El PAN se encuentra en “una posición de mucha desventaja” con los resultados obtenidos en las elecciones federales y locales del 1 de julio pasado, coincidieron politólogos en entrevista con SinEmbargo. Los datos oficiales indican que el porcentaje de votos alcanzado por Ricardo Anaya Cortés (22.49 por ciento) es el más bajo que un candidato presidencial panista haya obtenido desde 1994.
En el caso del Congreso de la Unión, Acción Nacional también tuvo sus resultados más bajos, en comparación con varias de las legislaturas vigentes en los últimos 24 años. Hoy, según un cálculo de la Unidad de Datos de este medio digital, el PAN y su coalición serán la segunda fuerza en las cámaras del Poder Legislativo, con un aproximado de 38 de 128 senadores y 116 de 500 diputados.
Y de las nueve gubernaturas que estuvieron en juego, el PAN se quedaría con tres: Guanajuato, Puebla y Yucatán. Con la pérdida de Veracruz y la victoria en Yucatán, el PAN mantendría el control de 11 gubernaturas, por lo que en su balance, quedaría “tablas”. Sin embargo, en el Congreso local de Puebla, habrá mayoría morenista, lo que le complicaría el escenario al partido blanquiazul, que aún mantiene un conflicto postelectoral por la elección a Gobernador.
Ciudad de México, 5 de julio (SinEmbargo).– El Partido Acción Nacional (PAN) sufrió un buen golpe durante los comicios federales y locales de este año. No llegará a Los Pinos en 2018, al obtener sus peores resultados electorales de los últimos 24 años. Además, volverá a ser minoría en el Congreso de la Unión y sólo ganó tres de nueve gobiernos estatales en juego (un rendimiento parecido al de 2015, cuando el blanquiazul obtuvo dos de nueve gubernaturas).
El domingo 1 de julio, el candidato panista Ricardo Anaya Cortés reconoció que las tendencias electorales no lo beneficiaban y reconoció el triunfo del morenista Andrés Manuel López Obrador, quien al día de hoy, es el virtual Presidente electo de México, con una mayoría de votos de 52.96 por ciento, según cifras del Programa de Resultados Electorales Preliminares (PREP), con un avance de 93.56 por ciento de actas capturadas.
Anaya quedó en segundo lugar con el 22.49 por ciento de los votos (que equivale a 10 millones 249 mil 705 sufragios a favor). Este es el menor resultado obtenido por un candidato presidencial panista, desde que Diego Fernández de Cevallos, en 1994, perdió las elecciones en contra del priista Ernesto Zedillo Ponce de León. El “Jefe Diego”, obtuvo entonces el 25.92 por ciento de los sufragios emitidos ese año (o 9 millones 146 mil 841 votos).
Un sexenio después de la derrota de Fernández de Cevallos, Acción Nacional ganó la Presidencia de la República con Vicente Fox Quesada, quien obtuvo el 42.5 por ciento de las votaciones (15 millones 989 mil 636 votos). Y en 2006, el PAN logró mantenerse en el Ejecutivo federal con Felipe Calderón Hinojosa, que a pesar de llegar con poca legitimidad y bajo sospecha de fraude electoral, venció con el 35.89 por ciento (14 millones 916 mil 927 votos).
En 2012, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) regresó a Los Pinos en la figura de Enrique Peña Nieto. Durante los comicios presidenciales de ese año, la abanderada panista Josefina Vázquez Mota amasó el 25.39 por ciento de las votaciones emitidas (12 millones 732 mil 630 votos).
En la actualidad, la derrota de Ricardo Anaya, dijeron politólogos a SinEmbargo, podría agravar la falta de cohesión interna del partido fundado por Manuel Gómez Morín en 1939.
Para el doctorando Juan Luis Hernández Avendaño, director del Departamento de Ciencias Sociales de la Universidad Iberoamericana Puebla, la pérdida se traduciría -en el peor de los escenarios- en un “déficit de legitimidad aumentado”, que se convertiría “en una suerte de rendición de cuentas con una muy seria guerra civil al interior del PAN”.
Esto implicaría la falta de control de las estructuras del partido, con el posible levantamiento de facciones, que además se sumarían a los intentos de refundación del partido –propuesta por los gobernadores de Baja California Sur y Durango– y las posibles sublevaciones de quienes no estén convencidos del liderazgo de Anaya y que quieran escalar dentro del partido.
