Ciudad de México, 1 de agosto (SinEmbargo/WikiMéxico).- A 128 años de su inauguración, la Escuela Normal de la Ciudad de México continúa siendo una de las principales instituciones formadoras de profesionales de la educación.
A continuación, 10 antecedentes a la creación de la Superior de Maestros.
En la segunda mitad del siglo XIX se crearon Escuelas Normales rurales en los estados de Guadalajara, Oaxaca, Zacatecas, Yucatán, San Cristóbal de las Casas, Colima, Veracruz y Chiapas. Una de las más destacadas fue la de Orizaba, Veracruz, en donde se implementaron cursos de pedagogía moderna a cargo de Enrique Laubscher y Enrique Rébsamen.
La Escuela Normal de la ciudad de México se inauguró en el año 1887, a cargo de Ignacio Manuel Altamirano. Aunque inicialmente se destinó únicamente a la formación de docentes varones, al año siguiente se incorporó la Escuela Normal para mujeres.
Las materias impartidas a los estudiantes de la Escuela Normal eran: medicina, biología, matemáticas, química, física, geografía, cosmografía, historia, gramática, moral, lógica, derecho constitucional, escritura, canto, ejercicios militares, gimnasia, organización y disciplina escolar.
El secretario de Instrucción Pública Justo Sierra, presentó un proyecto de Universidad Nacional en 1907, el cual fue aprobado por el presidente Díaz para inaugurarse tres años después. Una de las innovaciones de dicho proyecto fue la incorporación de la Escuela de Altos Estudios, espacio en el que se impartirían los más elevados conocimientos científicos y filosóficos. Como parte de los Altos Estudios, Sierra consideró que la formación del magisterio era la punta de lanza de un proyecto educativo de largo alcance.
El 7 de abril de 1910 se promulgó la Ley que establecía a la Escuela Nacional de Altos Estudios, y como parte de ella, a la Escuela Normal Superior.
La Escuela Normal se integró al proyecto de creación de la Universidad Nacional y desde ese momento se nombró “Superior”. En el proyecto educativo de Justo Sierra, la Escuela Normal Superior sería el espacio de formación de profesores mediante una pedagogía moderna, que prestarían servicios educativos en los niveles preparatorio y superior; su denominación como Normal Superior era un distintivo de las escuelas normales ya existentes en otras partes del país.
Justo Sierra definió de la siguiente forma la labor de los profesores: “Un maestro no es solamente un hombre que sabe, sino que sabe enseñar; necesita, pues, no solamente la ciencia, sino el método (lo que hace al maestro). En tesis general, carecemos de profesores; es necesario hacerlos, si queremos que no sea abortiva la semilla de la instrucción, tenemos bastantes hombres de ciencia, pero hombres de ciencia que posean el instrumento propio para comunicarla a los niños y a los jóvenes, son contados”.
Siguiendo el modelo francés, la Escuela Normal Superior serviría como el medio para ocupar los lugares vacantes en las instituciones de educación, logrando así que se profesionalizara al magisterio mediante un conocimiento tanto científico en áreas específicas, como pedagógico.
En 1913, bajo la dirección de Ezequiel A. Chávez, en la Escuela de Altos Estudios se fundó la sub sección de enseñanza de lengua y literatura, con el primer plan de estudios conformado por diez asignaturas repartidas en tres años. Ese mismo año se presentaron los proyectos para las asignaturas de las áreas de química y física.
La Escuela Normal Superior, como parte de los programas de formación docente, continuó formando parte de la Escuela de Altos Estudios de la Universidad Nacional hasta el año 1924, cuando mediante un decreto, el presidente Álvaro Obregón ordenó la fundación de la Escuela Normal Superior, la Facultad de Filosofía y Letras y la Escuela de Graduados, que sustituirían a los Altos Estudios. Sería hasta 1929, con el otorgamiento de autonomía de la Universidad Nacional que la Escuela Normal se separó de Filosofía y Letras. Desde 1936 la Escuela Normal Superior comenzó a formar parte de la Secretaría de Educación Pública.
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