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Dolia Estévez

04/05/2018 - 12:00 am

Pax Mafiosa o amnistía

Amnistiar capos no es inédito en México. Los priistas lo hicieron durante décadas. Bajo sus gobiernos los carteles tenían cancha libre para delinquir con impunidad a cambio de que compartieran el botín y de garantías de relativa estabilidad interna. En la década de los noventa se decía que celebraban reuniones tipo El Padrino para repartirse el territorio y negociar cuotas. Las campañas contra el narco eran simulaciones o saldo de cuentas entre carteles y políticos.   

Tuvo su auge en el sexenio de Salinas. Foto: Cuartoscuro.

Washington, D.C.—Amnistiar capos no es inédito en México. Los priistas lo hicieron durante décadas. Bajo sus gobiernos los cárteles tenían cancha libre para delinquir con impunidad a cambio de que compartieran el botín y de garantías de relativa estabilidad interna. En la década de los noventa se decía que celebraban reuniones tipo El Padrino para repartirse el territorio y negociar cuotas. Las campañas contra el narco eran simulaciones o saldo de cuentas entre carteles y políticos.

La Pax Mafiosa se evidenció en testimonios en tribunales estadounidenses, en la detención de Raúl Salinas, investigaciones periodísticas y una guerra política detonada por la ruptura de la cúpula priista. Tuvo su auge en el sexenio de Salinas. Eduardo “El Búho” Valle decía que la DEA tenía pruebas de llamadas telefónicas entre el capo Juan García Abrego y José Córdoba Montoya (Newsweek 05/01/995). Prometió publicarlas. Murió sin hacerlo.

En 2000, con la elección de un hombre sin partido ni grupo propio, el vacío de poder que dejó el fracturado PRI lo llena el crimen organizado. Fluye el dinero del narco a los partidos y políticos de todos colores. Surgen carteles más sanguinarios. Arrecia la guerra. El PRI pierde su capacidad de arbitraje. La Pax Mafiosa se viene abajo. En algunos estados sigue vigente.

Pocos niegan que la guerra a las drogas es una estrategia a todas luces fallida (2017 fue el año más fatal en 12 años). Sin embargo, sólo un candidato ha planteado una alternativa a la orgía de sangre. Andrés Manuel López Obrador propone amnistiar  narcos, particularmente a los campesinos que siembran amapola. El candidato del PRI lo acusó de ser “títere de criminales”; el del PAN dijo que amnistiar “criminales es una locura”. Ninguno ha presentado opciones propias.

AMLO no está inventando la rueda. Negociar con criminales es uno de los pilares del sistema de procuración de justicia de Estados Unidos. Es un tipo de amnistía que se instrumenta a través del Programa de Protección de Testigos. Ofrece a los criminales arrepentidos y sus familias empezar de nuevo bajo identidades diferentes. Con la ayuda de ese programa, establecido en 1970, Estados Unidos acabó con la poderosa mafia de Nueva York.

Otra modo de amnistía son las sentencias reducidas y trato especial para criminales mayores que den información de inteligencia valiosa y delaten cómplices. Osiel Cárdenas Guillén, el sanguinario líder de Los Zetas acusado por Estados Unidos de múltiples asesinatos y tráfico de drogas, recibió una condena de apenas 25 años de cárcel (es posible que sólo cumpla un tercio). Fue el premio por haber dado inteligencia y renunciado a su fortuna. Las agencias policiacas de Texas, donde se realizó el juicio, se repartieron 30 millones de dólares teñidos de sangre que les cedió Cárdenas Guillén.

Al margen de las criticas politizadas e ignorantes, la propuesta de amnistía de AMLO es válida. Patricia Escamilla-Hamm, experta sobre temas de seguridad México-Estados Unidos y ex catedrática del Centro de Estudios Hemisféricos de Defensa del Pentágono, llamó “genuino, legítimo y crucial” el compromiso de AMLO de “lograr una reducción de la violencia y criminalidad buscando soluciones alternativas a las balas”.

Según la académica, el gobierno de México ha recurrido a  amnistías de diferentes modalidades como las relacionadas con el EZLN en Chiapas, la repatriación de capitales (amnistía fiscal por evasión de impuestos y lavado de dinero) y la devolución de armas de fuego. “De hecho, bajo el PRI y el PAN la impunidad ha funcionado como una forma de ‘amnistiar’ a infractores y criminales afines a sus intereses”, señaló.

Elba Esther Gordillo es un caso emblemático de amnistía. Fue dejada en libertad de facto y nunca se le confiscaron los millones de dólares de presunta procedencia ilícita.

Eric Olson, experto sobre temas de seguridad en Latinoamérica del Centro Woodrow Wilson, dijo que la opción de dialogo con criminales no debe descartarse, aunque opinó que la propuesta de AMLO está “mal concebida” y “probablemente sea ingenua”. El autor de estudios sobre el combate al narcotráfico en México resaltó la importancia de fijar metas de reducción de la violencia que las fuerzas del orden puedan cumplir.

“La tregua y el diálogo han sido usados por muchas agencias de procuración de justicia como vehículo para reducir la violencia y alcanzar metas de corto plazo. Dialogar con grupos criminales no es algo inédito”. Olson precisó que puede funcionar siempre y cuando no sea una “negociación entre iguales”.

Los defensores de la amnistía sostienen que ha tenido éxito en reducir la violencia criminal y política en países como Colombia y el Congo. El Instituto Europeo para la Paz, socio independiente de la Unión Europea que promueve el dialogo pacificador, reconoce que es difícil “perdonar crímenes graves”. Sin embargo, sostiene, la amnistía puede ser necesaria para desarmar, inmovilizar y reintegrar a grupos delictivos que amenazan la paz social.

La diferencia entre la Pax Mafiosa del PRI y la amnistía de AMLO es que la primera es un amasiato criminal secreto entre capos y funcionarios públicos, mientras que lo que propone el candidato puntero sería una política pública transparente avalada por la sociedad. ¿Pax Mafiosa o amnistía? Que el electorado decida.

 

Twitter: @DoliaEstevez   

Dolia Estévez
Dolia Estévez es periodista independiente en Washington, D.C. Inició su trayectoria profesional como corresponsal del diario El Financiero, donde fue corresponsal en la capital estadounidense durante 16 años. Fue comentarista del noticiero Radio Monitor, colaboradora de la revista Poder y Negocios, columnista del El Semanario y corresponsal de Noticias MVS. Actualmente publica un blog en Forbes.com (inglés), y colabora con Forbes México y Proyecto Puente. Es autora de El Embajador (Planeta, 2013). Está acreditada como corresponsal ante el Capitolio y el Centro de Prensa Extranjera en Washington.

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