No obstante, el PAN podría convertirse en el más fuerte contrapeso del Movimiento Regeneración Nacional (Morena). El domingo 1 de julio, por ejemplo, Ricardo Anaya advirtió que sería un opositor férreo de Andrés Manuel López Obrador, tanto en las posturas en las que no coincida con él, como en el Congreso de la Unión, donde el PAN seguirá siendo la segunda fuerza.
En ese sentido, el futuro del PAN dependerá de la forma en que el partido se incorpore a la toma de decisiones, a partir de la coyuntura actual, comentó el doctor Gustavo López Montiel, director de la Facultad de Ciencias Políticas del Instituto Tecnológico y de Estudios Superiores de Monterrey (ITESM).
“Es decir, le puede pasar lo mismo que le pasaba a Morena, cuando por su radicalismo como oposición se quedaba fuera de las decisiones y, por lo tanto, se quedaba sin espacios”. O por el lado contrario, puede hacer lo que aprendió y aplicó Morena en los últimos dos años, cuando “empezó a tener más espacios porque comenzó a tener más negociación y posibilidades de incorporación”. Ese, aseguró López Montiel, va a ser el reto “más importante del PAN”.
La situación que encara el blanquiazul después de las elecciones federales y locales también será una prueba de fuego para su coalición con los partidos de la Revolución Democrática (PRD) y Movimiento Ciudadano (MC), que podría desaparecer “tal y como ha sucedido con las coaliciones electorales a nivel local”, explicaron Hernández Avendaño y López Montiel.
Más allá de la derrota presidencial y de la fractura del PAN, el proceso electoral evidenció lo que politólogos como la doctora Rosa María Mirón Lince (UNAM) y el maestro Abraham Martínez Hernández (Universidad Panamericana) llamaron un “cambio en el modelo de sistema de partidos”. Es decir, el desplazamiento de los dos grandes partidos de México (PAN y PRI) por un partido de reciente creación (Morena), no sólo en la competencia por la silla grande, sino también en la conformación del Congreso de la Unión y la distribución de los gobernadores en el territorio nacional.
Como balance general, los doctores Gustavo López Montiel y Francisco Reveles Vázquez, especialista en partidos políticos de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), concordaron en que los resultados obtenidos este año por el blanquiazul, en comparación con “la numeralia del pasado”, lo pone en “una posición de mucha desventaja”.
No obstante, reconocieron que “al final de cuentas al PAN no le va tan mal” por dos cuestiones elementales. Primero, porque sigue contando con “una estructura rígida” que lo mantiene a flote. Segundo, ya que en el “desbalance” de votación que hubo en el sistema de partidos políticos (el desplazamiento del PRI como tercera fuerza electoral, el desfondamiento del PRD y la probable pérdida de registro de partidos como Nueva Alianza y Encuentro Social, entre otros) el PAN tiene la posibilidad de ser el principal contrapeso de gobierno de Morena.
EL PAN EN EL PODER LEGISLATIVO
En el Congreso de la Unión, existe el riesgo de que el PAN sólo sea una “oposición testimonial” (o sin capacidad de incidencia). Esto debido a la posible disolución del “Por México Al Frente” y a la posibilidad de que priistas y perredistas le hagan mancuerna (hasta cierto punto) a Morena, que por sí sólo, con el peso que trae, puede inclinar la balanza, dijo a SinEmbargo el doctor Francisco Reveles Vázquez.
Por ello el PAN, como la oposición más importante, “tendría que reestructurarse internamente y establecer un equilibrio de fuerzas para poder trabajar de manera conjunta”. De lo contrario, la división le dará marcha atrás.
Para Reveles, Acción Nacional “tiene la oportunidad de aglutinar a todos aquellos [dentro y fuera del partido] que estaban en contra, o están en contra de López Obrador”. Esa posibilidad de actuar como contrapeso institucional, sería beneficioso para el blanquiazul. Pero si lograra ser un contrapeso social y “contener al Presidente en algunas decisiones que podrían ser autoritarias”, tendríamos un equilibrio y un beneficio democrático.
