Hasta hace dos semanas, los habitantes de Belém contaban una historia diferente a la que hay en este texto. Esta localidad del Estado de México –que se encuentra en medio de varios pueblos en los que sus cerros son ahora minas que surten material para levantar al Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM)– era la prueba de que este tipo de proyectos podían detenerse.
Hace una semana esa realidad cambió. Por la información obtenida por este diario digital vía transparencia, los pobladores confirmaron la que su Presidente Municipal les negaba y que la empresa Obra Civil, Movimiento de Tierras y Transportaciones México S.A. de C.V trató de guardar: el uso de explosivos estaba aprobado desde enero pasado, justo cuando el pueblo se enteró de que se pretendía abrir una mina.
SEXTA Y ÚLTIMA PARTE DE UNA SERIE
Ciudad de México, 4 de mayo (SinEmbargo).– La comunidad de Belém está ubicada en el municipio de Otumba Estado de México, a 29.8 kilómetros de distancia del terreno donde se construye el Nuevo Aeropuerto Internacional de México (NAIM).
De entre todos los pueblos de la zona, que ya son un territorio de minas, Belém había logrado detener la extracción de basalto del cerro de Texcatitla. En enero, el pueblo se dio cuenta de las tareas de limpieza del lugar y días después se les notificó que ahí habría una mina que llevaría piedras para la construcción del NAIM, la principal obra de infraestructura de la administración del Presidente Enrique Peña Nieto.
Organizados de manera inmediata en asambleas, los pobladores coincidieron en que no permitirían la actividad extractiva. Obligaron, “con Ley en mano” a sus autoridades a respaldar esa decisión y en apariencia lo habían logrado.
Sin embargo, información que obtuvieron hace una semana a través de transparencia les dejó claro que Jesús Alfaro Rojas, Presidente Municipal de Otumba, firmó desde ese mismo mes los permisos para que la Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena), use 990 kilos de explosivos por un periodo de 10 años con posibilidad de ampliar otros 10.
¿Con qué fin? Para que la empresa Obra Civil, Movimiento de Tierras y Transportaciones México S.A. de C.V., pueda cumplir con sus objetivos con el NAIM.
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Alma Cortés, veterinaria y habitante de Belém, cuenta que desde por lo menos 100 años en su pueblo “cada 1 de enero nos vamos como a la 1 de la mañana, caminando toda la noche, cerca de 400 personas. Todos llegamos al mismo punto, que es uno de los cerros donde pretenden abrir la mina. Cuando empieza a salir el sol y ya estamos todos allá, nos repartimos en los montes y comenzamos a recolectar brea. Luego de la recolección, toda la gente venimos con nuestros botes, algunos van descalzos, van niños, ancianos, de todo. Ese día hay mariachi y banda, sacamos al santo de la Iglesia y cruzamos un puente en el que iniciamos una procesión”.
"Cuando no haya árboles pues tendremos que ir más lejos", dice mientras su sonrisa desaparece.
Hasta hace una semana, los habitantes de Belém relataban la ruta que siguieron durante meses para poder detener el proyecto minero que buscaban colocar en el cerro de Texcatitla y del estado de alerta en el que estaban para frenar cualquier nuevo intento.
Ejemplos para saber por qué no quieren una mina, tienen de sobra: están rodeados de al menos 10 pueblos en los que en la última década se han aprobado hasta más de 50 minas para extraer material para el NAIM.
El arquitecto Sergio Sánchez, también habitante del lugar, explica que parte de la resistencia al proyecto se debe al riesgo tan grande que significa para el agua.
