En México el embarazo adolescente es un problema de Salud Pública ya que pone en riesgo a la joven madre y al bebé. De acuerdo con organizaciones civiles, además de que el recién nacido puede nacer bajo de peso y presentar malformaciones, existe el riesgo de padecer complicaciones de parto, además de las repercusiones psicológicas y los estigmas sociales que sufre la madre.
El Inegi indica que de 2009 a 2015 el número de nacimientos de jóvenes entre 15 y 19 años aumentó en cerca de un 10 por ciento, y si ello no es suficiente para causar preocupación, falta decir que este tipo de casos están relacionados con carencias socioeconómicas, falta de oportunidades, violencia, entre otros factores. Además, en México la cuarta causa de deserción escolar entre los 15 y los 19 años es el embarazo.
Ciudad de México, 1 de octubre (SinEmbargo).- En México, cerca de 400 mil natalicios de madres menores de edad (20 por ciento del total de los nacimientos) y las cifras no parecieran disminuir.
En nuestro país se registran unos 30 partos al día en los que la madre tiene menos de 15 años de edad. Con ello, México es el miembro de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) que presenta las cifras más altas de embarazo adolescente: uno de cada cinco partos en México son de una mujer menor de edad (64 por cada mil adolescentes).
Según el Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), para 2015 en México ocurrían cerca de 77 alumbramientos por cada mil donde las madres serán adolescentes de entre 15 y 19 años, un aumento con respecto a 2009, cuando la incidencia era de 70.9. En contraste, en el país ha aumentado la edad en que las jóvenes contraen su primera relación sexual, pues para 2014 el promedio de edad fue de 17.6 años, mientras que en 2009 era de 19.
De acuerdo con Save The Children México, el embarazo en jóvenes implica “un grave problema de salud pública ya que las adolescentes tienen dos veces más probabilidades de morir por complicaciones en el embarazo o durante el parto que las mujeres maduras”. La Organización Mundial de la Salud (OMS) coincide en que todo embarazo en menores de 18 años es de alto riesgo, ya que el bebé puede nacer bajo de peso, presentar malformaciones, y también destaca las posibles complicaciones para la madre durante el parto.
También, varias organizaciones civiles aseguran que como el cuerpo de una mujer joven, no mayor a 15 años, aún no está suficientemente maduro como para afrontar el desgaste que supone dicho proceso, el número de complicaciones y riesgos de muerte son enormes. Incluso destacan que las repercusiones psicólogicas son considerables, ya que la persona muchas veces debe dejar de estudiar, enfrentarse a la decepción familiar y/o de conocidos, así como la necesidad de asumir responsabilidades que aún no le corresponden.
En palabras de Jarintzy Rodríguez, madre michoacana que a sus 17 años tuvo una hija, la experiencia fue “emocionalmente radical. Fue cambiar todo".
La joven recuerda que luego de dar a luz a su bebé se sobrevinieron los tratos diferentes, incluso en la escuela, cuando retomó sus estudios, los profesores la trataron diferente.
"Ya no tenía la confianza en mí de llevar una vida normal. Cuando me reincorporé a la escuela preparatoria todo mundo me veía como la mamá joven, la mamá soltera. Incluso los profesores me trataban diferente. […] Me hacían sentir que ya no encajaba. Los papás de mis amistades más cercanas me veían como alguien que no era una amistad adecuada para sus hijas [...]".
Rodríguez consideró que uno de los problemas más fuertes que atraviesan las madres jóvenes es el "psicológico" que ocasionan las "miradas pesadas y cargadas de estigma". A ello, dijo la joven madre, se le suma las dificultades para encontrar pareja.
Por su parte, Save The Children explica que el embarazo adolescente refleja la desigualdad en el país. En el informe Estado de las Madres en México: Embarazos y Maternidad Adolescente, difundido esta año, la organización señaló que el 60 por ciento de los jóvenes que tienen hijos a temprana edad se encuentran en situación de pobreza, siendo incapaces de acceder a la educación, servicios de salud y alimentación, así como tener oportunidades aceptables de desarrollo.
