Por Álvaro Delgado
Con el PAN resquebrajado, impotente y humillado por la debacle y las “traiciones” de Vicente Fox y Felipe Calderón, que atizan una guerra intestina, Josefina Vázquez Mota se ofrece –desde su tercer lugar en la contienda– como la interlocutora de Enrique Peña Nieto para legitimarlo y pactar un nuevo ciclo del cogobierno que ha habido desde 1988 con Carlos Salinas.
El eventual pacto se construye mientras Calderón conduce, desde Los Pinos y con una campaña de medios, la “reflexión” por el desplome del PAN, que llegó casi a niveles de 1988 cuando el partido presidido por Luis H. Álvarez hizo a un lado a Manuel Clouthier, su candidato, y pactó con Salinas.
Dos cifras revelan la magnitud de la derrota panista al cabo de 12 años de gobierno: De los 22 millones de votos que se puso como meta sólo logró 12 millones 876 mil y obtuvo 115 diputaciones federales, 14 más que en 1988.
Pero en un contexto distinto la lógica es la misma: La noche del domingo 1, cuando aún eran contados los votos, Vázquez Mota avaló a Peña Nieto –a lo que se sumó de manera fulminante Calderón– y le ofreció aprobar reformas, una oferta que reiteró el jueves 5, aunque ahora sí acusando “circunstancias de inequidad que tuvieron un efecto determinante en el resultado electoral”.
Como en 1988 lo hizo Álvarez, Vázquez Mota planteó, además de nuevas leyes en materias laboral, energética y fiscal, una reforma política para la legitimación de Peña en el ejercicio del poder: “Dadas las condiciones en las que esta campaña se desarrolló, el nuevo gobierno sólo adquirirá plena legitimidad si muestra disposición a hacer una reforma política profunda”.
El 16 de noviembre de 1988, mientras Cuauhtémoc Cárdenas, candidato de la izquierda, se movilizaba en defensa del voto lo mismo que Clouthier, el PAN presidido por Álvarez planteó a Salinas el Compromiso Nacional por la Legitimidad y la Democracia que ante el “proceso electoral viciado” enumeraba exigencias y advertía:
“El nuevo gobierno sólo conseguirá legitimarse si desde el primer día de sus funciones actúa como gobierno de transición que acata el mandato popular de democratización, pluralismo, justicia social y soberanía nacional expresado por medio del voto realmente emitido el 6 de julio, a pesar de todas las irregularidades registradas”.
En lo que Vázquez Mota no cambió –igual que Calderón– fue en diferenciarse de Andrés Manuel López Obrador y su exigencia, prevista en la ley, de demandar limpieza en las elecciones y reclamar la inequidad durante todo el proceso electoral.
“Dirijo este mensaje aun antes de los resultados, que respetaré como una demócrata que soy. La democracia necesita demócratas y el PAN siempre los ha tenido”, exclamó en el discurso pronunciado a las 20:30 horas del domingo 1, cuando ni ella ni el presidente del PAN, Gustavo Madero, mencionaron una sola irregularidad.
El jueves 5, en el mensaje que la excandidata presidencial emitió sin aceptar preguntas, aludió otra vez a López Obrador: “Respecto del proceso electoral, reafirmo que en la democracia se deben aceptar las derrotas igual que los triunfos. Yo he asumido el resultado desfavorable desde las primeras horas de la noche del domingo”.
Y luego de reiterar que encabezará también un “movimiento” para el PAN, Vázquez Mota se fue dos semanas de vacaciones, mientras miembros de su equipo se culpan de la derrota…
CAMBIO DE DISCURSO
La conducta omisa del PAN ante las evidencias de los operativos de compra de votos cambió sólo cuando éstas ya eran vastas y estaba en curso el cómputo distrital.
El martes 3 Juan Manuel Oliva, secretario general adjunto y estratega electoral del CEN del PAN, y el director jurídico de Asuntos Internos de ese partido, Eduardo Aguilar, dijeron que no tenían elementos para la impugnación del proceso nacional.
Oliva aclaró: “Tampoco queremos que este pronunciamiento que se hizo por la candidata y por el presidente de respetar los resultados institucionales de la elección deje sin efecto la posibilidad de las instancias estatales, distritales, de proceder a las impugnaciones donde se encuentren elementos o presunciones de elementos de irregularidades de las mismas”.
Sólo hasta viernes 6, un día después de que Vázquez Mota afirmó que “la democracia también requiere sancionar las acciones ilegales y el castigo a quienes violentan la legalidad electoral” así como el uso propagandístico de las encuestas, Madero convocó a una conferencia de prensa para denunciar acciones fraudulentas y la inequidad en la contienda.
“En esta elección, y lo hemos denunciado, es evidente el rebase de los topes de gastos en campaña, la compra directa, indirecta, electrónica o por bolsas de votos, la promoción de candidatos fuera de los tiempos establecidos, la participación ilegal abierta de gobiernos estatales dentro de la elección, el manejo político dado a las encuestas en los medios de comunicación”.
