del PRI en el Estado de México. Con el mismo galope va otro Golden Boy, Ernesto Némer, quien fue Subsecretario de Desarrollo Social hasta el 29 de febrero y ahora es Procurador Federal del Consumidor. Durante el Gobierno peñanietista, Némer no ha conocido el desempleo. Fue Secretario Particular del Procurador Federal del Consumidor, Secretario Particular del Secretario de Gobernación y Coordinador de Eventos Presidenciales.
¿Se trata de un club en el que las mujeres aparecen sin más protagonismo que ser acompañantes de los hombres? Para Francisco Cruz es “una asociación de políticos machos, pero con mujeres. Una cofradía en la que los lazos familiares predominan sobre la visión de género; es decir, las mujeres que están se deben a la familia, más que a carreras fundadas”.
Hay dos nombres de mujer que desde ahora disputan la candidatura priista. Ana Lilia Herrera Anzaldo, quien nació en la Ciudad de México pero ha vivido más en el Estado de México, donde ha sido Alcaldesa de Metepec, Diputada local, Secretaria de Desarrollo Social, Coordinadora General de Comunicación Social, Secretaria Técnica del Consejo Nacional de Población y presidenta del PRI estatal.
La otra es Carolina Monroy del Mazo, quien sustituyó en la dirigencia nacional del PRI a Manlio Fabio Beltrones Rivera y quien dejó la posición después de los resultados electorales de 2015 que hundieron al PRI. Al asumir ese cargo, en junio de 2016, no negó que su aspiración es el abanderamiento de su partido para estar en las elecciones. Fue muy clara en su explicación: una vez electo el nuevo dirigente nacional de su partido, ella volverá a la Secretaría General, y en cuanto se emita la convocatoria, se postulará.
“Ella es la prima consentida de Enrique Peña y la sobrina de Alfredo del Mazo. Pero también es la ex esposa de Ernesto Némer Álvarez. Por razones naturales empieza a despegar”, explica Francisco Cruz.
Cuando integró la fórmula para dirigir al PRI, al lado de Beltrones Rivera, ella negó en una entrevista con la reportera Yuli García, del periódico El Universal, que su designación fuera “una cuota”. Luego, incurrió en esa negativa adjudicada al grupo: “No conozco al grupo Atlacomulco y eso que nací ahí. El grupo Atlacomulco es un mito. Lo que sí existe ahí desde muchos años es una cepa de hombres y mujeres interesados en la política”.
¿UN POLÍTICO POBRE ES UN POBRE POLÍTICO?
Cuando fue Secretario de Agricultura (1990-1994), en el sexenio de Carlos Salinas de Gortari, al llamado “profesor” Carlos Hank González le gustaba referirse al diálogo que mantuvo con el escritor Fernando Benítez, quien le ayudó a la postre a escribir sus memorias.
–¿Por qué te atacan tanto? – le preguntó Benítez.
–No lo sé, tal vez porque no me conocen o por mala fe; o quizá porque ese es el precio que se paga por el éxito.
Otra de las frases dichas a Benítez fue: “Me he alejado, en definitiva, de lo que ha sido la pasión de mi vida: la política. El dinosaurio se va … Nunca más ocuparé un cargo en el Gobierno”.
Veintidós años después, el dinosaurio sigue aquí.
Él mismo, en 1994 –el año convulso del asesinato del candidato Luis Donaldo Colosio Murrieta y el Secretario General, Francisco Ruiz Massieu del PRI– matizó: “Me retiro de los cargos públicos, pero no de la política. Ésta es como un virus que se halla en mi sangre desde hace 42 años”.
Así, brilló en las campañas de Arturo Montiel por la Gubernatura del Estado de México y antes, en la de Alfredo del Mazo contra Cuauhtémoc Cárdenas en la Ciudad de México (entonces, Distrito Federal).
En agosto de 2001, a los 73 años de edad, por un cáncer de próstata que lo aquejó durante 15 años, Hank González falleció, y su partida del mundo provocó reacciones que fueron desde la admiración exultante hasta el repudio enconado. Aquel día, el único que guardó silencio fue el entonces Presidente Vicente Fox Quesada.
Forbes había calculado su fortuna en más de mil 300 millones de dólares ese año. La hemeroteca quedó llena de imputaciones sobre su enriquecimiento, pero en su contra jamás hubo una acusación ante juzgados. Lo cierto es que ese día se fue el hombre que encarnó el binomio indisoluble de dinero y política, una herencia para su estirpe.
