La urbanización de la educación, es decir, evitar que la infancia interactúe con el medio ambiente, provoca que las niñas y niños tengan un entendimiento cada vez más teórico y menos vivencial de la naturaleza, alerta la directora del Papalote Museo del Niño, Dolores Beistegui.
Por Ivette Mota
México, 1 de abril (EFE).- En el Día Mundial de la Educación, que se celebra hoy, preocupa una enseñanza infantil “urbanizada” y alejada de la naturaleza, expuso Dolores Beistegui, directora del Papalote Museo del Niño en la Ciudad de México.
En entrevista con Efe, Béistegui señaló que cada vez somos más urbanos y nuestro contacto con la naturaleza es más difícil.
“Esa urbanización de la educación y de nuestra manera de vivir es lo que hace que nuestros niños tengan un entendimiento cada vez más teórico y menos vivencial de la naturaleza; esto esa una gran preocupación”, expresó.
El Día Mundial de la Educación, que promueve la Organización de las Naciones Unidas (ONU), resalta entre sus objetivos el de movilizar el conocimiento científico y las políticas relativas a la ciencia con miras al desarrollo sostenible.
Ante la necesidad de acercar a los niños y niñas al conocimiento ambiental y al aprecio de la naturaleza, el Papalote Museo del Niño modificó su museografía y se reaprovecharon los espacios exteriores “para invitar a la naturaleza a entrar al Museo”, explicó Beistegui, experta en gestión cultural.
Declaró que al preguntar a los niños visitantes al Museo sobre las estaciones y ciclos de la naturaleza (como el ciclo de lluvia), quedó de manifiesto que los pequeños no conocían estos conceptos y que su referencia son los “ciclos de las lavadoras”.
“Entiendes la naturaleza cuando la vives”, afirmó Beistegui, y añadió que si viven la naturaleza los niños entenderán más fácil estos conceptos en lugar de tener contacto con ellos solo en la teoría. “Los niños saben de la naturaleza, ven películas o documentales; pero una cosa es saberlas y otra cosa es saberlas vividas “, afirmó.
El Papalote Museo del Niño, ubicado en el occidente de la capital mexicana, ofrece en esta época vacacional actividades que acercan a niños, y no tan niños, a la naturaleza.
En “Arquitectos marinos” conocen de pólipos y juegan a recrear pequeños arrecifes con plastilina para modelar. En “La familia del ajolote” descubren los orígenes, características y amenazas que vive esta especie anfibia endémica de México.
Expertos en conservación y educación ambiental llevan animales de granja para que interactúen con los visitantes en “Encuentro animal”.
Los visitantes también pueden conocer el huerto urbano, la zona de la chinampa y, en “La casa del jardinero”, crean “bombas”, como se denominan unas pequeñas esferas de tierra con semillas y fertilizante natural que pueden llevar a casa para trasplantar. Ahí conviven de manera cercana con animales como mariposas y lombrices.
Beistegui enfatizó la relevancia de evitar transmitir a los infantes el miedo a los animales o a los fenómenos naturales.
“Aprender a ver, sabiendo admirar; eso es lo que estamos enseñando”, sostuvo. Los árboles y las especies en la naturaleza tienen nombres, apellidos, “y todos los seres vivos necesitamos respeto y cariño”, abundó.
Además de las actividades que se ofrecen en este museo, existen algunas plataformas digitales que promueven una cultura del cuidado a la naturaleza como el sitio web paismaravillas.mx, que incluye imágenes, vídeo, sonidos y juegos para aprender de los ecosistemas de México, los animales y las plantas, y las acciones que pueden ayudar a conservarlos.
Actualmente está vigente el Primer Concurso Nacional Infantil y Juvenil de Dibujo y Pintura “Entre azul y verde de la mano de la naturaleza”, que promueve la exploración de la naturaleza y la reflexión sobre cómo mejorar la convivencia con el entorno natural, e invita a plasmar las propuestas en una ilustración.
Alentar a los niños a admirar la naturaleza que los rodea en las ciudades (árboles, aves) es un gran desafío. Beistegui afirmó que “el gran reto es cómo construir una mejor ciudad para los niños integrando a la naturaleza”, y que no se piense nada más en las reservas o bosques como espacios naturales.
Manifestó su preocupación por la necesidad de “reconocer que estamos inmersos en la naturaleza y se debe integrar -a la infancia- de una manera mucho más vivencial”.