Ciudad de México, 2 de diciembre (SinEmbargo).- A tan sólo unas cuadras de distancia de las atracciones turísticas, al norte del Centro Histórico de la Ciudad de México, se encuentra lo que, con facilidad y sin el conocimiento profundo, es catalogado llanamente como un "área problemática"; un sitio del que incluso las personas que han estado toda su vida en la capital, se alejan de él cuando cae la noche, pero que no por ello deja de ejercer cierta fascinación entre los que no son naturales del lugar.
De esta manera, las leyendas –ya sean ciertas o mal infundadas– sobre Tepito indican que este barrio bravo enclavado en el corazón de la colonia Morelos es un microcosmos autosuficiente y dicen (los que saben) que en ninguna parte la sensación de vida es más real que aquí. La historia le da cierta razón a la afirmación y, si bien, en sus cinco siglos de existencia la zona que ya no es el imperio Azteca, no quita el hecho que en ella incluso los conquistadores y las instancias legales hayan sido sometidos.
Justo en el centro del barrio se encuentra la Casa Xochiquetzal, el primer refugio para prostitutas institucionalizado, reconocido por el Estado en la región de América Latina. Sin embargo, el surgimiento de este espacio no fue producto de la casualidad, la chispa decisiva para su creación se dio en Carmen Muñoz quien –luego de pasar una noche por las calles oscuras de la Ciudad de México en busca de clientes– se encontró con dos colegas suyas durmiendo en la calle, cubiertas con periódicos. Ambas tenían aproximadamente dos tercios de su vida de casi 60 años dedicadas a trabajar en las calles. Sus familias y la sociedad las habían dejado en el olvido, abandonadas a su suerte.
Así con esta historia de casi cuarenta años de dar servicio a carniceros, porteros, recolectores de basura e incluso a delincuentes, Carmen se enfrentó a la triste realidad del retiro por la dolorosa vía del olvido. Fue así que decidió enfrentar a su propio destino y al de la mayoría de las mujeres de su profesión e iniciar una lucha por la dignidad de todas ellas, organizando a sus compañeras y liderando un grupo que decidió encontrar un hogar en el cual pudieran pasar sus últimos días en un ambiente de seguridad y calidez.
De esta manera, el proyecto Casa Xochiquetzal se creó en 2006 "para dar respuesta a las necesidades de trabajadoras sexuales de la tercera edad que excluidas de la sociedad y de sus propias familias tenían que pasar la noche en calles", dice el sitio web en el que esta historia es contada como prueba de que los años dejan caer su peso sobre todos y, en el caso de las trabajadoras sexuales, es implacable en la mayoría de los casos.
"En agosto del 2009 se crea la asociación civil 'Mujeres, Xochiquetzal en lucha por su dignidad, A.C.', que a la fecha –dice el sitio– opera el proyecto con muchas dificultades para poder solventar los gastos del personal que atiende el albergue, así como las necesidades de las habitantes."
Es entonces que entra en escena el director y fotógrafo Malcolm Venville, quien se dio a la tarea de realizar un proyecto fotográfico tan riguroso e igualmente audaz, visitando las mujeres de Casa Xochiquetzal. Así, sin vergüenza por sus cuerpos que muestran claramente los signos de los tiempos, estas mujeres posan delante de la cámara de Venville e irradian tal alegría que opacan las historias sórdidas que las han marcado tras trabajar durante décadas en las calles de la capital de México.
Fue así que surgió el libro The Women of Casa X (Las mujeres de la casa X), un recorrido visual de 112 páginas, editado por Schilt Publishing, que acaba de ser publicado hace apenas unas semanas y reúne los retratos de algunas de las integrantes de este refugio ubicado en el corazón de uno de los lugares más enigmáticos del México contemporáneo.
El fotógrafo británico realizó un registro crudo de una realidad desquiciada. Sin embargo, como complemento a las imágenes de Venville también se encuentran una serie de entrevistas sorprendentemente francas con las mujeres de la Casa Xochiquetzal realizadas por la escritora mexicana Amanda de la Rosa. Estos son los retratos y testimonios de treinta y cinco sobrevivientes del monstruo de la ciudad, las cuales tienen mucho que decir acerca del México que horroriza, además del lado más oscuro de la naturaleza del ser humano y de lo que –en general– significa la vida en un barrio pobre en América Latina.