ANATOMÍA DEL FRACASO
Pasado el aturdimiento del domingo 1 los panistas han comenzado a asimilar el tamaño del fracaso: De gobernar a México pasaron a formar parte de la tercera fuerza política, con un desplome que los coloca en niveles de 1988.
“El PAN tenía 25 años que no bajaba de 28%”, dimensiona el secretario de Elecciones del CEN panista, Arturo García Portillo, aunque asegura que ese retroceso no es un fracaso. “¿Por qué es un fracaso que haya alternancia en una democracia?”
–Porque se planteó obtener 22 millones de votos… ¿No fue una cifra muy atrevida?
–Sí lo fue, pero fue deliberadamente atrevida. Nosotros no podíamos decir que nos proponíamos sacar 12 millones para, si sacamos 14, se ve que sacamos por encima de la meta. No. Necesitamos tirarle a lo grandote y empujar lo más posible.
“Esa era una postura pública y se entiende que era para motivar, para que la gente hiciera un esfuerzo adicional. Eso es entendible. Ciertamente yo sabía perfectamente que no había manera de sacar 22 millones de votos.”
Ni siquiera Peña Nieto obtuvo ese número, según el cómputo oficial del IFE: Sólo conquistó 19 millones 226 mil 896 sufragios, 38.21% de los votos válidos emitidos.
Y es que de 2000 a 2012 el PAN ha ido en retroceso en su votación, pese a que el padrón electoral ha crecido: En 2000, cuando el PAN logró la más alta votación en su historia, Fox obtuvo 15 millones 989 mil 636, equivalente a 42.52%.
En 2006 se atribuyó a Calderón menos de esa cantidad: Un total de 15 millones 284 mil votos, equivalente a 35.89%, y en la elección 2012 Vázquez Mota perdió casi tres millones de votos: 12 millones 786 mil 679, equivalente a 25.41%, poco menos que Diego Fernández de Cevallos en 1994, que obtuvo 25.92%.
Vázquez Mota fue rebasada por López Obrador, candidato de la coalición Movimiento Progresista (PRD-PT-Movimiento Ciudadano), que obtuvo 15 millones 896 mil 914 sufragios, con un porcentaje de 31.59. Gabriel Quadri, de Nueva alianza –el partido de la presidenta vitalicia del magisterio, Elba Esther Gordillo– tuvo 2.29%, un millón 150 mil 676 sufragios.
Interrogado sobre si era estratégico para el PAN obtener por lo menos el segundo lugar en la elección del domingo 1, García Portillo aclara: “Era más simbólico que estratégico. Lo estratégico era sacar el mayor número de puntos y el mayor porcentaje de votos para tener más legisladores”.
–¿Es peor esta derrota que la de 2009?
–No es comparable porque 2009 fue intermedia. Habrá que ver el Congreso y eso es lo que la haría comparable.
Pero la caída del PAN, en ese parámetro, lo pone en niveles de 1988: Aunque ese año Clouthier obtuvo 16.79% de los votos (3 millones 208 mil 584), detrás de Salinas y Cárdenas, el número de integrantes panistas en la Cámara de Diputados era semejante a la que ahora tendrá: Ese año tuvo 101 y ahora serán 115.
En la Cámara de Diputados el PAN fue una fuerza ascendente desde ese año, en particular en 2000: Conquistó 207 curules, con 30.74% de la votación; en 2006 ganó uno menos, 206, con 33% de los votos y en 2009 cayó hasta 143 diputados, aunque tuvo 30% de los votos.
Aun con su desplome el PAN podrá con sus 115 diputados (la cifra no es definitiva) ser muy influyente –“partido bisagra”– para hacer mayoría absoluta con el PRI, que tiene 232, y con los 140 de la izquierda, sin considerar los 10 de Nueva Alianza.
No sólo eso: De los seis gobiernos estatales que se disputaron, el PAN perdió los de Jalisco –que gobernaba desde 1995– y Morelos –tras dos sexenios– y retuvo con apuros Guanajuato. No logró recuperar Yucatán y en Tabasco y el Distrito Federal se consolidó en el tercer sitio.
CALDERÓN "TRAIDOR"
Ante el fracaso está en curso la búsqueda e identificación de responsables: Uno es Madero, presidente del PAN que se aferra al cargo, y otro es el coordinador de la campaña, Roberto Gil Zuarth.
Sin embargo hay un tercero identificado directamente como “traidor” por Octavio Aguilar Valenzuela, coordinador operativo de la campaña de Vázquez Mota: Felipe Calderón.
Fox y él, afirma, actuaron contra la candidata: “Lo de Fox es una traición y también, para hablar en francés antiguo, es una chingadera”.
–¿Y Calderón?
–Él puede usar el argumento de que es un jefe de Estado y tiene que ser cuidadoso de las formas, pero no aplica: Calderón también abandonó a Josefina.
