Un grupo de haitianos construye su primera colonia en Tijuana, Baja California, luego de que hace dos meses quedaran varados en esta ciudad fronteriza tras el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos. El Instituto Nacional de Migración tiene registro de 3 mil 700 migrantes haitianos y africanos que viven en esa entidad. Hasta el momento solo 131 han conseguido regularizar su situación migratoria en México, 76 tienen tarjetas de visitantes por razones humanitarias y 55 con estatus de refugiados. Ayer,María Sandoval de Zarco, integrantes de la Barra de Abogadas, informó que el Gobierno de México ofrecerá visados humanitarios y de refugiados a los miles de migrantes haitianos mientras esperaban asilo político en Estados Unidos.
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Ciudad de México, 8 de marzo (SinEmbargo).–-En medio de una cañada por el que corren aguas negras, un grupo de haitianos construye su primera colonia en Tijuana, Baja California, luego de que hace dos meses quedaran varados en esta ciudad fronteriza tras el endurecimiento de las políticas migratorias de Estados Unidos.
A través de un esquema de asilo, pastores de la Iglesia Embajadores de Jesús comenzaron a construir una villa que ahora es conocida como “Little Haití”.
En entrevista para medios locales la congregación religiosa pidió el apoyo de las autoridades municipales para plantear una solución a las descargas de aguas negras en el canal cercano a la villa haitiana.
Las casitas de madera, barrotes, cemento y bloques estarán a unos metros del albergue de la Iglesia Embajadores de Jesús en la colonia Divina Providencia; la congregación asiste a 225 haitianos, 10 de ellos menores de edad.
En entrevista para el semanario Zeta, Christopher Faustin tiene más de cinco años siendo migrante. Desde que dejó Haití, el país más pobre de América, ha vivido siete meses en Ecuador, cuatro años en Brasil y después de tres meses en Tijuana, está por ocupar una vivienda de cinco por cinco metros a las faldas del Cañón del Alacrán.
LA ZONA
De acuerdo con el semanario Zeta, veinticuatro horas continuas de lluvia arrasaron con el delgado camino que se formaba a un lado del arroyo de aguas negras que corta los cerros por la mitad. Más que casas, alrededor del cañón se incrustan criaderos de puercos y establos.
El agua deslava no solo los taludes, también los desechos de los animales que caminan entre el camino de rocas y lodo.
Gustavo Banda indicó en entrevista con el medio local que la tubería del drenaje está debajo del cauce del arroyo, así que cada vez que llueve, los tubos se perforan y las aguas negras se derraman por el camino. Cuando la lluvia para, empleados de gobierno acuden a parchar los cilindros que no resistirán las siguientes precipitaciones.
Para llegar a la construcción de casas, a un terreno de distancia del albergue, se deben caminar unos 400 metros desde el punto hasta donde llegan los carros, sin embargo, los haitianos no se quejan del camino. Mujeres, niños y hombres balancean contenedores de agua y otros artículos que les fueron llevados ese día, refieren medios locales.
El Instituto Nacional de Migración (INM) tiene registro de 3 mil 700 migrantes haitianos y africanos que viven en Baja California. De éstos, solo 131 haitianos han conseguido regularizar su situación migratoria en México, 76 tienen tarjetas de visitantes por razones humanitarias y 55 con estatus de refugiados.
Los que comenzarán el primer vecindario de haitianos en Tijuana, son aquellos que sobrevivieron al terremoto de 2010 en Haití, a sus 3 mil muertos y al millón de personas que perdieron sus casas a raíz de esto.
Ayer,María Sandoval de Zarco, integrantes de la Barra de Abogadas, informó que el Gobierno de México ofrecerá visados humanitarios y de refugiados a los miles de migrantes haitianos varados en la ciudad fronteriza mientras esperaban asilo político en Estados Unidos.
Los visados estarán disponibles como parte de un plan piloto para regularizar la situación de los haitianos, dijo Erika Santana, integrante de esa asociación civil, al final de una reunión con el subsecretario de Población, Migración y Asuntos Religiosos de la Secretaría de Gobernación, Humberto Roque.
Santana destacó la “disponibilidad” de Roque para contribuir a este proyecto promovido por la Barra de Abogadas, la Secretaría de Trabajo del Gobierno del estado de Baja California y la Comisión Estatal de Derechos Humanos de la misma entidad del noroeste de México.
Consideró clave la participación de la subsecretaría federal a cargo de Roque, de la gubernamental Comisión Mexicana de Apoyo a Refugiados (Comar) y de la Secretaría de Relaciones Exteriores en esta iniciativa para regularizar la situación de los haitianos.
Estas autoridades “intervendrán para la gestión de documentación de origen que permita validar la identidad de los migrantes que se encuentran en estos momentos en Baja California, así como la verificación de no antecedentes penales”, indicó Santana.
LA CRISIS NO SE HA IDO
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Hace un par de meses una delegación de la ONU visitó la zona y declaró que existía una crisis humanitaria que hasta ahora no se ha resuelto y está en vías de empeorar porque también hay inmigrantes que se fueron diseminando a lo largo otros estados fronterizos como Sonora, Chihuahua y Tamaulipas, ante su desesperación por la precaria situación en los albergues de Baja California, de donde se quejaban principalmente de la higiene.
Valádez Ruiz asegura que ante las necesidades que ya empiezan a enfrentar los albergues, algunos han acudido a empresas para que den empleo a los inmigrantes con permiso de estancia temporal en México para que puedan establecerse y dejar los refugios temporales.
“Si cruzan a Estados Unidos los están regresando a sus países, por eso ya no quieren irse para allá. Algunos ya están trabajando, nosotros estamos hablando con empresas que puedan contratarlos y que así también ellos puedan arreglar su estancia migratoria y pues hacer su vida”, señaló.
La mayoría de las personas que están en los albergues no hablan español sino inglés, francés y portugués, “algunos ya empezaron a aprender español conviviendo con nosotros y los que hablan inglés son los que más se han podido colocar. Otros no hablan inglés ni español, pero entienden un poco y a señas se les pueden dar instrucciones para trabajar y así es como están empezando”.
Los que han logrado insertarse trabajan en los sectores de la construcción y servicios, “ya estamos también platicando con gente de las maquiladoras”, señaló en entrevista Araceli Almaraz, investigadora del Colef, quien ha seguido de cerca este caso. La mayoría tiene un nivel de preparación de educación media en adelante.