“Apenas vimos las actividades previas y de inmediato nos organizamos. En la primera reunión se presentaron 60 personas, pero luego se juntaron hasta 300. Sé que para cualquier proyecto necesita un Dictámen Único de Factibilidad. Le pregunté al representante legal de la empresa empresa es Obra Civil, Movimiento de Tierras y Transportaciones México S.A. de C.V., Francisco Arteaga Córdoba, si se podía empezar con la actividad sin ese documento. Dijo que sí, que tenía todos los permisos. En la primera reunión nos ofrecieron una obra como pavimentación, banquetas, adornar El Centro y dijimos que no. El planteamiento de origen, y sigue siendo el mismo, es el agua”, comenta.
El municipio no provee el servicio de agua a la comunidad. El pueblo, a través de su organización interna, con un Comité del Agua, se encarga de hacer la cobranza del servicio, de darle mantenimiento a la bomba, de abastecer de tomas a la gente que la requiera.
En enero de 2018, el Presidente Municipal firmó la autorización de la Sedena y de Protección Civil. Es un contrato de la mina por 10 años con posibilidad de ampliar el plazo por otros 10 y aprueba el uso de 990 mil kilos de altos explosivos y agentes explosivos semestrales. El permiso es para el consumo y explotación de un banco de piedra para la extracción de roca basáltica.
A lo largo de este primer periodo de 2018, el Presidente Municipal negó haber firmado el permiso, la empresa intentó reservar la información, pero la solicitud de transparencia por parte de los ciudadanos entró antes que la reserva y descubrieron el aval de su mandatario.
Hay varios permisos en los que la información no es reciente, aunque la ley indica que para otorgar un permiso se tienen que hacer con información de no más de cinco años de antigüedad, la información que se tiene es del año de 1990.
“Hay incongruencias en cuanto a los dictámenes de ecología. Dicen que la filtración o la porosidad de la tierra para filtrar el agua es muy alta en comparación de otros lados, entonces, si hay una permeabilidad muy alta, también la hay para los contaminantes”, agrega Alma, habitante del lugar y opositora a la mina.
VIVIR A 100 METROS DE MINA
El 80 por ciento de la gente en Belém todavía se dedica a actividades agropecuarias, a la agricultura de temporal y también a la ganadería, especialmente de bovinos y otros como borregos y chivos.
De acuerdo con el abogado Carlos Rivero, el pueblo nunca ha tenido problemas en la comunidad. Hasta enero de este año.
“Estamos en medio del boom de la explotación de minas de materiales pétreos a los alrededores, desde hace dos años. Empezaron poco a poco y de repente ya hay territorios llenos de minas, todo con base a la construcción del Nuevo Aeropuerto Internacional de México. Las empresas buscaron material para el relleno de las pistas o lo que vaya a ocupar ahí. Nosotros veíamos comunidades cercanas que estaban ya siendo explotadas. En el pueblo de Belém no se ha dado nada por el estilo, pero en enero toda la comunidad se percató de que están limpiando una cantidad considerable de terreno y los rumores son: va a llegar una mina, pero en un punto en el que está a 100 metros de un poblado”, en una zona en la que hay coyotes, conejos, liebres, tlacoaches, cacomixtle y linces.
Recuerda que la empresa les dijo que tenían ya todos los permisos, pero que desde una primera reunión, la gente estuvo en desacuerdo, “no se necesita ser experto para saber que lo que traerá no serán cosas buenas” y explica que han analizado que no preveen una derrama económica para el pueblo, ya que además no se tiene la infraestructura para soportar el funcionamiento de una proyecto de este tipo, como carreteras, material o personal que no se dedique solo a acomodar camiones con una banderita.
“Pero la empresa dijo que si ellos querían y que si tenían los permisos, hasta la mitad del poblado podían explotar una mina, así todo el pueblo se opusiera. Así, con esas palabras. Eso fue lo que dijeron en una primera junta”, afirma.
En Belém hubo reuniones posteriores y se formó un equipo que coadyuvó en una investigación para ver las consecuencias y el marco legal y todo se incluyó en un Informe Técnico. Cuando se presentó, el Gobierno municipal y la empresa anunciaron que todo estaba en orden y que se tenían todos los permisos, que ya se tenían todos las licencias para el uso de explosivos y también el cambio de uso de suelo.
