El informe “México: País de pobres y no de clases medias” destaca que desde 1992 a 2014 prevalece en México el mismo número de ricos, el mismo número de pobres y la misma cantidad de personas pertenecientes a una clase media, que es cada vez es más vulnerable.
El documento elaborado por dos centros de estudios de la Universidad Iberoamericana resalta que la clase media representa el 27 por ciento de la población total mexicana, mientras que el 63 por ciento, a la población en situación de pobreza y vulnerabilidad, y sólo un 10 por ciento conforma la población rica.
La situación contrasta con la de otros países en los que la clase media está entre el 60 y 80 por ciento de la población total. “Las clases medias han sido históricamente un catalizador de grandes transformaciones estructurales. Gracias a su relativa independencia económica y política han promovido cambios del tamaño de la revolución francesa o los procesos independentistas latinoamericanos”, señala.
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Ciudad de México, 5 de septiembre (SinEmbargo).– México no es un país de clase media sino de pobres, sostiene un estudio elaborado por el Instituto de Investigaciones para el Desarrollo con Equidad (Equide) y el Observatorio de Salarios de la Universidad Iberoamericana,
El estudio “México: País de pobres y no de clases medias” contradice a la última Encuesta Nacional de Gastos e Ingresos de los Hogares (ENIGH) elaborada por el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi): los niveles de vida adecuados para no ser pobre sólo están garantizados para el 25 por ciento de la población mexicana y la población en pobreza supera 2.3 veces a la población considerada como clase media, dice.
Actualmente existe un debate sobre la definición correcta de lo que es la clase media. Si bien se entiende como la población no pobre, en el país esta clase se encuentra en una fuerte condición de vulnerabilidad y, por lo tanto, con el riesgo de caer en situación de pobreza o de carencias múltiples, señala el estudio.
La definición del Banco Mundial (BM) de la clase media es la que tiene ingresos de entre 10 y 50 dólares. También se ha definido a partir de la probabilidad que se tiene de caer en la pobreza. El Inegi reconoció que hay una ausencia de una definición consensuada sobre lo que significa la clase media y sobre todo que facilite su medición con base en la información estadística disponible.
Para 2014, destaca el informe, la población de clase media representó el 27 por ciento de la población total mexicana, mientras que el 63 por ciento representó a la población en situación de pobreza y vulnerabilidad. Sólo un 10 por ciento está conformado por población rica.
La situación contrasta con la de otros países en los que la clase media está entre el 60 y 80 por ciento de la población total. “Ante este panorama cabe preguntarse ¿Es México un país de clase media o de pobres?”, cuestiona el informe.
Para el estudio se contempló como clase media a la población que tiene ingresos superiores a la Línea de Bienestar –que es equivalente al valor total de la canasta alimentaria y de la canasta no alimentaria por persona al mes. De acuerdo con el Coneval, esto sería, en zonas rurales, de mil 035 pesos y en zonas urbanas de mil 445 pesos–, con menos de dos carencias y que no pertenece a los sectores ricos o no pobres.
Se obtuvieron cinco clasificaciones a nivel nacional: pobres, vulnerables por ingresos, vulnerables por carencias, clases medias y ricos.
Según la ENIGH 2016, los ingresos de las personas más pobres aumentaron y los de los más ricos disminuyeron al hacer su división por decil, que es la clasificación de la población utilizada por el Inegi y que divide en 10 los sectores poblaciones de los menos a los más ricos.
En el último año, con base en esa encuesta, el decil I, que es la proporción de la población más pobre, tuvo un ingreso de mil 571 pesos; el decil II, de 3 mil 129 pesos; el III, de 4 mil 367 pesos. Lo que significa que crecieron 22.7 por ciento. 12.1 por ciento y 7.6 por ciento, respectivamente, en comparación con el periodo 2014.
Pero en contraparte, los ingresos de los deciles VIII, IX y X, se redujeron 1.8 por ciento. 4.6 por ciento, 7.1 por ciento y 3.2 por ciento, respectivamente, en el mismo periodo; pasaron de 16 mil 063 pesos a 13 mil 234; de 21 mil 786 pesos a 17 mil 948 pesos y de 49 mil 544 pesos a 44 mil 403 pesos.
“Existen tres metodologías de captura de información conviviendo en los módulos de condiciones socioeconómicas de la ENIGH, lo que imposibilita realizar un seguimiento sistemático y consistente de las clases medias para años posteriores a 2014. De un plumazo, el Inegi redujo la desigualdad y convirtió a México en un país de clases medias inexistentes”, apunta el informe.
El estudio destaca además que actualmente, el 53.2 por ciento de la población en México está por debajo de la Línea de Bienestar y el 20.6 por debajo de la Línea de Bienestar Mínimo. Aún más, el total de beneficiarios de programas sociales pasó de 5 millones en 1997 a 25 millones en 2014, pero el índice de pobreza por ingresos se mantuvo prácticamente sin cambios, resalta.
Apunta que con un salario mínimo que está por dejado de la línea de pobreza (80.04 pesos diarios) y el precio de una canasta básica alimentaria y no alimentaria (de 353 pesos por día), lo que se tiene es una canasta básica incompleta para una persona y sin posibilidades de sostener a una familia de en promedio cuatro integrantes.