En el caso del Senado de la República, la coalición del Movimiento Regeneración Nacional (Morena) tendrá un aproximado de 69 de 128 escaños de mayoría relativa y proporcional. Le seguirían el PAN y anexas con 38, así como el PRI y sus aliados con 21 curules, según un cálculo realizado por la Unidad de Datos de SinEmbargo (basado en datos del PREP y del Manual de Asignación de las Diputaciones por el Principio de Representación Proporcional del Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación).
Los resultados de este año de Acción Nacional en la Cámara Alta son los más bajos de los últimos 24 años. No sólo en términos de votación de mayoría relativa (que es el parámetro que determina la asignación de puestos de representación proporcional o plurinominal), sino también en términos de escaños obtenidos.
En el 2000, en coalición con el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), el PAN obtuvo 46 escaños en total. En 2006 y 2012 -en solitario- se quedó con 52 y 38 curules, respectivamente. Y en 1994, aunque sólo se quedó con 25, cabe recordar que no tuvo la fuerza impulsora de una coalición electoral.
En número de votos, el PAN, por sí solo, apenas obtuvo 425 mil 883 votos (o el 0.97 por ciento del total de sufragios emitidos). En 2006 y 2012, en cambio, promedió el 19.65 por ciento. En coalición, el partidos alcanzó el 25.58 por ciento del total de votos, un porcentaje menor al obtenido en los últimos 18 años (que fue, en promedio, de 32.35 por ciento).
La composición de la Cámara Baja de este año, asimismo, tendrá mayoría morenista, petisa y pesista con un aproximado de 311 curules por principio de mayoría relativa y proporcional. Le seguirían los frentistas con 116 y los de la coalición “Todos Por México” con 73 en total.
El número total de escaños que podría obtener el PAN este año sería el más bajo en las últimas dos décadas, con las excepciones de 2012 y 2015, cuando en solitario se quedó con 114 y 109 diputados, respectivamente. En 1994 tuvo 119; en 2000, 206; en 2003, 152; en 2006, 206; y en 2009, 143.
Además, en términos de votación, sus resultados sin coalición son los peores desde 1994 (1.15 actual, contra un promedio de 28.51 por ciento entre 1994 y 2015). Y sus resultados en coalición, por otro lado, sólo son más altos que aquellos de 1994, 1997, 2012 y 2015 (cuando el PAN fue en solitario).
Los números indican un debilitamiento de la fuerza de Acción Nacional. Aunque para los politólogos, existe una ventana de oportunidad para el partido, sobre todo con el desplazamiento del PRI, que lo coloca como la principal fuerza de oposición del país. El beneficio para el blanquiazul y la democracia, en ese sentido, depende del juego de fuerzas y la circunstancia, insistieron los analistas.
LAS GUBERNATURAS PANISTAS
Según los resultados del PREP, de nueve gubernaturas en juego, Acción Nacional se quedaría con tres (Guanajuato, Puebla y Yucatán). Con la pérdida de Veracruz -que pasaría a manos de Morena- y la victoria en Yucatán, el PAN mantendría el control de 11 gubernaturas, por lo que en su balance, quedaría “tablas”.
Este resultado es similar al de 2015, cuando ganó dos de nueve gubernaturas (Baja California Sur y Querétaro) y cuando cedió Sonora al Revolucionario Institucional. Sin embargo, es el peor resultado desde 2016, cuando el partido blanquiazul, bajo la tutela de Ricardo Anaya Cortés, amasó el mayor número de gubernaturas de toda su historia (12 en total).
Sin importar si gana o pierde, en los estados de Jalisco, Morelos, Puebla y Yucatán, el PAN tiene, hasta el momento, peores resultados que en los comicios anteriores. En Jalisco, por ejemplo, en 2012 obtuvo el 20.38 por ciento de los votos. Al corte del 5 de julio, el PREP le da un porcentaje de 10.70. Entre 2012 y 2018, en Morelos (15.14 contra 13.96) y Yucatán (41.07 contra 39.23) se observa la misma tendencia. Y comparado con 2016 (45.3) los resultados de ahora (38.04) son peores.
Por el contrario, el PAN (en coalición) tuvo mejores resultados en 2018 que en 2012, en los estados de Chiapas (9.73 contra 9.28), Ciudad de México (30.91 contra 13.61), Guanajuato (49.84 contra 48.02) y Tabasco (19.35 contra 4.66). En el caso de Veracruz, el blanquiazul también tuvo mejores resultados en 2018 (38.34) que en 2016 (34.39).