Ante el descontento, el Presidente Municipal dijo que no podía hacer nada porque cometería el delito de “obstrucción de la inversión”.
“Estaba a punto de realizarse la primera detonación y ley en mano pedimos al municipio nos hiciera caso. Debatimos por horas y se logró realizar un cabildo extraordinario. Todos votaron a favor de que no se diera permiso alguno para la explotación de la mina. Le solicitamos entonces que se vinieran a clausurar las actividades ya iniciadas y luego de algún tiempo después, vino”, agrega Rivero.
Texto en mano, el abogado lee un extracto del dictamen: “El Ayuntamiento manifiesta su desacuerdo en la instalación de esta mina y en no otorgar ningún tipo de permiso para el funcionamiento de la misma. Sin embargo, los recursos jurídicos, legales de los cuales puedan hacer uso los interesados, se dejan a salvo para que los ejerzan de la manera en que mejor les convenga”.
La empresa no argumentó nada luego de eso.
“Esto no ha terminado. Aunque esté el paro de actividades no quiere decir que ya no se vaya a revisar, porque son empresas que han invertido y no creo que quieran perder su inversión”, alerta el litigante.
De acuerdo con el arquitecto Sánchez, la razón que determina todo el descontento es el riesgo que se tiene “es la afectación ecológica, el tránsito, el riesgo de las viviendas, la fracturación. Todo lo que conlleva una actividad así. El dictamen único es un requisito para obtener la licencia de funcionamiento. ¿Por qué una mina está operando si no tiene eso? Ese documento puede otorgarlo sólo el ayuntamiento. Es una contrariedad absurda”.
La gente en Belém sabe del daño que la mina puede ocasionar. Incluso hay un acuerdo ejidal en el que se prohibió la entrada de camiones. Un camión quiso entrar con un generador y la gente, de inmediato, le cerró el paso, apenas en abril pasado.
“Si no es algo malo, ¿por qué hacerlo de noche, por atrás? Esa noche hubo policías municipales y ellos llamaron al ejército porque pensaron que nos íbamos a poner violentos, pero no. Todo lo que hemos hecho es pacífico y ordenado. Nadie agrede ni insulta”, alega Alma.
El maestro en Ciencias, David García, fue quien lideró la elaboración del Informe Técnico. Explica que son tres hectáreas las que se van a aprovechar. Y la primera casa colinda con dicho predio, abajo hay un aprovechamiento pecuario y terrenos agrícolas.
“Hidrológicamente somos una zona que depende de un río subterráneo que pasa por abajo de la localidad. Así nos abastecemos. Lo que puede ocurrir con la mina, son deslaves y la parte geológica subterránea es muy susceptible a los cambios que puedan desviar esa corriente. Nuestra noria quedaría totalmente inservible. El agua se iría a otro lado. Hay un abatimiento de los niveles de agua, porque las explosiones lo que provocan es un reacomodo del subsuelo y no sabemos a ciencia cierta cómo se va a comportar porque no son daños que puedan ser perceptibles como los problemas de salud: cuando se trata del subsuelo, hasta que no hay un daño irreversible, uno no se da cuenta que algo pasa”, planteó.
Eso disminuiría la cantidad de agua por las fracturas.
De acuerdo con Alma, la primera vez que el personal Protección Civil llegó al municipio dijo que la mina estaba en un lugar en el que iba afectar a la gente.
“En el debate del Aeropuerto, se están basando en el tema económico, que no es viable. Pero nadie habla de las afectaciones alrededor. A 20 minutos de aquí estará el NAIM. Se necesita material y lo están extrayendo de aquí, pero nadie habla del daño ecológico, social. Estoy seguro que las autoridades ambientales del estado no saben ni el número de árboles que se han talado para la mina. Y si la tienen no han tomado medidas al respecto”, concluye Rivero.