De carencia acceso a la seguridad social, en el decil I la carecen el 90.9 por ciento; en el II el 83.1 por ciento y en el III, 75.5 por ciento. En el decil X, la carece sólo el 27.6 por ciento.
El índice de desigualdad tampoco ayuda a la sustentar la realidad del Inegi, ya que, señala, el 32.1 por ciento de la riqueza la posee el 1 por ciento de multimillonarios, el 331 por ciento, el 9 por ciento considerados ricos, pero no tan ricos como el 1 por ciento. Finalmente, el 34 por ciento de la riqueza está en el 90 por ciento que son “todos los demás”.
La constante en los últimos 25 años es una población en la que más del 50 por ciento de la población es pobre. Así, el concepto clase media en México, se traduce en una clase que es permanentemente frágil y vulnerable, sobre todo a las crisis económicas y a la pérdida del empleo, alerta.
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REALIDAD Y CLASE MEDIA
Los investigadores señalan que la clase media es el 26.6 por ciento de la población y ese porcentaje no se ha movido de 1992 a 2014: la población pobre pasó de 56.3 por ciento a 45.8 por ciento; la población vulnerable por carencias y que no es clase media, pasó del 6.6 por ciento al 10.7 por ciento; la población vulnerable por ingresos pasó de 5.8 por ciento al 6.8 por ciento, y los ricos de 1992 a 2014 lograron mantenerse como el 10 por ciento de la población total.
Tomando en cuenta la experiencia europea, agrega, la desigualdad se debe en gran medida a los modelos de distribución social, una economía de mercado con mecanismos de redistribución, el acceso a servicios y derechos sociales, y un estado de bienestar con componentes de una calidad y nivel de vida adecuado.
Para los investigadores de la Ibero, la clase media es un elemento de consolidación de la democracia, ya que un individuo con sus necesidades básicas cubiertas es más proclive a cumplir un rol estabilizador dentro de una sociedad y consolida los procesos democráticos.
“Las clases medias han sido históricamente un catalizador de grandes transformaciones estructurales. Gracias a su relativa independencia económica y política han promovido cambios del tamaño de la revolución francesa o los procesos independentistas latinoamericanos”, señala.
Según el Banco Mundial, a México le tomó 50 años incrementar sus clases medias en un 17 por ciento.
La carencia que más prevalece en México es la del acceso a la seguridad social; el 58.5 por ciento de la población no la tiene y en consecuencia es la población que no tiene acceso a servicios de salud, seguro para el retiro, programas de vivienda ni seguro por invalidez y enfermedad.
“Las alternativas para garantizar un estatus y condiciones de vida adecuados e identificados con las clases medias, pasa por modificaciones sustanciales en el mercado de trabajo, donde la seguridad social juega un papel trascendental. En otro sentido, se requiere de mecanismos e instituciones que eviten el control monopólico y oligopólico de los recursos económicos por parte de los grandes grupos económicos. La estrategia de fortalecimiento de clases medias, requiere, además, el establecimiento pleno de un sistema impositivo progresivo, sin tratamientos y regímenes sociales especiales, así como de un gasto público garante de derechos. El sistema de política pública garante de derechos debe paulatinamente sustituir las funciones del asistencialismo y programas sociales que sólo contienen y administran de la pobreza, para construir un sistema de política pública redistributivo y de combate efectivo y eficiente contra la pobreza”, dice una de las conclusiones del estudio.
Es de tal magnitud el tamaño de la población pobre y vulnerable en México, que en 2014, el 63 por ciento de la población se encontraba en situación de pobreza multidimensional o con cierto grado de vulnerabilidad (por ingreso o por carencias), agrega el documento:
“La persistencia de pobreza y vulnerabilidad, que da cuenta de que aproximadamente el 80 por ciento de la población total sigue siendo pobre y vulnerable en 2014 comparado al punto de partida del análisis que es 1992, son indicativos de la alta vulnerabilidad, por un lado, de caer en situación de pobreza, y, por otro lado, de la fragilidad que representa que las clases medias sean una porción minoritaria de la población”
Finalmente, el estudio advierte que el salario mínimo para 2017, con todo y el incremento salarial de casi el 9 por ciento aún se encuentra por debajo de la Línea de pobreza individual oficial (Línea de Bienestar) de 89.45 pesos.
“El salario mínimo se encuentra todavía lejos de ser garante de niveles de vida adecuados y dignos. Lejos también de dejar de ser garantía de lo único que hoy garantiza: la pobreza. Las causas de no crecimiento de las denominadas clases medias, son parte de la no resolución de los riesgos sociales asociados al modelo de inserción de México en el contexto internacional, de su modelo productivo y de distribución, así como a las dinámicas sociales propias que permitan, de manera efectiva y eficaz, una mejor redistribución social. México no cuenta, por un lado, con políticas centrales y transversales de fortalecimiento y garantía de ese estatus y condiciones de vida adecuada y digna para grandes capas de la población, ni con políticas públicas efectivas de redistribución social”, explica.