En ese sentido, la organización menciona que de los cerca de 22 millones de jóvenes mexicanos de entre 10 y 19 años de edad (el 20 por ciento de la población) que carecen de recursos, 11 por ciento está en condición de pobreza extrema, 20 por ciento no tiene acceso a los servicios básicos de salud, y el 54 por ciento de ellos no está matriculado en algún instituto educativo. A ellos los ha llamado “los olvidados” de México.
Los mismos datos refieren que 6 de cada 10 de los embarazos adolescentes son concepciones no deseadas, casos donde el aborto generalmente no es una opción ya que no existen los medios para hacerlo. Tal fue el caso de Jarintzy, quien en entrevista con SinEmbargo, explicó haber considerado el aborto, aunque no lo realizó ya que "no tenía los medios económicos y tenía temor” para llevarlo a cabo.
Al respecto, la Estrategia Nacional para la Prevención del Embarazo en Adolescentes (ENPEA) del Gobierno federal, indica que existen dos factores que favorecen el embarazo en adolescentes: el ensanchamiento del grupo demográfico de jóvenes entre 15 y 19 años; una disminución en la fecundidad de las mujeres mexicanas que está más cargada a los grupos de entre 35 a 39 años (quienes en los últimos 40 años han reducido su tasa de embarazos en 77 por ciento) y de 40 a 49 años (donde hay una reducción de 88 por ciento), que a los grupos de entre 15 y 19 años (que redujo su tasa en un 47 por ciento, pasando de 131 a 69.5 hijos por cada mil mujeres).
La EMPEA detalla que una de las razones por las que no se ve un reducción en la fecundidad adolescente es que no han crecido las oportunidades para que los jóvenes accedan a mayores grados de escolaridad y tampoco aumentó el acceso a trabajos apropiados que les permitan seguir estudiando. Adicionalmente, explica que el aumento en la actividad sexual en adolescentes y la falta de uso regular de métodos anticonceptivos han sido importantes factores de las tendencias observadas.
El Gobierno federal asegura que existen también otras condiciones para el aumento de embarazos adolescentes en el país, tales como la unión temprana; actividad sexual muy precoz, desprotegida y forzada; la no asistencia a la escuela; el no realizar actividades sustantivas dignas para la persona y la sociedad; el uso del alcohol y drogas, mismas que pueden reducir la probabilidad de que los adolescentes tomen las medidas de protección adecuadas; actos de coerción, engaño o abuso -según la Secretaría de Salud en el 60 por ciento de los casos el padre es un hombre de 20 o más años, lo cual cuestionaría si las relaciones que llevaron al embarazo fueron consentidas o no-, entre otras.
Con respecto a este último factor (el embarazo por violencia), Save The Children señala que lo verdaderamente alarmante es que entre 2013 y 2014 se registraron en México cerca de 400 partos en niñas de 10 años, situación que liga a “embarazos producto de la coerción y la violencia sexual”.
Por su parte, el Instituto Nacional de las Mujeres (Inmujeres) señala que no es la falta de información la que genera que los embarazos en jóvenes no se detengan, sino el difícil acceso a los anticonceptivos y su uso adecuado. Asimismo, refiere que a pesar de las barreras que existen para terminar con una gestación no deseada, tampoco existen medidas adecuadas que permitan el desarrollo en la vida más allá de la maternidad -como en el caso de albergues infantiles, recursos legales de adopción, entre otras-.
Al respecto, Jarintzy comentó: “yo estaba perfectamente consciente, yo sabía. Mi padre da clases de anatomía y de biología en una preparatoria. Mi madre es bióloga, así que yo siempre estuve informada, no fue por falta de información. En realidad sí fue por parte de cuidado. Yo no estaba lo suficientemente madura y no medí el alcance de lo que había hecho y de las consecuencias que podía tener. Ya cuando me di cuenta de que estaba embarazada pues obviamente en shock, primero fue una desesperación increíble pues a mi corta edad no sabía qué hacer”.
