Alejandro Páez Varela
08/05/2017 - 12:05 am
Así de simple
En 2006, usted recordará, sus muchos enemigos utilizaron todo lo que dijo; le torcieron frases y acomodaron otras para hundirlo. Una de ellas, que es una maravilla (vista a lo lejos), es la frase “cállate chachalaca”. Vicente Fox no sólo era una chachalaca: era un verdadero idiota, ciego, demoliendo las instituciones electorales sin remordimiento. AMLO estalló. No se recuerda que Fox abiertamente hizo campaña ilegal por Felipe Calderón pero sí la “chachalaca” mentada. Lo tentaron, hizo su movida y la usaron en su contra. Así de simple.
Es sabido que Andrés Manuel López Obrador resbala. Esa, de hecho, es una apuesta permanente no de uno ni de dos: de todos de sus rivales. Hoy esperan a que resbale antes de llegar a 2018, como lo hicieron en 2006 y 2012. También lo empujan y si él se descuida, lo van llevando a la orilla de la mesa para que se caiga, con ganas de bailar sobre sus pedazos hasta que quede polvo.
AMLO tiene muchos enemigos. Tiene amigos pero tiene muchos enemigos poderosos, unos a los que él les ha declarado la guerra y otros que gustosos se han sumado al ejército de antagonistas. Juntos harán cualquier cosa para que no llegue, jamás, a la Presidencia. En el siguiente tramo estarán zumbando al oído del mexicano común para desalentarlo a votar por él. No se trata de qué le conviene a México: la rivalidad de ese grupo poderoso es personal; unos, en el grupo, sienten amenazados sus proyectos; y otros son detractores convencidos. Como sea: es personal.
En 2006, usted recordará, sus muchos enemigos utilizaron todo lo que dijo; le torcieron frases y acomodaron otras para hundirlo. Una de ellas, que es una maravilla (vista a lo lejos), es la frase “cállate chachalaca”. Vicente Fox no sólo era una chachalaca: era un verdadero idiota, ciego, demoliendo las instituciones electorales sin remordimiento. AMLO estalló. No se recuerda que Fox abiertamente hizo campaña ilegal por Felipe Calderón pero sí la “chachalaca” mentada. Lo tentaron, hizo su movida y la usaron en su contra. Así de simple.
Otra es un clásico: “Al diablo con sus instituciones”. Sí: “sus” instituciones no son lo que debieran; son aparatos burocráticos que pagamos todos para que los ocupen los compadres, pero no sirven de nada a los contribuyentes. Ayer lo resumía la Arquidiócesis así: “La corrupción en México no es un daño económico solamente, es el resultado de un Estado débil donde no hay imperio de la ley o se maneja a modo según sea el cañonazo de billetes. A pesar de ello, el Congreso lleva dos años paralizado y evade la designación de un Fiscal Anticorrupción”.
El Congreso se hace loco, el Poder Judicial funciona con dinero, el Estado es corrupto y débil. En una frase, tres Instituciones. Lo dijo ayer el órgano de difusión de la Iglesia católica en México. Fue un “al diablo con sus instituciones”, pero más políticamente correcto. Sin resbalar, pues.
En los siguientes meses veremos que todas esas frases de AMLO se revivirán y se sumarán nuevas porque estos 12 años se ha vendido la idea de que AMLO es “un peligro para México” y están empeñados, y están seguros de que pueden demostrarlo.
Y si lo tientan, y reacciona y se pone de pechito, usarán su reacción en su contra. Así de simple.
Lo paradójico es que pocas veces en la historia de México las Instituciones de la República se han visto tan vulneradas como hoy. Y no por culpa del político de izquierda.
Como me dijo un amigo abogado: “AMLO mandó al diablo sus instituciones, y estos cabrones se encargaron de cumplirlo: mandaron al diablo las Instituciones de los mexicanos”.
***
Mis preocupaciones con respecto a López Obrador no se relacionan con la economía, por más que se quiera vender esa idea. Ni siquiera Donald Trump ha podido desmoronar lo que ya está construido, hasta ahora. Ni los faquires comen lumbre: apenas apagan con la boca la antorcha encendida.
¿Un totalitarista que se imponga por encima de todos una vez que llegue en el poder? Bueno, los ciudadanos de la Ciudad de México vimos cómo un político agresivo en campaña se transformó en un administrador: López Obrador es, más bien, un político conservador que no es capaz, ya en el Gobierno, de abrir más frentes de los que puede manejar. A la iglesia católica, por decir, le dio por su lado cuando fue Jefe de Gobierno: el aborto y los matrimonios igualitarios llegaron con sus sucesores. Y Carlos Slim tenía derecho de picaporte en su gobierno.
Mis preocupaciones reales tienen que ver con arranques de autoritarismo en él que no tienen nada que ver con la urgencia por cambiar de fondo el sistema corrupto y disfuncional que vivimos en México. Por ejemplo este fin de semana: “O están conmigo o con la mafia del poder”, le dijo a PRD y PT. Una especie de ultimátum. Así se escuchó.
AMLO dice y dice y dice que “todos los medios” están comprados por la mafia y a veces se corrige, como la semana antepasada, cuando dijo que, bueno, uno de los periódicos no; que sólo el que publicó (fueron varios, incluyendo SinEmbargo) que Emilio Lozoya había sido absuelto del juicio político en la Cámara de Diputados no era de la mafia. Uno solo, entre todos.
La personalidad de López obrador sí da destellos de autoritarismo. Si es autocrítico debería saberlo. Si alguien entre los suyos lo nota deberían comentárselo. Porque si AMLO lo permite, claro que usarán sus reacciones en su contra. Así de simple.
***
Millones de mexicanos tenemos el deseo legítimo de que el país cambie de fondo. La podredumbre política, el saqueo y la injusticia social no ayuda a nadie: ni a los que más tienen. La violencia se alimenta de la corrupción, de la falta de Estado de derecho, de la impunidad; sólo falta que la viejita le corte el cuello al niño que le acaba de ayudar a cruzar la calle: todos estamos hasta la madre del todos contra todos. El país debe iniciar un proceso de reconstrucción, estamos de acuerdo.
Pero en el proceso de reconstrucción deben participar todas las mujeres y hombres de buena voluntad, incluso aquellos que no votan a favor de López Obrador. Si él realmente representa esa opción que vende, a los primeros que debe incluir es a esos que entienden la emergencia nacional y están dispuestos a participar. El “si no están conmigo están con la mafia” que plantea empujará a una tercera vía: ni uno ni otro. ¿Qué pensará el perredista que no está corrompido cuando recibe tal suerte de ultimátum? ¿Por qué habría de aceptar cualquiera que si no está con AMLO entonces es un ojete mafioso? ¿Qué pensamos los medios y los periodistas que luchamos contra la corrupción y el abuso de poder cuando dice que todos somos corruptos y parte de la mafia?
Como decía: Es sabido que Andrés Manuel resbala. Esa, de hecho, es una apuesta permanente no de uno ni de dos: de todos de sus rivales.
Si López Obrador no es autoritario, como se le acusa, debe reconocer que hay millones que no son mafiosos y que tampoco están a sus pies. Debe entender que no puede someter, sino conciliar. Claro, si es que ésa es su verdadera intención.
También debe recordar que de sus resbalones viven sus enemigos; los esperan ansiosos, los disfrutan. Y, claro, si él lo permite, pues los usarán en su contra. Así de simple. Así como ha sucedido en el pasado.
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