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Jesús Robles Maloof

07/09/2017 - 6:30 am

La verdad sobre los homicidios en México

Ante este desolador panorama creo que la tarea está en nuestra cancha, al menos por el momento. La campaña regional Instinto de Vida busca precisamente reducir la tasa de homicidios en América Latina (la región más violenta del mundo) países, como México, en los que esta tendencia podría escalar de 21 por ciento, al 40 por ciento hacia 2030.

Dime que cifras presentas para saber que cifras ocultas.

2017 es ya en números absolutos, el más violento de la última década al alcanzar 14,190 carpetas de investigación por homicidio doloso tan solo de enero a julio. Esta cifra supera por mucho los 11,141 homicidios de 2011. Pero el Quinto Informe de Gobierno nos habla de una realidad totalmente distinta. ¿Cuál es la verdad sobre los homicidios en México?

Retomo mi espacio en Sin Embargo con la sensación que el título de esta columna es demasiado pretencioso. Hablar de verdad en tiempos de Enrique Peña Nieto, lo mismo que de Donald Trump podría ser una aspiración pasada de moda, sobre todo cuando la política actual parece dirimirse en el terreno de las emociones, como el enojo y los deseos.

La verdad en política no significa la verdad ontológica de carácter absoluto que estudiamos en filosofía, sino acaso supone aquella evidencia empírica que acompaña la argumentación de un determinado programa político. Dicho de otra manera, lo verdadero radica en que toda afirmación pueda ser verificada de forma independiente, incluso por cualquier persona con información pública razonablemente accesible.

Así el esfuerzo de construir entidades como el INEGI, el CONEVAL o el Secretariado Nacional del Sistema Nacional de Seguridad Pública, tiene que ver con generar un consenso temporal sobre lo que entendemos por pobreza, índice delictivo y otros conceptos fundamentales para crear programas de gobierno basados en evidencia que los atiendan y que estén por encima el vendaval partidista. En este sentido una simple revisión de la evidencia que soporta los argumentos del pasado informe nos muestran la manipulación habitual de este gobierno al presentar las cifras.

El Quinto Informe de Gobierno nos habla de una realidad totalmente distinta. Foto: Especial.

Mi candidez, si es que conservo algo de ella, no llega al punto de buscar la verdad en un nforme de gobierno, solo destaco que si queremos conocer el estado de las cosas podemos revisar este y cualquier Informe de gobierno bajo una útil hipótesis de trabajo que puede resumirse en, dime que cifras presentas, para saber que cifras ocultas.

En entre otros temas de interés público en materia de homicidio el Quinto Informe es ejemplo de lo anterior. Sobre homicidios el sábado pasado Peña Nieto afirmó tres ideas:

“En los primeros cuatro años de esta Administración, se logró disminuir la incidencia de delitos del fuero común por cada 100 mil habitantes”.

 “Asimismo, según datos del INEGI, entre 2012 y 2015, se redujo la tasa de homicidios dolosos por cada 100 mil habitantes, al pasar de 22.2 a 17.2. Sin embargo, ese resultado se ha revertido”.

 “Hoy, una parte significativa de los homicidios no está relacionada con el crimen organizado, sino con delitos del fuero común, aquellos que son responsabilidad de los estados y municipios. Por ello, es imperativo que se atienda la debilidad y los rezagos históricos que existen en las instituciones locales de seguridad, particularmente en los municipios”.

Lo primero que salta a la vista es que presenta cifras de 2012 a 2015 al respecto cvaben Tres preguntas ¿Por qué escogió esos años si se trata de informar del “el estado general que guarda la administración pública del país” como dice el artículo 69 constitucional? Sí, el estado que guarda de 2016 a 2017, no que guardaba la administración del país en 2015. ¿Por qué presenta la tasa de 2012 cuando apenas ocupó el Ejecutivo menos de un mes? Como pueden seguir de lo anterior se deriva la última pregunta y su respuesta evidente. No presentó la tasa de 2016 y 2017 precisamente por que es las que quiere ocultar.

