A un año del 1D, el caso de Kuykendall sigue impune y él en el hospital; su salud empeora cada día, dice su pareja

04/12/2013 - 12:00 am
Foto: Cuartoscuro
Juan Francisco Kuykendall luego de ser herido el 1 de diciembre de 2012. Foto: Cuartoscuro

El caso de Kuy es emblemático de la impunidad en México. El profesor y activista fue dejado en estado vegetal hace un año por parte de la Policía Federal de la Ciudad de México. Y nadie asume ninguna responsabilidad.

Ciudad de México, 4 de diciembre (SinEmbargo/RadioNederland).– «Conocí a Kuy hace 16 años, desde entonces hemos estado juntos.» Así empieza el relato de Eva Palma, activista y compañera de vida de Juan Francisco Kuykendall.

El  activismo de Kuy nace desde el movimiento del 68. Él mismo es sobreviviente de la matanza de estudiantes en Tlatelolco efectuada por el Ejército Mexicano; militó en el Partido Mexicano de los Trabajadores y ahora en el zapatismo.

Juntos, Eva y Kuy,  hicieron teatro, fue ensayando la obra «Sonata del Alba» como se enamoraron, ella participó en el programa de teatro popular que él realizaba. Adaptaron obras para niños, apoyaron protestas y manifestaciones. Para ellos el teatro es una forma de luchar y de hacer conciencia en la gente.

«Nos salvamos de muchas, como en Atenco, que nos perdimos y no pudimos llegar ese día, si no, también nos hubiera tocado la represión», dice Eva.  Se refiere al 3 de mayo de 2006, cuando la policía del Estado de México inició un operativo en contra de integrantes del Frente de Pueblos en Defensa de la Tierra como castigo a la movilización que emprendieron para impedir que se construyera un aeropuerto en el poblado.

Hace un año, Kuy salió de su casa para participar en las protestas contra la toma de posesión de Enrique Peña Nieto como Presidente de México. Las movilizaciones fueron convocadas por diversos movimientos sociales, principalmente el #YoSoy132. Durante su desarrollo hubo violencia y excesos policiales contra manifestantes, por parte de la Policía Federal y de la Policía del Distrito Federal.

Kuy fue herido gravemente en la cabeza por la Policía Federal, ni los peritos de la Procuraduría General de la República (PGR) ni los médicos han podido determinar qué tipo de arma y de proyectil fue el que lo lesionó, sólo saben que en la herida se encontraron rastros de pólvora.

Foto: Cuartoscuro
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Según datos otorgados por Claudia Ordoñez, Relatora para la Atención de Personas Defensoras de Derechos Humanos de la Comisión de Derechos Humanos del Distrito Federal (CDHDF), tan sólo ese día registraron que 99 de las 102 detenciones fueron arbitrarias, así como otras graves violaciones a derechos humanos, como la tortura, lo que mereció que la CDHDF emitiera la Recomendación 7/2013, misma que actualmente no ha sido cumplida por las autoridades capitalinas.

Ordoñez considera que desde el 1º de diciembre de 2012 la protesta social se ha convertido en una labor de riesgo, hay una tendencia a criminalizar las manifestaciones y a judicializar las demandas sociales, la causa es estructural y es a nivel nacional, coincide con la toma de posesión de Enrique Peña Nieto, lo que hace suponer que existe una política coordinada entre la autoridades federales y del Distrito Federal, enfatiza.

La familia de Kuy denunció penalmente a Miguel Osorio Chong, Secretario de Gobernación y a Manuel Mondragón y Kalb, Comisionado Nacional de Seguridad por las lesiones y reparación del daño ante la Procuraduría General de la República (PGR). Se basaron en el video del también activista y amigo de Kuy, Teodulfo Torres, llamado el Tío por sus amigos cercanos.

El Tío grabó el momento justo en que un proyectil sale disparado desde el vallado que mantenía la Policía Federal en el Congreso de la Unión, convirtiéndose de esa manera en el testigo clave del caso. Pero el día en que Teodulfo tenía que ir a rendir su declaración testimonial ante el Ministerio Público, no llegó. Desde el 26 de marzo de 2013 nadie lo ha visto, sus amigos y compañeros señalan que se trata de una desaparición forzada.

Si bien la CDHDF no puede asegurar que la desaparición de Teodulfo Torres se tipifique como desaparición forzada, explica Ordoñez, por la trascendencia y relevancia del caso, sí solicitaron a la PGR que esa sea una de las líneas de investigación, así mismo han dado asesoría y acompañamiento a la familia y compañeros del Tío.

Incluso recurrieron al Mecanismo de Protección de Personas Defensoras de Derechos Humanos y Periodistas del Distrito Federal, pero sólo encontraron obstáculos, el primero de ellos fueron las autoridades del Gobierno del Distrito Federal participantes del Mecanismo, pues cuestionaban que El Tío fuera defensor de derechos humanos, afirma la Relatora de la CDHDF y subraya que las propias autoridades no sabían qué medidas otorgar ante una desaparición forzada.

Finalmente sólo se implementaron algunas medidas de protección para el padre de Torres ya que las otorgadas a sus compañeros fueron rechazadas por la desconfianza hacia las autoridades.

Mientras, la salud de Kuy empeora cada día, los gastos de los tratamientos médicos a los que ha sido sometido son pagados con la solidaridad de sus compañeros adherentes a La Sexta que han realizado fiestas y eventos. La vida de Eva se han convertido en un peregrinar entre diferentes hospitales, llevando el peso emocional de ver a su compañero en medio de sondas, infecciones, cirugías y en estado permanente de postración.

El hombre de teatro y activista sigue en el hospital, inmóvil hasta para realizar necesidades elementales como comer. Una adolorida Eva señala que Kuy tuvo una ligera mejoría en el mes de julio, incluso recobró la conciencia, me tomó de la mano y me acarició el pelo, pero después de eso sólo su salud ha ido empeorando, sus días están contados, ya ni siquiera sé si me reconoce, finaliza.

Tanto en el caso de Kuy como en el del Tío, la impunidad continúa, las autoridades discursivamente se comprometen a defender los derechos humanos pero la ciudadanía ve mermado cada vez la posibilidad de ejercerlos, se incrementa alarmantemente las agresiones contra personas defensoras de derechos humanos y se restringe cada vez más la libre expresión, que una de sus facetas es el derecho a la protesta, indicativo del clima que vivimos, recalca Ordoñez.

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