Las elecciones del 1 de julio pasado fueron complejas. Y de entre las nueve gubernaturas en juego, los casos más significativos para el blanquiazul fueron los de Guanajuato, Puebla y Jalisco, que tienen tradición panista de fondo.
Guanajuato es bastión del PAN desde 1991, cuando Carlos Medina Plascencia logró sacar al PRI de la entidad. Hoy, según el PREP, los votos a favor del panista Diego Sinhué Rodríguez Vallejo (con 1 millón 036 mil 363) duplican a los del morenista Francisco Ricardo Sheffield Padilla. De esa forma, el PAN se mantendría en la entidad. Además, el partido de derecha tendrá mayoría en el Congreso local con 21 de 36 escaños, según un cálculo de la Unidad de Datos de SinEmbargo.
Puebla también es bastión panista desde 2012, cuando el ex priista Rafael Moreno Valle Rosas corrió al partido que lo vio iniciar su carrera política. Los resultados preliminares, por el momento, dan la victoria a la esposa de Moreno Valle, Martha Erika Alonso Hidalgo (con 957 mil 686 votos a favor), en una contienda cerrada con el morenista Luis Miguel Gerónimo Barbosa Huerta (con 861 mil 501 votos).
En este caso, el Congreso local tendría mayoría de Morena, con 23 de 41 diputaciones. El PAN se quedaría como la segunda fuerza con 13 legisladores. Al respecto, el doctor Gustavo López Montiel (ITESM) mencionó que hay un fortalecimiento de Morena que contrastará con el control de las estructuras gubernamentales, que de forma tradicional, mantuvieron los gobernadores Rafael Moreno Valle y José Antonio Gali Fayad. Sin embargo, dijo que “habrá que ver cómo se configura la relación de fuerzas”, porque hay “muchas posibilidades” de que la Gobernadora entrante mantenga el control del Congreso aún “por encima de Morena”.
En el caso de Jalisco, aunque no es un bastión panista per se, fue gobernado por el PAN entre 1995 y 2013. Luego cayó en manos del PRI (con Aristóteles Sandoval Díaz) y ahora, ante el desencanto con ambos partidos, pasaría a manos del emecista Enrique Alfaro Ramírez. En esta entidad del bajío de México, el PAN tendrá mayoría en el Congreso local con 19 de 39 escaños. Le seguiría Morena con 12 legisladores.
En las votaciones para Gobernador de Jalisco, el candidato panista (con un mínimo de 293 mil 428 votos a favor) es, hasta ahora, tercera fuerza electoral, por debajo de Alfaro (quien acapara el 39.01 por ciento de los votos computados) y del morenista Carlos Lomelí Bolaños (24.38 por ciento).
Finalmente, están los casos de Morelos, Yucatán y Veracruz, en donde existen resquicios panistas. Morelos, por ejemplo, fue panista de 2000 a 2012. Después tuvo alternancia perredista, y hoy, Morena se hace del poder con el 52.45 por ciento de los votos obtenidos por Cuauhtémoc Blanco Bravo. El panista Víctor Manuel Caballero Solano se quedaría así con el segundo lugar, con 13.96 por ciento de los votos computados (99 mil 441 sufragios a favor).
Veracruz es de tradición priista, aunque tuvo alternancia con Miguel Ángel Yunes Linares entre 2016 y 2018. Hoy, las cifras del PREP al 93.55 por ciento de avance, indican que el morenista Cuitláhuac García Jiménez le ganará (con el 43.70 por ciento de los votos) al panista Miguel Ángel Yunes Márquez (a quien favorece el 38.34 por ciento, o 1 millón 285 mil 380 votos a favor), hijo del actual Gobernador.
Y Yucatán, aunque ha sido priista -salvo por una alternancia panista entre 2001 y 2007 con Patricio José Patrón Laviada- hoy favorece el regreso del PAN al Gobierno local. Con el 80.60 por ciento de las actas capturadas, los resultados preliminares señalan una virtual victoria del panista Mauricio Vila Dosal (a quien favorece el 39.23 por ciento de los votos, o bien, 1 millón 285 mil 380 de sufragios) sobre el priista Mauricio Sahuí Rivero (36.24 por ciento).