El Consejo Nacional de Población (Conapo) ha mencionado que aparte del embarazo no deseado, las Infecciones de Transmisión Sexual (ITS) constituyen un grave problema, ya que la mayor parte de los jóvenes no están informados al respecto, y cuando lo están, es por información intercambiada entre conocidos y amigos. Refiere también que entre muchos de los adolescentes persiste la creencia de que “a ellos no les va a pasar”, situación que los expone aún más.
EL EMBARAZO EN MÉXICO SEGÚN LAS ESTADÍSTICAS
De acuerdo con datos de la Encuesta Intercensal 2015 del Inegi, en México el número de mujeres de 12 y más años es de 48.7 millones, y de ellas, el 67.4 por ciento ha tenido al menos un hijo nacido vivo.
Según la edad de la mujer, destaca el hecho de que el 7.8 por ciento de las mujeres de 12 a 19 años de edad ya son madres (aproximadamente 619 mil mujeres), y conforme la edad avanza, el porcentaje aumenta, siendo que las mujeres de 20 a 24 años con hijos asciende a un 46.3 por ciento, mientras que la distribución porcentual para mujeres de 50 años y más se estima en 91.7 por ciento.
Asimismo, el informe menciona que el 26.7 por ciento de las mujeres tiene más de un hijo. En el caso de las adolescentes de entre 12 y 19 años, el 13.3 por ciento tiene al menos dos; el 30.8 por ciento del grupo de entre 20 y 24 años también tiene más de un hijo; son las mujeres de 25 a 29 años donde se da una transición, ya que la mayoría tiene más de dos hijos (sólo el 36.7 por ciento tiene uno).
Además, según la Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica (ENADID), en 1960 las mujeres tenían en promedio más de siete hijos, siendo que “posterior a esa fecha y debido a la política de población implementada en esos años, ha habido una disminución ininterrumpida de la tasa global de fecundidad”. Entre 2011 y 2013, en México la tasa de fecundidad fue de 2.21 hijos per capita en la población del género femenino.
En ese sentido, las proyecciones del Consejo Nacional de población (Conapo) arrojan que en México el promedio anual de nacimientos entre 2000 y 2014 fue de 2.3 millones.
REALCIONES SEXUALES Y MÉTODOS ANTICONCEPTIVOS
Existen diversas situaciones que contribuyen a que las mujeres se conviertan en madres: diversos informes destacan el comienzo y frecuencia de la actividad sexual y la unión conyugal; las preferencias reproductivas -deseo o intención de tener hijos-; y el uso de métodos anticonceptivos.
Datos de la ENADID 2014 indican que de una muestra de mujeres de entre 15 y 49 años, la edad mediana para contraer la primera relación sexual es de 17.6 años. A ello se suma que del 80.4 por ciento de las mujeres en edad reproductiva que han tenido sexo, el 65.1 por ciento lo hace de manera activa.
Por su parte, el Inegi refiere que desde los años 70's al 2010, el promedio de hijos vivos nacidos en el seno de un matrimonio ha ido en decremento, ya que el promedio de las mujeres que registraron natalicios mientras estaban casadas pasó de 5.0 a 3.3 (66 por ciento menos). Asimismo, las mujeres con hijos en unión libre pasaron de 4.2 a 2.5 (un decremento de casi 60 por ciento), mientras que el número de mujeres solteras con hijos ha ido en aumento, pasando de 0.1 en 1970 a 0.3 en 2010.
En cuanto a los métodos anticonceptivos, el medio principal de los programas de planificación familiar del Gobierno federal, el Inegi señala que el "porcentaje de mujeres en edad fértil que conocen al menos un método anticonceptivo” a aumentado en poco menos del 10 por ciento de 1976 al 2014 (pasando de 89 a 98.7 por ciento).