–¿De plano Calderón traicionó a Josefina?
–Así lo siento. En cualquier país siempre el Presidente de la República, el gobernador en turno, apoya al candidato de su partido.
Aguilar Valenzuela, quien se incorporó a la campaña de Vázquez Mota luego de que el 9 de abril ésta dio un “golpe de timón” en su equipo, dice que hay quienes creen que Calderón hizo un pacto con Peña Nieto –“yo no tengo elementos para decirlo”– y alude a la reunión en Los Pinos el martes 3.
“En la fotografía de Los Pinos están todos sonrientes. ¿De qué carajos se ríen? Como diría Mario Benedetti, ‘¿de qué se ríe, señor ministro?’ ¿De qué se ríen después de la debacle del partido, de la debacle de los distintos candidatos? No hay nada de qué sonreír. Al revés. Hay una incongruencia absoluta en el lenguaje corporal, en lo que se dice y lo que se siente.”
En el caso de Fox el PAN “actuó con negligencia” ante los llamados a votar por Peña Nieto, a diferencia del PRI, que en el caso del exgobernador Tomás Yarrington procedió a suspenderle sus derechos como militante.
“¿Cómo es posible que el expresidente, que abiertamente pidió el voto a favor de Peña, esté dentro del partido? Nadie le ha llamado la atención, lo tacharon de loco, que si le faltaba el Prozac o no... la gente hacía bromas sobre el tema y ya.”
Su llamado, asegura, sí impactó en Vázquez Mota: “Lo dicho por él tuvo un efecto en un número importante de militantes. No sé si le quitó dos o tres puntos a Josefina, pero evidentemente le quitó votos y el partido no operó”.
Militante del PAN desde 2004, Aguilar Valenzuela cree que Madero no debe renunciar, como lo hizo Germán Martínez, tras la debacle de 2009 –“dejó un tiradero en el partido”– sino hasta que entregue cuentas.
“Tengo información de primera mano de que ya se está gestando la remoción de Madero. Hay tres o cuatro grupos que tienen el poder dentro del Consejo Nacional. Uno es el de Oliva, obviamente representando a El Yunque, un grupo fuerte; otro es el de los calderonistas, pero también muchos maderistas. Yo creo que Josefina tiene un capital político que tendría que usar”.
–¿Ella debe ser presidenta del PAN?
–No. Yo no creo que esa sea una posición que ella aceptaría ni debiera aceptar. Ella está para proyectos de mucho mayor envergadura. Habrá que ver y evaluar quién se suma y cómo puede funcionar Ola Civil. Pero ella debe influir de manera decisiva en quién debe ser el nuevo presidente del partido.
El excoordinador operativo de la campaña de Vázquez Mota dice ignorar si ella querrá ser otra vez candidata en 2018, porque la que se perfila es Margarita Zavala, mujer de Calderón:
“No sé si esté en el proyecto de ella y habrá que ver si va a pelear con Margarita. Ella está decantada. No hay que ser un gran analista político para saber que eso viene por ahí. Josefina tendrá que evaluar si quiere competir con Margarita y no sé contra quién más, pero Margarita sería una candidata lógica en 2018... ya lo es hoy”.
–¿Y eso podría ser parte del supuesto pacto Calderón-Peña?
–Sí, igual…
EMBATE CONTRA GIL ZUARTH
Aguilar retoma la dimensión de la derrota del PAN el domingo 1 –“pasar de gobierno federal a tercer lugar es un desastre”– y también se le hace sospechoso cómo actuaron los gobernadores panistas y aliancistas.
“No puedo entender cómo en Guanajuato la diferencia de votos Peña Nieto y Josefina sea menos de 1% (40.33 por 41 de Josefina) y el gobernador gane por más de 10 puntos”, subraya.
En Jalisco, dice, el gobernador Emilio González Márquez le hizo un daño terrible: “Aquí hubo una operación claramente de tierra en favor de los candidatos locales y un descuido absoluto a favor de Vázquez Mota.”
Añade: “Hubo un voto cruzado contra ella, ofreciendo el voto a favor de Andrés Manuel o de Peña Nieto a cambio de votaciones para diputados locales y federales. Eso se ve en muchos estados: en Sonora es clarísimo”.
Sobre el equipo coordinado por Gil Zuarth, Aguilar juzga: “Mucha gente hizo muy mal trabajo. No se tenía la infraestructura, la capacidad, el conocimiento en muchos de los coordinadores para conducir una campaña de esta envergadura”.
Compara: “Estuvimos peleando para que Josefina fuera presidenta de México, una de las 15 economías más grandes del mundo, y teníamos un equipo de otro nivel. Uno para torneo de la Champions League y teníamos que jugar con La Piedad. Esa es la verdad”.
La candidata, dice, pudo contratar personal experimentado: “Ella también tiene una parte de culpa por no haber cambiado algunas personas”.
–¿Usted se lo comentó?
–Por supuesto. Más de una vez.
–Apro