La estimación preliminar del INEGI establece que la tasa de 2016 se encuentra alrededor del 20 por ciento por cada 100 mil habitantes. Estimaciones independientes de Carolina Torreblanca y José Merino la ubican en 18.3 por ciento y las cifras de 2017 podrían arrojarnos una tasa histórica, superior incluso a la de 2011. El “sin embargo, ese resultado se ha revertido” de Peña Nieto podría ser una confesión involuntaria y quizá la única pieza de evidencia sobre homicidios en su discurso.

Cuando escuchamos al Ejecutivo decir que una parte significativa de los homicidios no tienen vinculación con el crimen organizado, inmediatamente tratamos de ver la fuente de tal afirmación pero como Lilian Chapa Koloffon, nos dice su fuente es el CISEN con información que no es pública y que por lo tanto nos piden un acto de fe. Incluso suponiendo que eso fuera cierto la PGR solo ha iniciado, de 2012 a la junio de este año, 107 averiguaciones previas por homicidios lo que corresponde apenas al 1 por ciento del total nacional. Esto podría explicar porqué la tasa de impunidad por el delito de homicidio supera el México el 78 por ciento, haciendo muy poco probable que un homicida siquiera sea detenido y procesado.

Así estamos en el peor de los escenarios. Una pésima calidad y oportunidad de la información sobre homicidios, un claro repunte de la violencia homicida en los últimos dos años, la ausencia de un plan nacional coherente para atender la violencia letal, un presidente que desinforma, autoridades estatales listas para lavarse las manos y determinar homicidios como “del crimen organizado” incluso antes de cualquier acto de investigación y autoridades federales que solo investigan el 1 por ciento de los homicidios.

Ante este desolador panorama creo que la tarea está en nuestra cancha, al menos por el momento. La campaña regional Instinto de Vida busca precisamente reducir la tasa de homicidios en América Latina (la región más violenta del mundo) países, como México, en los que esta tendencia podría escalar de 21 por ciento, al 40 por ciento hacia 2030.

Pensar esa tasa de homicidios es hablar de algo nunca antes visto en la historia de la humanidad. Sería como despertar de una pesadilla en la que estamos a otra que no es posible siquiera imaginar. Trágicamente las condiciones pueden estar dadas como prueba el mismo discurso de Peña Nieto que solo tres párrafos después de citar los homicidios, exige al congreso la aprobación de la Ley de Seguridad Interior, que además de ser una estrategia fracasada como lo hemos dicho aquí, constituye un golpe militar a la democracia misma.

Como hemos insistido en el colectivo de organizaciones mexicanas #MxSinHomicidios, un buen inicio sería mejorar la calidad de la información y elaborar una política pública más allá del despliegue de fuerza militar y policial, acciones focalizadas en las personas, en los espacios y lugares, en las causas contextuales donde el homicidio se recrea y en las instituciones de investigación e impartición de justicia donde la tendencia puede ser detenida. Existe por parte de Instinto de Vida una serie de propuestas disponibles basadas en la experiencia y el conocimiento acumulado.

Como sociedad debemos tomar en serio esta tendencia que prefigura una sociedad donde el homicidio sea más probable que la vida misma. Si no nos movilizamos nos tocará verla y lo que es peor a nuestros hijas e hijos vivirla. Tomemos acción ya.

Jesús Robles Maloof
Defensor de derechos humanos, entusiasta de los efectos transformadores de las tecnologías de la información. Hace años decidí unir mi voluntad a quienes luchan contra la corrupción, la violencia y la impunidad. Desde integro 2010 el colectivo de activistas digitales Contingente Mx. Colaboré como Senior Lawyer en New Media Advocacy Project y actualmente soy responsable del área de Defensa Jurídica de la organización Enjambre Digital que defiende las libertades en internet.

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