Villahermosa, 1 Dic. (Notimex).- Pese a la prohibición y los permisos otorgados para la reproducción y comercialización de quelonios en la entidad, prevalece la caza furtiva y venta a pie de carretera, pues la tradición de comer un platillo exótico se mantiene entre los tabasqueños.
El inspector de la Procuraduría Federal de Protección Ambiental (Profepa), Armando Gómez Arigoñi, señaló que a lo largo del año, los cazadores furtivos ofertan quelonios a orillas de la carretera, principalmente en el municipio de Centla.
A la altura de la comunidad Simón Sarlat, indicó, es común esta práctica, por lo cual, se realizan operativos de vigilancia con la Policía Federal y la Secretaría de Marina, a fin de detener a quienes incumplen la prohibición de la Norma 059, que protege a la flora y fauna silvestres.
Este tipo de prácticas se agudiza en Semana Santa, pero prevalece todo el año, pues es común su consumo en platillos exóticos, que es un gusto arraigado entre la población.
Al respecto, el funcionario federal comentó que se atienden denuncias sobre la venta de estos platillos de manera encubierta, en algunos restaurantes o fondas.
Añadió que del municipio de Balancán se reportó este tipo de venta, pero al llegar al lugar, no se pudo encontrar elementos de prueba sobre la especie protegida.
Cuando ocurren decomisos de especies de quelonios, indicó, éstas se entregan a la Unidad de Manejo para Conservación de Vida Silvestre (Uma) que opera el gobierno del estado en Tucta, Nacajuca.
Indicó que la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) es la que otorga permisos para las Umas, las cuales hay unas 20 en Tabasco.
Sin embargo, apuntó que no todas pueden comercializar especies de quelonios, pues se trata de permisos temporales sujetos a cantidades de reproducción y en la entidad menos de cinco Umas pueden hacerlo.
Una de estas Umas se localiza en Jalpa de Méndez, a unos 60 kilómetros de Villahermosa, denominada El Encanto, la cual está conformada por 20 socios unidos en una sociedad cooperativa, cuya actividad data de 10 años.
En tres hectáreas de terreno se dedican a la crianza y reproducción de quelonios, entre ellas, las especies conocidas como: hicotea, pochitoque, mojina, tortuga blanca, guao y chiquiguao.
El responsable de la Uma, Javier Olán García, refirió que se mantienen a base de visitas guiadas, para que las familias y los niños conozcan las especies, así como la venta de quelonios y de platillos preparados.
Señaló que personas tanto del estado como de fuera llegan a comprar las especies, lo que se hace de manera legal y se les expiden documentos para que no tengan problemas en el traslado.
La especie más vendida, expuso, es la hicotea, que cuesta entre 400 y 500 pesos el ejemplar, de acuerdo a su tamaño, ya sea para pie de cría o para comer.
Sin embargo, la adquisición de un ejemplar no es inmediata, pues el trámite tarda de 30 a 50 días, por lo cual, la mayoría son por encargo y eso en ocasiones genera que los consumidores la compren "en el mercado negro, donde es más barato".
Explicó que los quelonios desovan entre 12 y 15 huevos, según la especie y algunas tardan hasta cinco años para ser aprovechadas cuando al alcanzan la talla adecuada.
La tradición de comer tortugas se remonta a varias generaciones, sobre todo religiosas, pues en los viernes que dura la Cuaresma no se consume carne, por lo cual, los quelonios se convirtieron en una opción de alimento, además del pescado.
En algunas fondas, donde se ofrece a ciertos clientes bajo la denominación de "mole blanco", se vende este platillo exótico en diversas variedades, aunque a un precio elevado que ronda los 150 pesos.
Los guisos varían de acuerdo a la especie, aunque el más popular es la "tortuga en sangre", pero también se elabora en estofado y en salsa verde.
Sin embargo, la forma de sacrificar los quelonios para alimento es un tormento para el animal, pues para arrancarles los caparazones, primero se les destroza las partes laterales.
Según explican quienes se encargan de elaborar este tipo de platillos, se aderezan en vida y se debe tener cuidado con una mordedura, pues buscan defenderse, hasta que al final mueren cuando son introducidos en agua hirviendo.