En junio de 2011, el entonces Presidente Felipe Calderón Hinojosa hizo un intento por atacar esta fortuna. La Procuraduría General de la República aprehendió a Jorge Hank Rhon, su segundo hijo, quien fue presidente municipal de Tijuana, Baja California y tenía –tiene– su domicilio en esa frontera. De pronto y de madrugada, su residencia fue tomada por elementos del Ejército que encontraron 88 armas, 78 sin permiso de uso, según difundió el Gobierno. Diez días después, Jorge Hank Rhon estaba libre “por falta de pruebas”.
Además de ser propietario de la operadora de casinos Caliente que tiene sedes en varias partes del mundo, Jorge Hank es dueño del equipo de futbol Club Tijuana Xoloizcuintles que en julio de 2013 fue recibido en Los Pinos por el Presidente Enrique Peña Nieto.
Del otro hijo del profesor –Carlos, el primogénito– el banco Mossack Fonseca advirtió en un correo electrónico fechado el 24 de septiembre de 2013, dirigido a la filial de un despacho en Jersey: “Hemos encontrado información negativa relacionada con este individuo y su familia (…) No recomendamos vender compañías a este cliente si el Señor Hank Rhon se encuentra involucrado”.
Así, según la revista Proceso que tuvo acceso a los #PanamaPapers, se extinguió la intención del hijo del profesor de comprar una compañía Offshore en Panamá.
Dos años después, Carlos Hank Rhon fue investigado por el Departamento de Justicia de Estados Unidos en 2015 por supuestos acuerdos para lavar dinero entre sus empresas y Citigroup. Apenas meses antes, el International Consortium of Investigative Jounalists había publicado un documento que lo involucró en presuntas evasiones de impuestos entre 2005 y 2007. Jamás se deslindó de las acusaciones, pero en los tribunales quedó exculpado.
No era la primera vez. En 1990 y 1993 enfrentó la impugnación de presuntos depósitos millonarios a cuentas de Raúl Salinas en el extranjero, un caso documentado por el periodista y escritor José Martínez en el libro “Las enseñanzas del profesor: Grupo Atlacomulco. De Hank González a Peña Nieto”.
Carlos Hank Rhon ya no aparece en actos públicos ni en entrevistas. El rostro más visible de la dinastía es su hijo, quien lleva el nombre del abuelo: Carlos Hank González. Con menos de 30 años de edad, en 2002, empezó a dirigir los dos consorcios fundados por “El profesor”: Grupo Financiero Interacciones y Grupo Hermes, que abarca dos constructoras, una operadora de carreteras, un fabricante de calderas y una distribuidora de autos Mercedes-Benz.
Arturo Montiel Rojas ganó la candidatura en 1999 y para derrocar a Roberto Madrazo Pintado formó una corriente dentro del PRI conocida como TUCOM (Todos Unidos contra Madrazo). Pero este le respondió con una revelación. Montiel era dueño de propiedades inmbiliarias en México, Francia y España. Y era, como el primero del Grupo Atlacomulco, un hombre capaz de combinar negocios con política, y enriquecerse de manera inexplicable.
Es 2016 y México ha caído en un pantano. Los escándalos de mal uso del dinero público brotan descontrolados y por si fuera poco, la llamada Ley 3de3 que habría obligado a los funcionarios a presenter su declaración por tres conceptos –intereses, fiscal y patrimonial– no fue aprobada por el Congreso de la Unión. El país se mantiene al fondo de la tabla del Índice de Percepción de la Corrupción (IPC) de la organización Transparencia Internacional, entre los países miembros de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económicos (OCDE).
Aquella frase de un “politico pobre es un pobre politico”, ¿qué significa a estas alturas? El estudioso de partidos politicos del ITESM, Arturo López Montiel, lo responde.
“En México sigue vigente porque la política cuesta mucho dinero. Si bien hay políticos que se enriquecen con los cargos públicos, también es cierto que mucho de ese dinero es reinvertido para asegurar mecanismos de control político y electoral. Más que restringir, debería regularse la forma en que obtienen el dinero para las actividades cotidianas. En otros países, esos ingresos se pueden transparentar y controlar”.
Francisco Cruz, uno de los escritores que más ha estudiado al Grupo Atlacomulco, resume: “En el Edomex está tan vigente como siempre. En el país nunca cambió. Se han hecho cínicos. El PRI ha formado una generación de políticos cínicos. La premisa de los políticos es hacer negocios”.
Y habla también respecto a esa estatua en el Paseo Tollocan.
“Para mí representa el monumento al ladrón. Si hay un ícono de la corrupción priista es Carlos Hank González. Amasó cierta fortuna con los gobiernos en los que estuvo, la Conasupo, la alcaldía y la Gubernatura. Y es la herencia. La herencia irreversible del Grupo Atlacomulco”.