Los diversos métodos de anticoncepción buscan garantizar un número ideal de hijos por mujer en edad reproductiva (2.6 a nivel nacional).
Y lo que es más significativo, es el considerable aumento de mujeres que los utilizan, ya que de los años 70 hasta el 2014, incrementó del 30.2 por ciento al 72.3 por ciento, lo que significa que para 2014 siete de cada 10 mujeres en edad reproductiva utilizaban al menos un método anticonceptivo.
Sin embargo, lo preocupante es resolver el problema de los grupos más rezagados, como en el caso de las mujeres de 15 a 19 años, de las cuales, 19.9 por ciento no utilizan métodos anticonceptivos. O como en el caso de las mujeres “hablantes de lengua indígena”, de quienes la ENADID señala que el 89.3 por ciento conoce al menos un método de control natal, aunque sólo el 44.6 por ciento de ellas los utiliza.
PERSPECTIVA ECONÓMICA PARA LAS MUJERES
De acuerdo con la Encuesta Nacional de Ocupación y Empleo (ENOE), en el cuarto trimestre de 2015, la tasa de participación económica de las mujeres de 15 años y más con al menos un hijo nacido vivo fue de 44.2 por ciento, de las cuales, 96.7 por ciento combina sus actividades extra-domésticas con los quehaceres domésticos. Con respecto a la unidad económica donde laboran, 33.4 por ciento de la población femenina ocupada y con hijos trabaja en el sector informal, 36.3 por ciento en empresas y 16.3 por ciento en instituciones.
En cambio, las mujeres que no tienen hijos cuentan con un perfil ocupacional muy distinto: la mayoría trabaja en empresas (51.6 por ciento) seguido por las que laboran en el sector informal (20.1 por ciento), y casi dos de cada 10 (19.1 por ciento) labora en instituciones.
Otro dato que hay que destacar es que de las trabajadoras con hijos, el 13.7 por ciento no tienen instrucción y casi tres de cada 10 (29.6 por ciento) cuenta con estudios a nivel medio superior y superior; en cambio, para las mujeres sin hijos, la proporción que no cuenta con instrucción disminuye a 3.7 por ciento y las que cuentan con estudios a nivel medio superior y superior aumenta a 56 por ciento.
Por lo anterior, es entendible y preocupante el hecho de que el país se vea estancado en un ciclo vicioso: por una parte ya ha sido mencionado que un factor del embarazo adolescente son las precarias condiciones socioeconómicas, y por el otro la concepción de jóvenes mujeres genera una situación de privación de mayores oportunidades. En ese sentido, cabe destacar que en México la cuarta causa de deserción escolar entre los 15 y los 19 años es el embarazo.
La ENPEA del Gobierno federal señala que entre las intervenciones que han probado ser efectivas a nivel mundial en la reducción del embarazo en adolescentes destacan: 1) una educación integral sobre sexualidad en las escuelas o con su colaboración; 2) servicios de salud y clínicas amigas de los adolescentes; 3) insumos adecuados y eficaces de anticoncepción entre adolescentes; 4) intervenciones directas en medios de comunicación; y 5) políticas sociales para la retención escolar y para la inserción laboral.
LA INICIATIVA DEL INMUJERES
Por su parte, el Inmujeres lanzó el sitio comolehago.org como parte de la ENPEA, cuya meta para el año 2030 es reducir en un 50 por ciento la tasa de embarazo en adolescentes de 15 a 19 años y eliminar los embarazos en niñas de 10 a 14 años.
El sitio tiene como objetivo informar a los jóvenes sobre prevención del embarazo e infecciones de transmisión sexual; además de ofrecer orientación sobre cómo hablar con la pareja, cómo negociar el uso del condón, qué derechos tienen los adolescentes, cómo planear un plan de vida y cómo tomar decisiones de manera asertiva.
Asimismo, existen programas del Gobierno federal como "Promojoven", una iniciativa que consta de becas de apoyo a la educación básica de "madres jóvenes y jóvenes embarazadas".