Por rescatar y cuidar a perros durante 26 años, Jung se ha mudado siete veces debido a las quejas de los vecinos. A menudo se detiene a recoger a los perros que vagan en las calles y ha comprado a otros en peligro de ser vendidos a granjas de carne.
ASAN, Corea del Sur (AP) — Los cachorros ladran y mueven sus colas mientras siguen a una mujer de cabello gris a través de un complejo en una ladera que alberga a más de 200 perros.
“Hey, mis bebés. Denle un beso a mamá”, dice Jung Myoung Sook, de 61 años. Baja su cabeza y uno de los cachorros cerca de una perrera cubierta de nieve lame sus labios; otro amablemente pone una pata sobre su mejilla.
En Corea del Sur, donde los perros son considerados un manjar tradicional y apenas recientemente se han popularizado como mascotas, el amor de Jung por sus amigos caninos es visto por algunos como extraño. Pero otros la ven como una defensora de los derechos animales.
Por rescatar y cuidar a perros durante 26 años, Jung se ha mudado siete veces debido a las quejas de los vecinos sobre el ruido. A menudo se detiene a recoger a los perros que vagan en las calles y ha comprado a otros en peligro de ser vendidos a granjas de carne de perro o restaurantes.
Algunos cuestionan si alguien tan pobre como Jung, quien se gana la vida limpiando una tienda y recogiendo cajas reciclables, puede alimentar y cuidar a tantos perros. Aunque los canes de Jung lucieron saludables y bien alimentados durante una visita reciente The Associated Press, su condición no pudo ser confirmada de manera independiente.
Las autoridades de la ciudad central de Asan saben del actual albergue de Jung, el cual abrió en 2014, pero no tienen responsabilidad legal para inspeccionarlo, según un funcionario que se negó a dar su nombre porque no estaba autorizado a hablar sobre el tema con los medios de comunicación.
Las mascotas están creciendo en popularidad aquí, donde uno de cada cinco hogares tiene un gato o perro, pero los activistas dicen que las actitudes públicas hacia las mascotas están rezagadas respecto a las de Occidente.
Los simpatizantes de Jung la ven como una heroína, que salva a los perros callejeros o perdidos de ser sacrificados para comida o en los refugios públicos si no son adoptados o encontrados por sus dueños. Alrededor de 81 mil animales callejeros o abandonados, la mayoría perros y gatos, fueron enviados a los albergues públicos en 2014, menos respecto al millón de 2010, informó el Gobierno.
“Mi bebés no están hambrientos. Pueden jugar y vivir libremente aquí”, dijo Jung, cuyas ropas están gastadas y su cabello alborotado. “Alguna gente habla de mí y dice, ‘¿por qué esa mujer con facha de indigente, de edad madura, sonríe todo el tiempo?’, Pero sólo me concentro en alimentar a mis bebés. Estoy feliz y saludable”.
Jung dice que gasta unos mil 600 dólares al mes en comida y medicina, y que depende de donaciones de leche de soya, carne de cerdo, alimento para perros y comida enlatada.