Estudiantes, académicas, trabajadoras y sindicalistas; ancianas, mujeres, jóvenes y niñas salieron a las calles de la Ciudad de México para demandar igualdad de los derechos laborales y oportunidades de desarrollo, y exigir un alto a la violencia contra las mujeres.
Ciudad de México, 8 de marzo (SinEmbargo).- Este jueves, en punto de las 16:00 horas, miles de mujeres marcharon por el paseo de la Paseo de la Reforma, en el marco del Día Internacional de la Mujer Trabajadora que no fue ocasión para celebrar: fue para recordar las condiciones de abuso y desigualdad con las que cientos de miles deben enfrentar cada año de sus vidas.
Son estudiantes, académicas, trabajadoras y sindicalistas; son ancianas, mujeres, jóvenes y niñas; todas integrantes de diversos contingentes. Las demandas van de la exigencia de igualdad de los derechos laborales y oportunidades de desarrollo, hasta un alto a la violencia contra las mujeres.
Unas cargaban niños; otras recordaron en pancartas que las mujeres viven en un país en crisis donde los feminicidios son noticia de todos los días y se debe vivir con desigualdad como quien carga con una loza.
Marchó la Federación Democrática de Mujeres, el Consejo Mexicano de Mujeres con Discapacidad, Colectivo de Mujeres de Ecatepec, la Red de Mujeres Educadoras, el Sindicato de Trabajadoras del Hogar, Maternidades Feministas y el Centro de Estudios de Equidad de Genero de El Colegio de Mexico.
Y las consignas fueron varias: se escucharon goyas de la UNAM, y un largo “¡tiemblen, y tiemblen, y tiemblen los machistas, que América Latina será toda feminista”.
O un “que sí, que no, en mi cuerpo mando yo”.
O bien: “Mujer organizada, jamás es violentada”.
Y el grito tristemente recurrente que recuerda un país con miles de desaparecidas, miles de muertas, miles sin justicia: “¡Vivas nos queremos..!”.
Gritan: “¡Mandar a la licuadora la verga violadora!”
A la altura de Insurgentes, en la capital mexicana, la marcha se organizó entre los contingentes separatistas: sólo en la mitad de atrás podían marchar los hombres que quieran acompañar la manifestación.
La marcha llegó a la Avenida Juárez cerca de las 5 de la tarde. Los contingentes exclusivos de mujeres son los que lideran esta manifestación que cubrió gran parte de Paseo de la Reforma.
Se gritó y se protestó por el ama de casa, por las políticas, por las prostitutas, por las mujeres asesinadas; en contra de la violencia machista, del sistema patriarcal que excluye a la mitad de la población en México.
“¡Hay que abortar, hay que abortar, hay que abortar a este sistema patriarcal!”, gritaron las mujeres del contingente que lideraba la marcha. Iban niñas con los rostros pintados y cargando sus mochilas de colores; jóvenes con los senos al aire. Otras iban encapuchadas, otras con aerosoles pintando las consignas.
Aplaudieron todas y brincaron porque la que no lo hiciera “es macho”. Hoy se pudo todo eso.
Pidieron no más indiferencia a la violencia de género.
“La lucha continua mientras haya personas que resistimos. La batalla es nuestra”, gritó una mujer en la llegada al Zócalo.
“Feministas marchando y el mundo transformando” y “No dejen de alzar la voz, por favor”, dijeron otras frente a Palacio Nacional.
POBRES Y DISCRIMINADAS
Mayor pobreza, menos ingreso, mayor rezago educativo, acceso a la salud gracias a que otros le transfieren el beneficio, inseguridad alimentaria y jornadas de trabajo parciales, sin contrato. Esa es la realidad de las mujeres mexicanas, según datos del Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval).
Y además de vivir con todas esas condiciones, estas cifras correspondientes a la continuidad de los indicadores de Pobreza y Género, las mujeres tienen una sobrecarga de trabajo doméstico –no remunerado–, que se traduce en 12 y 17 horas de trabajo por semana más que los hombres.
Sobre los salarios, las mujeres perciben remuneraciones más bajas que los hombres y esa brecha es más acentuada en la población en situación de pobreza: en 2016 los datos muestran que las mujeres ganan una quinta parte menos que sus pares, aun cuando posean el mismo nivel educativo.
En el acceso a la educación, de 2010 a 2016, la brecha en el rezago educativo entre jefes y jefas de hogar disminuyó, sin embargo las mujeres presentan niveles de rezago más altos que los hombres, sobre todo si están en condición de pobreza. En 2016, la brecha educativa entre ambos sexos se ubicó en 6.5 puntos porcentuales.
Las cifras en cuanto la inclusión al mercado laboral, hay “inequidades” frente a las condiciones de los hombres y se refleja en el acceso diferenciado a la seguridad social como prestación del trabajo. En 2016, por cada 100 hombres ocupados que contaban con los beneficios de la seguridad social por su trabajo, 62 mujeres ocupadas se encontraban en la misma situación y así ha sido desde 2010.
La brecha se acentúa entre la población con condición de pobreza: en 2016, por cada 100 hombres ocupados que contaban con seguridad social, 49 mujeres ocupadas tenían acceso.