Adela Navarro Bello
06/07/2016 - 12:00 am
México, rehén de un desgobierno
Por Adela Navarro Bello Primero el Gobierno de Enrique Peña Nieto los ignoró. Después Aurelio Nuño, el Secretario de Educación Pública, amenazó con despedirlos. Orondo, confirmó: Tenía ya listos a quienes los suplirían. Posteriormente los atacaron a balazos, y más tarde, Miguel Ángel Osorio Chong, el Secretario de Gobernación, los volvió a amedrentar, “El tiempo […]
Por Adela Navarro Bello
Primero el Gobierno de Enrique Peña Nieto los ignoró. Después Aurelio Nuño, el Secretario de Educación Pública, amenazó con despedirlos. Orondo, confirmó: Tenía ya listos a quienes los suplirían. Posteriormente los atacaron a balazos, y más tarde, Miguel Ángel Osorio Chong, el Secretario de Gobernación, los volvió a amedrentar, “El tiempo se ha agotado”, dijo en referencia a la falta de acuerdos en un diálogo inútil que ha sostenido con profesores que utilizando su fuerza social han detenido el desarrollo de la educación, el comercio y la política en por lo menos cuatro estados de la República Mexicana de manera permanente, y en otros tantos con manifestaciones focalizadas.
De la ecuación política de negociadores gubernamentales, el Presidente Enrique Peña Nieto, el Secretario Aurelio Nuño, el Gobernador de Oaxaca, Gabino Cué, han salido ante la presión de los maestros que luego de los disturbios de Nochixtlán que terminaron a balazos, ahora cuentan también con apoyos nacionales e internacionales.
La sinrazón de un gobierno para callar con balas lo que no puede arreglar con palabras, es lo que los mexicanos estamos viendo.
Así, después de errores tácticos del gobierno peñista, al no consensuar una reforma, al pretender prescindir de sindicalizados, al atacar físicamente y después amenazar, le ha abonado a las prácticas de un conflicto magisterial que afecta al resto de la sociedad, amén de a los educandos.
Por el momento, y hasta nueva estrategia, el conflicto de los profesores agremiados a la CNTE, lo trae solito para su operación, Osorio Chong. De suyo el Secretario de Gobernación se juega el futuro político en esta reyerta magisterial que se ha salido de proporción. Si los desaparecidos de Ayotzinapa acabaron con Jesús Murillo Karam, y la fuga de Joaquín Guzmán Loera con Montealejandro Rubido, los maestros de la CNTE están aminorando la influencia y el poderío político de Aurelio Nuño y Miguel Osorio.
El pacifista más notorio y grande que la humanidad ha conocido, Mahatma Gandhi, lo dijo con las palabras precisas: “Primero te ignoran, después se ríen de ti, después te atacan, y tú ganas”.
La fórmula la ha seguido a la perfección el Gobierno de Enrique Peña Nieto, cuando se trata de los profesores de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación. Lo que ha logrado que, efectivamente, se perciba que los maestros van ganando. Pues no sólo han elegido a sus interlocutores, también mantienen las manifestaciones y están orillando al Gobierno a negociar lo que era innegociable, la Reforma Educativa, o por lo menos los reglamentos de la misma que sí se pueden llegar a modificar.
Chiapas y Oaxaca, dos estados de suyo marginados a pesar de la riqueza natural, son los que han sido mayormente tomados por los maestros que se niegan a ser evaluados, que no quieren regulación sobre su labor, que desean seguir cobrando un cheque a pesar de las clases no impartidas, de las comisiones no cumplidas, y exigen reinstalaciones laborales sin cortapisas. Los bloqueos y las movilizaciones que desde esos Estados y hasta la Ciudad de México han llevado a cabo, han inhibido el desarrollo económico, y por supuesto afectado la impartición de educación. Del cierre de escuelas en el sureste del País se ha migrado al cierre de escuelas en el centro del País.
No hay razón. Ni los maestros pueden tener de rehenes a estudiantes, comercios, plazas, calles y avenidas, ni el Gobierno puede convertir la fuerza pública en fuerza bruta para atacar a quienes se manifiestan frente a algo que consideran injusto.
En una democracia como la nuestra, el diálogo y el acuerdo deberían imperar. Especialmente cuando el Poder Legislativo le falla a los mexicanos, al aprobar reformas y leyes que no están debidamente consensuadas, consultadas con la sociedad civil, y que, como es el caso, traen consecuencias que pesan en términos sociales, y se cuentan las pérdidas en pesos y centavos.
El conflicto magisterial azuzado por los negociadores de Peña afecta los sectores turísticos, de productos, bienes y servicios, negocios que mantienen una sociedad y se han visto limitados o definitivamente obligados al cierre de sus actividades ante las manifestaciones violentas y la toma de territorios por parte de contingentes de maestros que actúan con plena impunidad en detrimento de la sociedad organizada. Es evidente que los profesores tienen una estrategia de movilizaciones, que el Gobierno Federal no ha sabido contener, terminando ello en mayores afectaciones sociales.
Las negociaciones tampoco han ido a buen puerto. Tanto Osorio como maestros han puesto y no de su parte, mientras los maestros quieren la salida de las fuerzas federales de Oaxaca, salida de Aurelio Nuño como interlocutor, entrega de cheques, suspensión de procedimientos contra maestros faltantes, entre otros anteriores que incluían en el extremo la abrogación de la Reforma Educativa, el Gobierno Federal, le apuesta al alto a las manifestaciones, los bloqueos de vías de comunicación y la liberación de espacios públicos y privados para el desarrollo, pero no se ponen de acuerdo.
A más de 50 días del inicio del paro de labores por parte de la CNTE y más de 15 de los hechos en Nochixtlán, parece no haber una negociación que impida pensar en un inminente estallido social, especialmente ante las provocaciones de los manifestantes, y las amenazas del secretario de Gobernación, que ciertamente, a cinco días de emitido el ultimátum de Osorio, la prudencia oficial ha imperado.
Lo que no vemos los ciudadanos, es un diálogo razonado en ninguna de las partes. Los maestros quieren cumplimiento en todas sus peticiones, signifiquen las mismas incumplir leyes y reglamentos, mientras el gobierno busca la liberación de los espacios, en cuyo caso el último recurso es la fuerza pública.
En medio del conflicto provocado por legisladores que aprueban leyes sin tomar en cuenta a la sociedad, un gobierno que ignora las manifestaciones hasta dejar crecer los problemas, y un gremio acostumbrado a negociar con el clientelismo político que involucionó a la manifestación violenta, estamos los mexicanos. Rehenes de un conflicto magisterial-gubernamental que nos afecta de cerca en el desarrollo educativo, económico y social de este país cada mes más golpeado por la inercia, la corrupción y el distanciamiento de una autoridad que agrede y luego se evade.
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