Sanjuana Martínez
07/11/2016 - 12:04 am
Anaya y la corrupción del PAN
¿Cuántos años necesita un político para hacerse rico? ¿Cuántos puestos requiere para incrementar su patrimonio? ¿En cuánto tiempo aumentará sus cuentas bancarias?
¿Cuántos años necesita un político para hacerse rico? ¿Cuántos puestos requiere para incrementar su patrimonio? ¿En cuánto tiempo aumentará sus cuentas bancarias?
En México, a la vista de los hechos, los políticos necesitan dos o tres años para enriquecerse. La carrera vertiginosa por la corrupción de la clase política es ascendente y rápida.
Políticos en plan competitivo luchan día a día por obtener el primer lugar en robo al erario, en conflicto de intereses y enriquecimiento ilícito.
No importa el puesto. Su lema es “no me des, nomás ponme donde haya”. Si el Presidente roba, los gobernadores también; si los alcaldes roban, igualmente los regidores; si los senadores roban, ¿por qué no los diputados?; si los presidentes de partido se enriquecen a manos llenas, también lo pueden hacer los funcionarios de alto, medio y bajo nivel.
El caso es obtener beneficios, rendimientos económicos. Políticos de todos los colores hacen “negocios” a través de sus puestos. Tal vez, por eso, ellos no se sienten ni se perciben a sí mismos como corruptos o delincuentes.
Obtener contratos, recibir moches, quedarse con las partidas destinadas a cuestiones sociales, embolsarse los presupuestos a la atención de sus oficinas o asesores, es solamente algo normal. Finalmente todos lo hacen, ¿por qué ellos no?
La cultura de la corrupción en la que está sumida la clase política mexicana justifica el enriquecimiento, el aumento de nivel de vida de ellos, sus hijos y el resto de sus familiares.
Tal vez por eso, Ricardo Anaya, el “honesto” presidente del Partido Acción Nacional (PAN), sienta que su enriquecimiento es normal, lógico, casual, “cool”.
Con tan solo 37 años, este exponente del panismo más decente ha acumulado suficiente dinero como para tener a su familia viviendo en Atlanta, Estados Unidos, y sostener un ritmo de vida muy por encima de sus posibilidades económicas oficiales.
Su orgullo por su repentina prosperidad es tanto que, este fin de semana como todos los anteriores, viajó hasta Atlanta, para estar con su querida familia a pesar de las críticas en su contra.
Y es que el señorito Ricardo Anaya ha sido el adalid anticorrupción del PAN. Con esa carita de bueno, parece que no quiebra un plato, pero tiene toda la vajilla hecha añicos.
“Aquí lo que importa son los hechos y no las palabras: en los primeros 100 días a partir de que yo reciba mi constancia voy a integrar un órgano verdaderamente autónomo e independiente para investigar con objetividad pero sobre todo para sancionar con severidad a quien cometa un acto de corrupción dentro de Acción Nacional”, dijo el pasado 5 de junio.
Su hermosos discurso no corresponde con sus hechos. El señorito Anaya carece de congruencia. Por una parte, dice que investigará los actos de corrupción; por otra, su nivel de vida no corresponde con sus ingresos.
Pero hagamos un recuento de la carrera meteórica para la súbita fortuna del líder nacional del PAN. Sus inicios se sitúan en Querétaro, donde fue secretario particular del ex Gobernador Francisco Garrido Patrón, de 2003 a 2009, un gobierno seriamente cuestionado por la corrupción y las obras inconclusas.
Anaya se ganó entonces el apodo de “El Cerillo” porque todo lo que toca lo quema. Hay que reconocerle al joven trepador que en muy poco tiempo supo operar los fondos necesarios para las campañas electorales, esos mismos fondos que después no supo explicar su procedencia.
De hecho, la ex Diputada federal panista María Concepción Ramírez Diez Gutiérrez denunció que Ricardo Anaya se robó 20 millones de pesos del grupo parlamentario del PAN en 2015. La ex Diputada dice que el discurso anticorrupción de Anaya no corresponde con la realidad, ya que en ese entonces el ex Diputado Damián Zepeda tenía los números del faltante de 20 millones y actualmente es el Secretario de la dirigencia nacional del PAN.
Más allá de la vida lujosa de Anaya, lo que más sorprende es que su familia viva en Estados Unidos desde hace año y medio. Al parecer el líder nacional del PAN piensa que su familia no tiene por qué vivir en un país tan violento y tan malo como México y por eso prefiere trasladarlos al vecino país. Una incongruencia más.
El origen de la renta de su casa en Atlanta, en Bishop Lake Road, el pago de tres colegiaturas en una de las escuelas privadas más exclusivas y los boletos aéreos semanales que compra para ir a ver a su familia, son un auténtico misterio.
El contesta muy “cool” diciendo que todo le parece normal: “No son lujos. Es una oportunidad que a mí me dieron mis padres y yo se la quiero dar a mis hijos”.
¡Fantástico! Uno se pregunta por qué el señorito Anaya no se va a vivir a Estados Unidos definitivamente. Total, esos 231 mil dólares anuales, unos 5 millones de pesos, ya los tiene. Según él, paga 3 mil 500 dólares al mes de renta, es decir, 67 mil 900 pesos, unos 814 mil 800 pesos y la colegiatura de sus tres hijos en High Meadows School representan sólo 80 mil pesos mensuales, un total de 960 mil pesos. A esto hay que añadirle su departamento en la Ciudad de México ubicado en Reforma, por el que afirma paga 14 mil pesos al mes y la hipoteca que paga de 5.5 millones de pesos.
Con 37 añitos, la pregunta surge inmediatamente. ¿Cuántos años necesito el joven Ricardo Anaya para enriquecerse?
La filtración de esta información ciertamente es un golpe bajo, un fuego amigo de su propio partido, particularmente de Felipe Calderón, el ex presidente que quiere todo para su señora esposa Margarita Zavala, con quien Anaya lleva una guerra abierta para convertirse en candidato a la presidencia por el PAN.
Los panistas la tienen fácil, solo tiene que decidir entre ¿la corrupción de Ricardo Anaya o la corrupción de los Calderón? Este es el espectáculo de las manos limpias del PAN rumbo al 2018.
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