Ciudad de México, 9 de abril (SinEmbargo).- En la saga de Harry Potter, Ron Weasley y Harry Potter, “mejores amigos para siempre”, demuestran lo que significa el apoyo entre amigos. Pasan sus primeros años de la es cuela juntos y navegan por las extrañas aguas que fluyen por una nueva relación. Además, luchan juntos tanto metafórica como literalmente.
La cultura pop está cargada de ejemplos de lazos de amistad indelebles, desde Tom Sawyer y Huck Finn hasta Tommy Pickles y Chuckie Finster. Parece que las relaciones que comienzan en la infancia duran más que otras amistades, según señala Scott Bea, psicólogo clínico en la Cleveland Clinic.
“Las amistades de la infancia están destinadas a perdurar”, explica a The Huffington Post. “Este tipo de relaciones suele durar más que cualquier otra, ya que se han formado durante un periodo en el que realmente buscábamos apego”.
Cada amistad tiene un significado especial, pero los amigos que hacemos cuando somos niños tienen un mayor impacto en nosotros. Las investigaciones sugieren que una fuerte conexión social con tu mejor amigo de infancia te produce en la etapa adulta felicidad y bienestar.
No obstante, ésa no es la única razón por la que las amistades de la niñez son tan significativas. Aquí tienes 10 cosas que sólo tus amigos de la infancia entienden, y cómo han contribuido a convertirte en la persona que eres hoy.
Los amigos de la infancia nos enseñan qué es la confianza
Cuando somos más jóvenes, somos más receptivos sin ser cínicos, explica Bea. Las investigaciones sugieren que los amigos de la infancia nos enseñan lo que significa confiar en alguien, algo que no hacemos con facilidad cuando somos adultos.
“El club se hace mucho más exclusivo cuando nos crecemos”, afirma Bea. “Es mucho más difícil pasar el filtro. Las amistades de la infancia, debido al impacto positivo que ejercen en nuestro cerebro [en desarrollo], son las que crean nuestros hábitos a la hora de hacer amigos. Solemos quedarnos con lo que estamos familiarizados”.
Conocen nuestros puntos fuertes y débiles
Los amigos de la infancia saben lo que nos mueve, pues han estado con nosotros cuando nuestras cualidades empezaban a desarrollarse. Conocen nuestra tendencia a procrastinar (y nuestra debilidad por la pizza a altas horas de la noche). Valoran nuestra capacidad de escucha, y nosotros apreciamos su honestidad.
Bea afirma que la continua aceptación y el amor profundo pueden ser un valor potente en una mala racha. “Estas cualidades de la amistad pueden reducir significativamente nuestra tensión”, asegura el experto. “Las amistades íntimas pueden funcionar como una medicina [cuando estás estresado]”.
Nos subieron la autoestima cuando pasábamos por una mala época y saben cómo hacerlo ahora
Todos guardamos el típico álbum de fotos de nuestra adolescencia, que pone en evidencia nuestras pintas al vestir y otras características vergonzosas de nuestro pasado. Las investigaciones indican que los adolescentes con buenas amistades se adaptan mejor a las circunstancias y tienen más autoestima; justo lo que necesitamos para animarnos en esos años de formación.
“Los amigos de la infancia tienen facilidad para la aceptación”, explica Bea, que apunta que este tipo de apoyo es imprescindible también en la etapa adulta. “Simplemente, estamos mucho más dispuestos a aceptar a la gente cuando somos niños, y por eso creamos vínculos más fuertes”.
Su apoyo emocional puede alargarse hasta la etapa adulta
Los mejores amigos de la infancia no sólo aguantan nuestro crecimiento y nuestros cortes de pelo, sino también nuestros problemas emocionales. Este tipo de apoyo es crucial en nuestro desarrollo, ya que moldea parte de los rasgos emocionales que nos definirán cuando seamos adultos, argumenta Carlin Flora, autora de Friendfluence: The Surprising Ways Friends Make Us Who We Are.
Estos vínculos “aportan a los niños empatía, perspectiva y capacidad de adaptación, lo cual les ayudará a hacer amistades de mayores; pero, además, también les ayuda a desarrollarse psicológica y cognitivamente de diferentes formas”, explicaba en una entrevista que le realizaron el pasado año en Psychology Today.
“El sentido de pertenencia que procede de los lazos de amistad favorece el bienestar psicológico”.
Nos sacan de nuestra zona de confort
¿Quién, si no, iba a convencernos a montarnos en la montaña rusa o a tirarnos desde un trampolín de niños? “Los buenos amigos nos animan a probar cosas nuevas que no haríamos sin ellos, y viceversa”, dice Bea.
“Nuestra vida se enriquece gracias a ellos”.
Están acostumbrados a nuestros hábitos familiares
Son conocedores de la confianza que tenemos con nuestra madre o de la relación a veces tirante que mantenemos con uno de nuestros hermanos… Los amigos de la infancia están al tanto de todo, ya que tienen más acceso a nuestras relaciones familiares que otros amigos.
Ese conocimiento (y esa presencia) durante nuestro desarrollo suele fortalecer los vínculos, afirma Bea.
Siempre mantendrán la conexión con tus orígenes
A medida que la vida pasa, crecemos y nos mudamos. Pero, el alejarnos de nuestras raíces no significa que dejemos de sentirnos orgullosos del lugar donde crecimos. Le tenemos mucho cariño, explica Bea, porque nuestros amigos y recuerdos de la infancia residen allí.
“Muchas veces, esas amistades se crean por proximidad”, asegura Bea. “Ese niño que pasa por tu casa puede ser un amigo en potencia cuando tenemos 5 o 6 años, a diferencia de lo que ocurre a los 50 o 60 años. Por eso, estas relaciones en particular siempre serán especiales”.
Nos han visto hacer frente a la adversidad
Con el tiempo, los suspensos en el colegio o el rechazo de una universidad no son para tanto, pero en aquella época constituían los picos y los baches de la vida. “Los amigos de la infancia conocen tus momentos buenos y tus miedos”, explica Bea. “Esos recuerdos son muy potentes en nuestro cerebro. Esas cosas nos unen. Creo que todo (lo bueno, lo malo, las anécdotas compartidas) marcan la diferencia en los vínculos”.
Nuestras opiniones y visión del mundo suelen coincidir
Hay investigaciones que indican que no sólo nuestro entorno influye en nuestra perspectiva, sino que además buscamos amigos que piensen como nosotros durante la adolescencia. Esto también diferencia al resto de amistades.
“Crecimos en el mismo barrio, así que tenemos todo eso en común, todos los puntos de referencia y la misma visión del mundo cuando éramos pequeños”, explica. “Se trata de cuestiones complejas con los mismos elementos que valoramos en nuestras amistades de adultos”.
Lo que hemos vivido con ellos es diferente a las anécdotas que compartimos con otros amigos
Simplemente, al haber crecido juntos, se ha creado un tipo de vínculo de afinidad diferente.
“Con los amigos de la infancia compartimos una experiencia en el desarrollo”, explica Bea. “Hemos ido juntos al colegio. Nos hemos graduado juntos. Empezamos a salir a la misma edad. Compartimos todo eso, y esto es lo que crea unos lazos diferentes”.